La ciencia, y por qué debemos defenderla

Carlos Sandoval Jaime

carlossj@ibt.unam.mx

Hace aproximadamente 2600 años se le planteó una pregunta al pensador Tales de Mileto ¿De qué están hechas todas las cosas? A esta pregunta él respondió: “Todo está hecho de agua”, si bien su respuesta era incorrecta, fundó las ideas que han desencadenado el pensamiento científico actual. Antes de este planteamiento, se pensaba que todo el universo era un conjunto de seres mágicos cuyas voluntades  dictaban lo que sucedía y lo que ocurría con las personas.

En la teoría de Tales el universo era conducido de acuerdo a ciertas “leyes naturales”. Esta idea proponía que el estudio del universo conduciría a la comprensión y a la predicción de los fenómenos naturales, los cuales están regulados por leyes inalterables y no por los caprichos de seres mágicos.

Si bien la ciencia ha demostrado tener limitaciones, nuestra capacidad de entender estas limitaciones nos permite descubrir cosas que de otra forma serían desconocidas por siempre. La idea general de Ciencia propuesta por Tales sigue siendo válida hasta nuestros días.

La idea de investigar y descubrir el funcionamiento del universo estuvo en peligro a la caída del imperio romano, en un periodo de tiempo que la historia llama la edad media o el obscurantismo (nótese que el nombre describe muy bien el estado de la humanidad). Después de esta época terrible se inició un periodo de crecimiento en el conocimiento y las artes que se ha mantenido en ascenso hasta nuestros días. La investigación científica nos ha proporcionado todo lo que podemos ver (y no ver) alrededor de nosotros, todo esto gracias al trabajo ordenado de miles de personas alrededor del mundo que han decidido dedicar su tiempo y su vida a responder preguntas y a traer beneficios a todos.

En la actualidad la población está en riesgo de entrar a una nueva época obscura, con la incorporación de políticos que carecen de formación o de asesores científicos. El ejemplo más reciente de esto es la toma de poder del presidente número 45 de los Estados Unidos, Donald Trump. En esta ocasión pasaré por alto sus ideas negativas contra otras razas y países y me enfocaré en la absoluta ignorancia que manifiesta referente a grandes problemas que la humanidad enfrenta, ignorancia también representada por el grupo de personas que colocó en puestos claves del gobierno que legislan sobre políticas de energías renovables y calentamiento global, terapias novedosas con células madre y políticas de vacunación.

En su propuesta de presupuesto para 2018 Donald Trump proponía, además, una serie de recortes presupuestales para diferentes agencias: la Agencia de Protección Ambiental

(-31%), el Departamento de Agricultura (-21%), el Departamento de Salud y Servicios Humanos (-18%), el Departamento de Energía (-6%) e incluso la NASA (-1%).

Afortunadamente el congreso de los Estados Unidos entiende la importancia de la ciencia y no sólo no aprobó estos recortes, sino que incluso aumento el dinero asignado a ciencia y tecnología.

Sin embargo, estos recortes son algo que hemos visto de manera constante también en América Latina.

En Brasil, en el año 2016 se hizo una reducción del 70% en el presupuesto del ministerio de ciencia, tecnología e innovación. En Argentina, el presupuesto para el sistema nacional de ciencia y tecnología tuvo recortes para el 2017 del 32%, representando esto la asignación de sólo el 0.59% del gasto total nacional, el más bajo en los últimos años.

Es evidente que estos recortes comprometen en gran medida los presupuestos destinados a la investigación y el desarrollo científico de estos países y de igual manera afecta los fondos para becas de miles de estudiantes de ciencia.

En el caso de México, el panorama no es muy diferente. El presupuesto asignado a ciencia y tecnología para el 2017 se redujo en un 23.3% con respecto a 2016, dando un total de 26 mil 963 millones de pesos. Esta cantidad podría parecer suficiente, pero recordemos que la deuda acumulada por los ex gobernadores acusados de malos manejos en nuestro país alcanza 186 mil 535 millones de pesos… hagan las cuentas.

Ante esta situación, era importante que los científicos en todo el mundo levantaran la voz y protestaran por esta injusticia. Es por todo esto que el 22 de abril de 2017, en el Día Internacional de la Tierra, se decide organizar una marcha por todo el mundo que abarcó más de 600 ciudades. La consigna general en estas marchas era dejar saber que la comunidad científica debe ser tomada en cuenta en el desarrollo de políticas públicas, que más recursos deben de ser asignados a ciencia, que los científicos deben de acercarse mucho más al público en general y darles a conocer como se verían beneficiados por nuestras investigaciones, y cómo los científicos deben mejorar los sistemas educativos que redituarán en una población mejor informada. En Cuernavaca, la capital de nuestro estado, se llevó a cabo la concentración por la ciencia donde se dieron cita un gran número de investigadores y estudiantes que demostraron al público la importancia de sus trabajos, y la solidaridad y buena voluntad que caracteriza a la comunidad científica.  Esta marcha es sólo el comienzo…

Fuente: Y sin embargo se mueve…