La fama de Pasteur como uno de los mayores héroes de la ciencia sigue incólume: Adolfo Martínez Palomo

“La técnica de Pasteur sigue usándose con algunas variantes en países en desarrollo. En el mundo industrializado se emplea la vacuna de células diploides humanas más segura y de gran efectividad inspirada en la cepa del virus de la rabia”, afirmó el colegiado

“La fama de Pasteur como uno de los mayores héroes de la ciencia sigue incólume. A más de cien años de su muerte podemos reafirmar ahora con mejor conocimiento de causa nuestra profunda admiración por la grandeza de su obra”, aseguró el colegiado Adolfo Martínez Palomo al impartir la conferencia Louis Pasteur y los virus.

La sesión que forma parte del ciclo Viernes Viral, coordinada por el colegiado Antonio Lazcano, se transmitió en vivo el 30 de octubre por las plataformas digitales de El Colegio Nacional.

El parasitólogo mexicano se refirió al proceso que siguió el químico bacteriólogo francés para inventar la primera vacuna desarrollada en un laboratorio, inoculación que actualmente sigue salvando vidas a todos aquellos que están en peligro de sufrir una enfermedad viral como la rabia. Agregó que fue cerca de París, en lo que alguna vez fueron las caballerizas de la guardia montada de Napoleón III, donde Pasteur comenzó a trabajar su vacuna contra este padecimiento.

Louis Pasteur nació en Dole, Francia, el 27 de diciembre de 1822, sus padres fueron Jean-Joseph Pasteur y Jeanne-Etiennete Roqui, un dato curioso es que destacó entre sus compañeros sólo por sus dibujos de retratos, como los que hizo de su familia. Su padre, un modesto surtidor de cueros y antiguo integrante del ejército, lo llevó a París con la esperanza de que se convirtiera en maestro de provincia, pero Pasteur, presa de la nostalgia, no toleró el lugar.

En palabras del colegiado, desde su juventud, el bacteriólogo abordó como físico y químico el mundo misterioso de la biología y logró la conjunción de estas ramas del conocimiento en una época en la que casi no se hablaba de la pluridisciplina. A los 24 años escribió dos tesis para obtener el doctorado, una de ellas de física y la otra de química.

Científicos de la época aseguraron que gracias a sus estudios pasaron de una concepción estática de la química, centrada casi exclusivamente en la naturaleza de los elementos que constituyen los cuerpos estudiados, a una visión dinámica de la misma.

El experto en la biología de células neoplásicas recordó que con la muerte de Pasteur se hizo lo que, quizá, fue el más grande homenaje parisino en la Catedral de Notre Dame. El químico recibió un entierro magno como muestra de celebración a un personaje que mejoró, a través de la ciencia, la salud y la economía del país. Incluso fue considerado uno de los representantes de los héroes de Francia al lado de Víctor Hugo y Napoleón.

Martínez Palomo también hizo un breve recorrido por el modelo experimental que utilizó Louis Pasteur para probar su vacuna, quien tuvo la posibilidad de realizar ensayos tanto en animales como en humanos. Para su inoculación, Pasteur utilizó trozos de la médula espinal disecada de un conejo muerto de rabia y los diluyó en un caldo de cultivo estéril. Lo que en realidad inyectó como tratamiento fue médula con virus de rabia.

Después de hacer centenares de experimentos en conejos y perros, el 6 de julio de 1885 el químico demostró por primera vez la efectividad de su vacuna en un niño mordido 14 veces por un perro rabioso, quien sobrevivió.

El 20 de octubre de ese mismo año inició el segundo tratamiento exitoso en un niño pastor de 15 años, quien sufrió numerosas mordeduras en las manos por defender a sus compañeros de un perro rabioso. Y fue irrefutable la idea de que la vacuna lo salvó de la muerte. Para diciembre de ese año sumaban 80 los pacientes que habían recibido la inyección, y para agosto de 1886 eran mil 235 los inoculados en París, de los cuales sólo tres murieron.

El científico comentó que, a pesar de sus aportes a la biología, algunos investigadores decidieron acabar con la imagen del héroe parisino cien años después de su muerte. Se refirió al historiador estadounidense Gerald L. Geison y a su libro The private science of Luis Pasteur, que buscó acabar con este personaje a través de argumentos no basados en la verdad.

Puntualizó que “la vacunación antirrábica fue el invento al que dedicó más tiempo en su vida, el tema que lo llevó a la cumbre de la fama y también el que lo puso en la sima de la crítica. Pasteur nunca buscó pacientes para probar su vacuna, todos llegaron a él, nunca actuó en la sombra, reiteradamente notificó a las academias y comunidades científicas sus avances.”

De acuerdo con el investigador mexicano, la técnica de Pasteur sigue usándose con algunas variantes en países en desarrollo. En el mundo industrializado se emplea la vacuna de células diploides humanas más segura y de gran efectividad inspirada en la cepa del virus de la rabia. “El número de vacunas administradas anualmente en el mundo es de más de 20 millones, a pesar de lo cual siguen muriendo de 50 a 60 mil personas al año, sobre todo en África, porque no reciben este beneficio.”

Martínez Palomo finalizó su ponencia recordando que existe una estatua de Pasteur en el Paseo de la Reforma, que llegó al país en 1910 como un regalo del pueblo francés al mexicano y que fue inaugurada por Porfirio Díaz.

“Para mí es una paradoja inmensa porque en todo el territorio nacional acabó el pobre de Pasteur a lado de la Cámara de Senadores. Un monumento a la ciencia, un monumento a lo que la ciencia puede hacer por la humanidad, por la salud y por la economía, está al lado de la Cámara de Senadores, quienes acaban en estos días de votar en contra de la ciencia, en contra de la salud. Y yo digo que lo cambien o que lo pongan a la entrada y que se enrojezcan de vergüenza todos aquellos que han votado en contra del conocimiento y, quizá, que se haga una réplica y la coloquen enfrente de la Cámara de Diputados”.

Al responder a la pregunta sobre por qué no hay una vacuna efectiva contra la COVID-19, el colegiado aseguró que, entre otras cosas, se debe a que ha pasado muy poco tiempo desde de que el virus llegó y comenzó la búsqueda de un tratamiento. “No tenemos un modelo experimental como el que tuvo Pasteur con el cual se pueda estar probando los medicamentos, las vacunas, en ratones o conejos, ahora hay que trabajarlo en humanos y todo ello requiere tiempos prolongados”.

Fuente: El Colegio Nacional