¿Quién tiende mejor una cama?
Jesús Antonio del Río Portilla
Durante el fin de semana vi un video en X-Twitter de un concurso sobre la mejor forma de tender una cama[1]. Aunque no parezca en China existe este concurso para las personas que se dedican a arreglar los cuartos en los hoteles. La idea es una competencia a dúo para tender una cama lo mejor posible, con maestría y en el menor tiempo posible.
Este sencillo video me da pie a reflexionar sobre la competencia, la meritocracia y el esfuerzo que realizamos como entes individuales para construir el bienestar social.
Los concursos, las competencias y las evaluaciones han sido satanizadas por algunas tendencias actuales tanto en educación como en las labores cotidianas o de trabajo. La idea de esforzarnos para tener méritos y conseguir mejores calificaciones o recompensas por nuestro desempeño puede verse como meritocracia. Fundamentalmente la crítica a la meritocracia se basa en la idea de que el éxito individual no depende únicamente del esfuerzo personal, sino también de factores sociales y económicos que no son equitativos para todas las personas. Por lo tanto, al enfatizar el mérito individual se ignora la situación y contexto inicial ignorando el papel de la desigualdad estructural perpetuando las injusticias y acentuando las desigualdades.
Sin embargo, nuestro mayor esfuerzo es fundamental para construir un bienestar social más justo.
Hace algunos años comentaba sobre las trampas que los sistemas socioecológicos nos presentan para no conseguir la sustentabilidad. Estas trampas son claramente explicadas por Donella Meadows en su libro “Thinking in Systems”[2]. Aquí solamente me referiré a la trampa de la tendencia al bajo rendimiento. Esta tendencia al bajo rendimiento se puede promover por la ausencia de evaluaciones o por la modificación de las metas o estándares en el proceso evaluativo con base en desempeños anteriores desalentadores o con baja recompensa. Notemos que esta última frase tiene dos vertientes opuestas. Una es la modificación de las metas a la baja y la otra es la baja recompensa por un esfuerzo grande. Estas dos vertientes tienden a fomentar la deriva hacia el bajo rendimiento. En nuestro país podemos ver estas dos vertientes tanto en la actual disminución de los requisitos para acceder a mayor nivel educativo como en los exiguos incrementos salariales de las décadas pasadas. La primera situación también puede ser identificada en la reciente modificación al poder judicial.
Por otro lado, el fomento a las acciones que promuevan el bienestar individual a toda costa, el basar las recompensas solo en el desempeño no suelen ser adecuadas, ya que no consideran los puntos de partida, ni las condiciones reales de cada persona o población. En este sentido, podemos retomar lo que dijo Elinor Ostrom hace algunos años sobre la necesidad de tener reglas flexibles que se adapten a las circunstancias individuales y comunitarias. El éxito de una persona en un concurso de tender camas debe ser valorado similarmente con el éxito en un concurso atlético o académico. En todos estos concursos las personas están realizando un esfuerzo que conducirá al bienestar social.
Por supuesto que los concursos también pueden ser en equipos o grupales o comunitarios en todos ellos cada participante se esfuerza y adquiere destrezas que seguramente utilizará en beneficio de su comunidad. Un ejemplo simple lo podemos encontrar cuando mostramos una cara de satisfacción al entrar a un hotel y observar una cama limpia, aseada y ordenada o simplemente al entrar en nuestra habitación y encontrar la cama lista es un buen comienzo para un descanso agradable.
Adicionalmente, Ostrom propone mecanismos de evaluación tanto de desempeño como de los recursos y mecanismos de vigilancia de cumplimiento, así como recompensas proporcionales. Es más, Ostrom demostró que la gestión de recursos compartidos se puede realizar exitosamente por las personas cuando cooperan y encuentran soluciones sustentables a sus problemas con base en cooperación y esfuerzo recompensado.
Para muestra de esto último me encanta un pódcast sobre un niño ajedrecista de nueve años que comparte sus conocimientos de este juego con otras personas; aunque él participa en competencias también. Les recomiendo escuchar El Gran Maestro [3] donde además de competir se comparten conocimientos y entonces el desempeño del grupo crece.
Al aplicar los principios de Meadows y Ostrom a la gestión de los bienes comunes y de desempeño, podemos evaluar el éxito de una comunidad no solo en términos económicos, sino también en términos de equidad, sustentabilidad y bienestar social. La recompensa con base en desempeño debe incluir los puntos de partida para verdaderamente conseguir bienestar social y evitar el recompensar solamente a quien ya ha tenido éxito o parte con ventaja.
[1] https://twitter.com/gunsnrosesgirl3/status/1835192341721690602
[2] Donella Meadows “Thinking inSysems” (Chelsea Green Pub. 2008).
[3] https://radioambulante.org/transcripcion/el-gran-maestro-transcripcion
Fuente: delrioantonio.blogspot.com