¿Cómo sobreviven los corales de aguas profundas, sin apenas luz?
Los que crecen a más de 160 metros de profundidad establecen simbiosis con un alga filamentosa capaz de aprovechar la poca luz que llega
Los escleractinios, más conocidos como «corales pétreos» o «corales duros», tienen una importancia ecológica notable. Muchos de ellos forman arrecifes de coral, algunos de los ecosistemas marinos más biodiversos del planeta. Los corales de estos arrecifes sobreviven gracias a su simbiosis con algas unicelulares, las zooxantelas. A través de la fotosíntesis, estas algas proporcionan gran parte de la energía (moléculas orgánicas, como azúcares o glicerol) que necesitan los corales para desarrollar sus esqueletos calcáreos o para reproducirse. A cambio, utilizan los residuos de nitrógeno y fósforo que rechazan los corales. Esta asociación depende, por tanto, de la luz que necesitan las zooxantelas para la fotosíntesis, lo que explica que la mayoría de los arrecifes de coral se sitúen a poca profundidad. Sin embargo, el descubrimiento de corales fotosintéticos a profundidades superiores a 30 metros (zona mesofótica) indica que algunos tienen la capacidad de crecer con muy poca luz. Héloïse Rouzé, del Centro Insular de Investigación y Observación Ambiental (CRIOBE), en Moorea (Polinesia Francesa), y sus colaboradores han estudiado las adaptaciones de los corales a grandes profundidades.
Buzos experimentados de la expedición Under The Pole III recogieron muestras del coral Leptoseris hawaiiensis en el archipiélago de Gambier, en la Polinesia Francesa, a profundidades de 158, 164 y 172 metros, que constituyen valores récord para los corales duros. La cantidad de luz solar que llega allí es inferior al 1 por ciento de la que incide en la superficie del mar, y el espectro luminoso está dominado por el azul porque las longitudes de onda más largas se absorben más rápidamente al penetrar en el agua. Los investigadores secuenciaron la composición genética de las muestras para identificar los microorganismos simbióticos de este coral.
En primer lugar, observaron que L. hawaiiensis presenta un esqueleto plano y delgado, lo que le permite captar el máximo de luz. Estudios anteriores habían demostrado que este coral contiene pigmentos fluorescentes capaces de absorber la radiación de longitud de onda corta (hacia el azul) y emitir a cambio una gama más amplia de longitudes de onda, lo que permite a las zooxantelas realizar la fotosíntesis a grandes profundidades.
La secuenciación genética reveló que este coral establece simbiosis con zooxantelas (en su mayoría del género Cladocopium), pero también con una especie de alga del género Ostreobium, que es dominante en todas las colonias estudiadas. Esta alga filamentosa, integrada en el esqueleto del coral, cuenta con un gran número de unos pigmentos llamados xantofilas. Estas moléculas absorben las longitudes de onda cortas de la luz que llega a estas profundidades, lo que permite al Ostreobium realizar la fotosíntesis en condiciones de casi oscuridad. Así, junto con las zooxantelas, Ostreobium podría proporcionar energía al coral y promover su desarrollo en aguas profundas.
Mientras que los arrecifes de coral situados cerca de la superficie marina están sometidos a la contaminación y al calentamiento global, los estudiados de aguas profundas muestran una asombrosa capacidad de adaptación a situaciones extremas.
Fuente: investigacionyciencia.es