Dr. Enrique Galindo
El Dr. Enrique Galindo es miembro y expresidente de la Academia de Ciencias de Morelos, A.C.
Investigador emérito del SNI, ganador del Premio Nacional de Ciencias y fundador de la empresa Agro & Biotecnia, Enrique Galindo, argumenta a favor de las Start up científicas
En diferentes partes del mundo se ha pre- sentado el caso de que una científica o un científico desarrolle una innovación que puede ser valiosa para la sociedad y para el mercado, pero la industria no entiende la innovación o decide no invertir en ella. Entonces, el único camino que le queda a la investigadora o investigador es aventurarse y fundar su propia empresa de base tecnológica, si no quiere que su descubrimiento quede sin ser transferido.
A grandes rasgos, esa fue la ruta que tuvo que reco- rrer el científico mexicano Enrique Galindo Fentanes, quien es un investigador reconocido de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y que, con otros investigadores, logró desarrollar un biofungicida que permite controlar los hongos que causan una enfermedad de las plantas llamada antracnosis y que provoca manchas negras y pérdidas en cultivos de importancia comercial, como el mango, papaya, aguacate y cítricos.
«Siempre quise ser un cazador de microbios», comenta. el doctor Galindo a las lectoras y lectores de Hypatia, tras recordar que cuando estaba en la secundaria, su papá le regaló el libro «Los cazadores de microbios», de Paul de Kruif, y entonces comenzó a imaginar que se dedicaría a eso profesionalmente, teniendo como inspiración a Luis Pasteur.
Actualmente, el doctor Galindo trabaja, en Cuernavaca, en el Instituto de Biotecnología de la UNAM. Está cele- brando 45 años de laborar en la Universidad Nacional; ha alcanzado el grado de investigador emérito y además es un fuerte promotor del emprendimiento cien- tífico, como una de las opciones que pueden seguir los jóvenes que egresan de posgrados universitarios.
«Sigo trabajando en la UNAM, donde investigo, gene- ro publicaciones y formo a estudiantes, pero también dedico parte de mi carrera a transmitir a otros colegas la idea de que el emprendimiento científico es factible», dice el investigador que estudió Ingeniería Química en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), luego hizo su tesis de licenciatura en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y más tarde realizó su maestría y doctorado en Biotecnología, en la UNAM.
Su recorrido biográfico y académico es una colección de cuadros llenos de contenido y anécdotas; desde su infancia en una casa que estaba dentro de una planta industrial de la compañía Bacardí, en la antigua hacienda colonial, La Galarza, en Puebla, hasta sus viajes, conversaciones y visitas a sus abuelos, que le regalaron una enciclopedia temática, que le fue llegando, un volumen cada mes, a lo largo de un año.
«Siempre viví cerca de microbios y de fermentos», comenta con buen humor el investigador que tuvo que fundar su propia empresa, llamada Agro & Biotecnia, para ayudar a que saliera al mercado su biofungicida Fungifree AB, que ha recibido diferentes premios a la innovación.
«Muchos colegas piensan que no es factible hacer em- prendedurismo como científicos, o quizás nunca se lo han planteado, ni ellos ni sus estudiantes. Yo creo que esa es una vía alterna para que puedan obtener traba- jos dignos muchos de nuestros egresados de carreras científicas que ya no se pueden colocar en la academia o en otras industrias. Yo pienso que explicar el cami- no del emprendimiento científico es algo en lo que alguien debe insistir. Por eso creo que voy a dedicar lo que resta de mi carrera académica, a seguir pro- moviendo estas actividades en la medida que pueda y donde pueda», dice el doctor Galindo Fentanes, en su oficina del IBt-UNAM.
El argumento es sólido y es pertinente porque las instituciones de educación superior en México ya han demostrado que son muy buenas para formar estudian- tes de alta calidad, y para generar nuevo conocimiento, pero todavía hace falta el eslabón para transferir los nuevos conocimientos a la industria y muchas veces la industria tradicional no parece estar preparada.
En Morelos ya existen 23 empresas de base tecnológi- ca, las cuales fueron fundadas por científicos de diferentes centros.
«Yo creo que lo que ha ocurrido en Morelos es un ejemplo de algo que puede ocurrir por todo el país. Nuestra asociación de empresas de base tecnológica, que se llama Innovación con ciencia, no surgió porque hubiera algún programa de fomento del gobierno o de alguna universidad; surgió orgánicamente y en las peores condiciones para la innovación. A pesar de eso, muchos jóvenes han logrado establecer empresas, y eso demuestra que el emprendimiento científico en Morelos va a ir adelante porque ya se dio», concluye el investigador del IBt-UNAM.
Fuente: revistahypatia.morelos.gob.mx


Deja una respuesta