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Algas para reemplazar el plástico de los vasos de usar y tirar, la idea de un precoz genio científico

Un joven científico argentino ha encontrado un remedio para reducir la acumulación de tanto plástico en nuestro planeta: vasos biodegradables, hechos de algas. Su preocupación medioambiental empezó a los 12 años. En vísperas del Día Internacional de la Juventud, Jerónimo Batista Bucher concedió una entrevista a Noticias ONU y dejó un ejemplo de cómo se puede trabajar a cualquier edad para conseguir los objetivos fijados en la Agenda 2030 de desarrollo sostenible.

Desde los 12 años, Jerónimo se sintió atraído por la ciencia y representó a su escuela en distintas olimpiadas nacionales e internacionales. A los 18, cuando estaba terminando su educación secundaria, detectó que la acumulación de utensilios de plástico descartables durante los recreos escolares era excesiva, y requería de una solución inmediata.

“Me di cuenta de que los chicos tomaban un trago de agua y desechaban los vasos, los cestos de basura rebalsaban, y lo mismo ocurría en todos los lugares públicos, en hoteles, oficinas, hospitales, eventos, así empecé a pensar como personalmente podía contribuir a cambiar eso”, expresó Jerónimo Batista Bucher, un argentino oriundo de Vicente López, provincia de Buenos Aires que, con 21 años, ya es un joven emprendedor destacado no solo en su país sino también en Latinoamérica, Europa y Estados Unidos.

Su preocupación por la contaminación que amenaza mundialmente a la fauna marina la plasmó en su pasión por la investigación. Luego, encontró un propósito que ya desde muy joven le daría proyección a su carrera: buscar una alternativa ecológica destinada a modificar los hábitos de consumo nocivos, causantes de que ocho millones de toneladas de plástico invadan los océanos anualmente.

¿Cuál fue su descubrimiento? Un vaso biodegradable, con el mismo formato que los descartables, cuya materia prima son extractos de algas que se producen en entornos naturales marinos o canales. Pueden contener distintos líquidos, servir para compost luego de ser utilizados o abandonarse sobre la tierra donde se degradarán naturalmente en menos de dos semanas.

El desafío de producirlos es la misión actual de este jóven científico que cursa el cuarto año de la carrera de Biotecnología en la Universidad de San Martín, en su provincia natal, donde desde finales de 2018 tiene instalado su propio laboratorio, en el cual trabaja incansablemente para perfeccionar el prototipo de la máquina, que recibe el nombre de “Souri” y que fabrica los innovadores recipientes que ayudarán a proteger el planeta.

“Desde que lancé el laboratorio de desarrollo en la universidad, a finales del año pasado, he podido acelerar el proceso de investigación aplicada, con el objetivo de lograr la construcción de las máquinas lo antes posible”, aseguró Jerónimo, cuyo proyecto está aún en período de prueba y a la espera de financiamiento, pero ya en una etapa avanzada, en la cual trabaja junto a un grupo de investigación de ingeniería en materiales y un grupo de especialistas en diseño industrial, todos pertenecientes a la misma universidad donde en dos años sueña con graduarse.

Por su descubrimiento, Jerónimo ya es reconocido por sus pares en su país, se transformó en fuente de inspiración para quienes comienzan una carrera universitaria enfrentando al fantasma del desempleo juvenil en un mundo en el que 59 millones de jóvenes se encuentran excluidos del mercado laboral, según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo.

Su análisis de la realidad medioambiental sumado a su dedicación lo han colocado como un referente en el plano internacional y, en 2017, con solo 19 años, se dio el gusto de leer el texto final de la Cumbre Mundial de jóvenes del G20 en Alemania, ante la Canciller Angela Merkel. Oportunidades únicas como esa lo retan a seguir avanzando, a ser un líder generacional, un ejemplo concreto de que aun siendo muy joven se pueden realizar aportes inestimables a la sostenibilidad que el mundo demanda y al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, como mostró durante su participación en los actos que tuvieron lugar con motivo del Día de la Tierra.

El 2019 también le ha traído triunfos importantes a Jerónimo. Este año llegó un segundo reconocimiento internacional a su labor por disminuir la contaminación ambiental: en junio fue seleccionado por las prestigiosas universidades norteamericanas Harvard y MIT, con sede en Boston, para participar de un programa de formación presidido por reconocidos expertos en biotecnología y desarrollo sostenible.

Luego de capacitarse en Estados Unidos, y antes de regresar a Buenos Aires, viajó a Medellín donde se consagró como uno de los ganadores de la decimocuarta edición de la Competencia de Talento e Innovación de las Américas (TIC), en el marco del Foro de Jóvenes de las Américas.

La adecuación de los contenidos educativos a la realidad contemporánea y el acceso ilimitado a la información a través de las redes sociales han contribuido a que las nuevas generaciones se sientan fuertemente comprometidas con asuntos prioritarios dentro de la agenda global, principalmente con la lucha contra el cambio climático.

“Pienso que esta gran crisis ambiental que estamos viviendo requiere particularmente de los jóvenes. Debemos comprometernos a asumir esta problemática y contribuir desde nuestro lugar, cambiando hábitos de consumo, impulsando reformas legislativas y utilizando la tecnológica para forjar soluciones alternativas que nos permitan vivir en armonía con el ambiente, teniendo un impacto positivo en el desarrollo sustentable,” cuenta Jerónimo, quien espera con ansias ver que sus vasos proliferen y los cestos de residuos permanezcan vacíos.

Fuente: noticiasdelaciencia.com