Los chorros interestelares, un medio para comprender el origen de las estrellas

Podríamos decir que el efecto de los chorros de estrellas es similar al de un bombero que ataca un incendio con agua, sólo que el elemento que expulsan los chorros de estrellas es gas: Alejandro Raga

Los objetos Herbig-Haro fueron los protagonistas de la conferencia Chorros de estrellas: barriendo el espacio interestelar, impartida por el astrofísico argentino Alejandro Raga y transmitida en vivo el 2 de mayo por las plataformas digitales de El Colegio Nacional.

En la sesión que formó parte del ciclo Noticias del cosmos, coordinado por los colegiados Susana Lizano y Luis Felipe Rodríguez Jorge, el investigador del Instituto de Ciencias Nucleares de la Universidad Nacional Autónoma de México sostuvo que, de todos los artículos publicados en las últimas décadas sobre este tema, diez de cada cien tienen coautores mexicanos, lo que refleja la participación de científicos nacionales en esta rama de la disciplina.

Se refirió a la Cruz del Sur, una constelación de cuatro estrellas cerca del Polo Sur celeste, que se ubica en el centro de la galaxia y puede verse desde algunas regiones de México. Esta constelación es habitada por el llamado saco de carbón, una nube de gas molecular denso y oscuro, que impide ver los objetos cósmicos que hay detrás.

De acuerdo con el experto, los objetos Herbig-Haro, que deben su nombre al astrónomo mexicano Guillermo Haro y a su colega estadounidense George Herbig, se pueden observar en este saco de carbón y son chorros de gas eyectados por estrellas que se están formando a partir del material molecular de la nube: “hay zonas de la nube que colapsan gravitacionalmente para formar estrellas y éstas eyectan material como un viento, pero en forma de chorros”.

Explicó que estos chorros se componen de nudos de gas que se van alejando y van dejando regiones con menos densidad: “el mecanismo exacto de cómo el sistema de estrellas, más el material que se encuentra girando y cayendo hacia ellas, produce chorros de gas todavía es una discusión. Hay una gran cantidad de ideas teóricas con variabilidad, es un campo activo no resuelto. Lo que es seguro es que los objetos son siempre los mismos, lo que pensamos es lo que va evolucionando”.

Agregó que al nacer una estrella, estos chorros emiten fluidos de poca densidad en dos direcciones y parecen tener dos variabilidades, una intermitencia de periodo corto que dura 30 años y una más lenta que puede alcanzar los 800 o 900 años: “en una analogía terrestre, podríamos decir que el efecto de los chorros de estrellas es similar al de un bombero que ataca un incendio con agua, sólo que el elemento que expulsan los chorros de estrellas es gas y no agua, y las estrellas no eyectan un chorro, sino dos en direcciones opuestas”.

En palabras del especialista, la dirección de estos chorros no es constante, es variable, como si fueran un trompo cuya dirección cambia con el tiempo: “si nosotros quisiéramos tener un chorro de bombero que se viera parecido a los chorros estelares, tendría que funcionar mal la bomba que produce la presión, así saldrían pedacitos de chorros, como si se prendiera y se apagara la bomba. También se tendría a un demente encargado de abrir y cerrar la válvula, y así crear la variabilidad de periodo largo, es una cosa mucho más caótica que un chorro normal terrestre”.

Raga comentó que en este proceso es posible observar objetos más complicados, porque existen varias estrellas en formación en la misma zona y cada una de ellas eyecta chorros que chocan entre ellos o pegan contra la nube oscura y densa, y generan imágenes astronómicas caóticas.

Por ejemplo, la nebulosa Eta Carina es toda luminosa, lo anterior se debe a que en ella se ha formado un grupo de cinco estrellas de mucha masa: “se trata de estrellas que tienen 40 veces la masa del Sol y emiten una radiación que ioniza el gas, es una cosa dominada no por los chorros, sino por la radiación, así se forma una nube ionizada”.

El investigador de la UNAM sostuvo que las estrellas jóvenes de 0.1 a 1 masas solares eyectan chorros bipolares que van destruyendo la nube de las que se formaron estos objetos cósmicos: “estrellas masivas, como de 20 veces la masa del Sol o más, producen radiación y también vientos que afectan drásticamente a la nube, produciendo grandes agujeros o la destrucción total de la nube”.

Puntualizó que la astronomía se encuentra en un gran momento, porque hace unos meses se lanzó al espacio el nuevo telescopio James Webb, un instrumento infrarrojo gigante de seis metros y medio de diámetro, cuya longitud de onda más corta es prácticamente de una micra hacia longitudes de onda más altas: Es un aparato muy complicado debido a que no cabe en ningún cohete. Se despliega y se arma allá arriba y parece que todo su armado fue correcto y comienzan a dar a conocer las primeras imágenes obtenidas con esta herramienta. Hay imágenes, espectrómetros de distintos tipos, con distintas longitudes de onda y juegos de espejos complejos. Fue un éxito total”.

Comentó que, en los próximos meses, el astrónomo mexicano Humberto Noriega, responsable del proyecto del telescopio espacial James Webb, obtendrá imágenes de formación estelar y será emocionante colaborar con él.

Fuente: El Colegio Nacional