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‘La mejor forma de aprender ciencia es haciéndola’: Enrique Galindo

Isaac Torres

Enrique Galindo presenta su libro “El quehacer de la ciencia experimental”, el manual para aprender a realizar investigación científica · Es el libro que hubiera querido Ruy Pérez Tamayo de joven estudiante, le dijo

No estaba en sus planes, pero Enrique Galindo se volvió profesor de bachillerato en la escuela de sus hijos, situación que a los jóvenes no les hizo mucha gracia. En esta escuela sabían que Galindo Fentanes es investigador de la UNAM, en el campus Morelos.

El investigador del Instituto de Biotecnología y Premio Nacional de Ciencias tuvo la encomienda de diseñar e impartir un curso sobre metodología de la investigación científica. Para su nuevo curso, el científico echó mano y lectura de la bibliografía habitual en la educación media superior. “¡Terminé deprimido!”, recuerda con una carcajada. Casi toda la bibliografía que consultó era para el estudio de la metodología en ciencias sociales, pero no en el área biológica y experimental.

Impartió el curso por una década y desarrolló su propio método pedagógico para enseñar cómo se hace la investigación científica, partiendo de su experiencia como investigador, la enseñanza-aprendizaje con sus alumnos de posgrado, la publicación de resultados y en el contexto de cómo se practica en instituciones académicas como la UNAM. “La mejor forma de aprender ciencia es haciéndola”, enfatiza

El curso le permitió verse como investigador desde afuera del proceso mismo de la investigación, relata en entrevista. “Reflexioné sobre cómo hago mi trabajo de investigación, algo que rara vez hacemos porque no hay tiempo: siempre estamos preocupados por conseguir financiamiento para nuestros proyectos, atender a nuestros estudiantes, publicar artículos, llenar informes…”.

También pudo reflexionar que el proceso lo llevó a cabo sin un libro de metodología de la investigación que satisficiera de la mejor manera el tamaño del reto. “Hay un nicho que no está lleno”, se dijo. Y como a Enrique Galindo le gustan los retos y tiene un envidiable talento para resolver y poner en marcha proyectos, decidió llenar ese nicho.

Ese fue el génesis de “El quehacer de la ciencia experimental”, editado en colaboración por Siglo XII editores y la Academia de Ciencias de Morelos (Acmor), pero no sin antes recorrer una odisea editorial que, sin embargo, fue apadrinada venturosamente por uno de los sabios mexicanos en este arte: Ruy Pérez Tamayo.

Le tomó cuatro años estructurar el libro y durante un par de años más se dedicó a buscar editorial, presentó el proyecto a cuatro editoriales, de quienes recibió la constante respuesta: “no hay mercado”.

Un día, de visita para ofrecer una charla en el IBt, Ruy Pérez Tamayo fue abordado por Galindo, quien le proporcionó su texto, esperando su lectura y comentarios; semanas más tarde, recibió su respuesta. “Me hubiera gustado tener un libro como este cuando fui un joven estudiante”, fue su respuesta, recuerda el biotecnólogo.

–Está muy bien, ¿quién se lo va a publicar?, preguntó.

Galindo le comentó cuál había sido su suerte hasta ahora con las editoriales. El médico, miembro del comité editorial de Siglo XXI le sugirió tocar la puerta ahí.

Hubo resonancia e interés, sin embargo, la lista de espera se podía alargar tres años más. La dilación podría mejorar con una coedición. Coincidentemente la Acmor lanzó por entonces una convocatoria para publicar propuestas editoriales de sus miembros. “Cayó como anillo al dedo”.

La publicación –que será presentada y comentada el 26 de septiembre en el IBt– es una guía práctica y manual para hacer ciencia experimental, que suma historias propias de Enrique Galindo con ejemplos prácticos e históricos. “No es teórico, de esos hay muchos”. “Espero que este libro sea de gran ayuda para todos aquellos que quieren empezar un proyecto de investigación”.

P.D. Ruy Pérez Tamayo prologa y ofrece su definición de ciencia.

Patentamiento y ética en la investigación

El texto está adecuado para diversos niveles escolares y cuenta con aspectos particulares, una de las cuales ha sido un camino recorrido exitosamente por Galindo, el patentamiento. “Es un aspecto que no se enseña ni en posgrado. Debemos aprender que, cuando el conocimiento que se genera es valioso para un sector productivo se debe patentar”.

Otro capítulo más ha sido titulado “La honestidad. Las normas éticas de la ciencia”, donde el académico expone prácticas que contradicen todo lo que busca el conocimiento científico. “No publicar datos incompletos, no fabricarlos, no omitiros; evitar la falta de cuidado y errores, conflicto de intereses, difusión de la información, plagio, créditos y la credibilidad de los científicos”, son algunos de los temas que los investigadores en formación no pueden omitir.

“Ahora –en la era de la Inteligencia Artificial– es todavía más importante hablar de la ética y temas como el plagio, un delito del cual muchas veces los estudiantes no se percatan”.

Fuente: cronica.com.mx

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