Cascabel de cola negra: no son enemigas, necesitan protección
Silenciosa, letal y vital para el equilibrio del ecosistema, la serpiente de cascabel de cola negra es mucho más que su temida reputación. Habita zonas áridas y montañosas del norte y centro de México; en la Ciudad de México se encuentra en la REPSA de Ciudad Universitaria, un ecosistema que es único en el mundo.
Este reptil pertenece a la especie Crotalus molossus nigrescens —cuyo nombre alude al color negro—, explicó Alejandra Alvarado Zink, divulgadora de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia. “Lejos de ser una amenaza, es como un símbolo en varias culturas que tienen atracción por las serpientes, desde México hasta China”.
Son de color amarillento a verdoso, con un patrón de manchas en forma de rombos a lo largo del cuerpo. Pero su rasgo más distintivo es la cola negra, que se ve mucho más oscura que el resto de su cuerpo, detalló la divulgadora de Universum, Museo de las Ciencias.
Otra característica de las serpientes venenosas como la cascabel de cola negra es su cabeza triangular, donde se alojan las glándulas venenosas. Además tienen un cascabel en la cola que utilizan para advertir cuando se sienten amenazadas. Por lo que sólo deben observarse a distancia y no intentar manipularlas.
Se aparean en primavera y entre junio y agosto nacen sus crías —aproximadamente 10 u 11—. No ponen huevos: dan a luz a crías vivas. Esta estrategia, conocida como ovoviviparidad, es una adaptación al clima donde habitan, ya que los embriones tienen más probabilidades de sobrevivir dentro del vientre de la madre, donde están protegidos de depredadores, el clima y otros peligros.
Al nacer, las pequeñas serpientes ya tienen un botón de cascabel, lo que permite distinguirlas desde muy jóvenes.
Estas serpientes pueden vivir hasta 10 años. Forman parte de la cadena alimenticia: las crías tienen varios depredadores y de adultas mueren, generalmente atropelladas, tanto en Ciudad Universitaria como en carreteras de otras zonas del país.
También han sido utilizadas por los humanos para fabricar artículos como cinturones, botas o carteras. Por ello algunas son criadas en cautiverio, siempre y cuando no se extraigan de su hábitat natural.
Su alimentación se basa en roedores, lo que las convierte en excelentes controladoras de ratas y ratones. También pueden alimentarse de otros mamíferos pequeños, aves y reptiles como lagartijas. Así ayudan a regular las poblaciones de su entorno y, en consecuencia, reducen el riesgo de enfermedades transmitidas por roedores que consumen alimentos humanos.
Además son presas de otras especies como águilas, halcones, coyotes y tejones. De hecho, la serpiente aparece como símbolo patrio en la bandera de México, en el momento en que un águila la devora.
Diversidad y distribución en México
En el mundo se han registrado alrededor de 3,700 especies de serpientes presentes en casi todos los ecosistemas: desde desiertos extremos hasta el mar, donde existen especies marinas altamente venenosas. A diferencia de los humanos, las serpientes evolucionaron para desplazarse sin patas. “Es algo muy bonito”, comentó la experta del Universum, Museo de las Ciencias.
México, país megadiverso, alberga el 11 % de la diversidad mundial de serpientes con casi 400 especies, de las cuales la mitad son endémicas.
“Forman parte del patrimonio mundial, y por eso, como mexicanos, tenemos mayor responsabilidad de cuidarlas para todo el mundo”.
En la Ciudad de México, a pesar de ser una zona urbanizada, existen 28 especies nativas, presentes en sitios como Xochimilco, Milpa Alta, el Ajusco y la REPSA. En esta última, con su ecosistema de matorral de palo loco, estudiantes e investigadores han identificado seis especies de serpientes, de las cuales solo dos son consideradas de importancia médica, entre ellas la cascabel de cola negra.
“Es un privilegio tenerlas porque ha permitido que investigadores las estudien desde diferentes perspectivas”. Esta especie se distribuye desde el sur de Estados Unidos hasta Oaxaca.
La población que habita la REPSA se distingue por ser relativamente mediana: puede alcanzar hasta 90 centímetros de longitud en comparación con otras poblaciones de la misma especie en el sur de Estados Unidos o zonas más extensas de México, donde pueden ser significativamente más grandes. Es un indicativo importante de las condiciones del hábitat.
Estudios desde la UNAM y manejo responsable
Desde la Facultad de Ciencias, el Instituto de Biología y el Instituto de Biotecnología se han realizado estudios sobre serpientes, particularmente sobre esta especie. Se han abordado aspectos como diversidad genética, dinámica poblacional, manejo y conservación del hábitat, e incluso la creación de antivenenos.
La UNAM estudia a esta especie desde diferentes enfoques para garantizar su conservación.
Cuando alguna serpiente ingresa a aulas o espacios de trabajo en Ciudad Universitaria, Protección Civil de la UNAM y la Secretaría Técnica de la Reserva Ecológica cuentan con personal capacitado en fauna silvestre que se encarga de capturarla y regresarla a una zona segura de la REPSA.
Fuente: unamglobal.unam.mx