Desde el Golfo de California, científicos de México y Chile estudian el pasado para prever el clima del futuro

La sesión fue coordinada por Jaime Urrutia Fucugauchi, miembro de El Colegio Nacional; Dionisio Meade y Araceli Rodríguez, de Fundación UNAM; y Araxi Urrutia Odabachian, del Instituto de Ecología de la UNAM

“El océano es el principal termorregulador del planeta, porque su circulación permite distribuir la cantidad de energía que llega a los trópicos y se distribuye hacia las latitudes altas. Es gracias a eso que tenemos un clima que permite que habiten diferentes formas de vida. Si no existieran las corrientes oceánicas, tendríamos escenarios distintos”, expuso la bióloga mexicana Ligia Pérez Cruz al impartir la conferencia “Paleoceanografía y paleoclimatología del Golfo de California: océano sostenible y cambio climático”.

La sesión formó parte del ciclo Consorcio Universidades por la Ciencia 2025, coordinado por Jaime Urrutia Fucugauchi, miembro de El Colegio Nacional, y fue la última conferencia dentro de la iniciativa de océanos sostenibles, proyecto binacional que cuenta con la participación de más de 28 investigadores de Chile y México. Una iniciativa que se ubica dentro de los objetivos de desarrollo sostenible del decenio de las Naciones Unidas, particularmente enfocada en el objetivo número 14, relacionado con la vida submarina.

“Hay un aumento de la temperatura superficial del mar, entre 1993 a 2023 ésta aumentó alrededor del 0.5 grados centígrados. Y se calcula que para el año 2100, la temperatura del planeta tendrá un incremento de tres grados centígrados, lo que traerá consecuencias drásticas”, sostuvo la coordinadora de Plataformas Oceanográficas de la UNAM.

Agregó que el calentamiento global reduce el oxígeno del océano, hace que sea menos soluble, que haya una menor estratificación y una menor mezcla. “Se calcula que, de 1960 a la fecha, ha perdido el dos por ciento de su oxígeno y esa zona se sigue expandiendo, esto significa que hay un menor secuestro de carbono y una mayor liberación de gases”. Señaló que uno de los objetivos del proyecto es conectar los registros geológicos con los retos contemporáneos del cambio climático y la sostenibilidad oceánica, porque los climas pasados proporcionan contextos para los escenarios climáticos futuros.

La investigadora se refirió a los estudios que se han realizado sobre el océano, particularmente sobre el Cuaternario Tardío, es decir, hace 2.6 millones de años, sobre todo, aquellos enfocados en los últimos 50 mil años. Enfatizó que el Golfo de California es la cuenca oceánica más joven del planeta, porque se encuentra en etapa de formación y sus sedimentos preservan con fidelidad la historia climática del Cuaternario Tardío.

“Es uno de los mares considerados más productivos a nivel planetario debido a sus procesos físicos dados por el fitoplancton, que forma capas de sedimentos de materia orgánica”. Lo anterior propicia una contribución al ciclo de carbono terrestre. Tiene un clima estacional, durante el invierno y la primavera, la insolación es baja y los vientos del noroeste se canalizan, son muy intensos y promueve la mezcla de aguas y productividad primaria. Durante verano y otoño, hay mayor precipitación y diversas masas de agua que son estudiadas por oceanógrafos a través del tiempo.

En palabras de la experta, las aguas de este Golfo son las únicas que se forman por evaporación en la región norte. “Hay una zona de oxígeno mínimo que está caracterizando el área intermedia del pacífico y que, en estudios recientes, se ha visto que no solamente es desde una profundidad de 500 metros a mil 200 metros, sino que puede alcanzar un límite superior de 200 metros, lo que muestra que se agranda en espesor por el cambio climático”.

Lo anterior hace que “los sedimentos del Golfo de California sean muy valiosos, porque ahí se registran los procesos climáticos y ecológicos que ocurren sobre el continente, también guarda la dinámica oceánica que ocurre en la superficie de las aguas, el reciclaje en la columna de agua y la transformación de los sedimentos. Se trata de registros geológicos invaluables para analizar el clima”.

Ligia Pérez Cruz también habló de las herramientas con las que se analiza el océano, que son similares a las que se utilizan en las plataformas petroleras, pero con la misión de obtener conocimiento científico. Explicó que para comprender la composición de los sedimentos y analizar el clima de este ecosistema, se requiere de proxies, indicadores indirectos que se utilizan para reconstruir las condiciones climáticas del pasado. “Ya que no se pueden obtener mediciones directas, estos datos provienen de registros naturales como los sedimentos marinos, permiten reconstruir la química atmosférica, concentraciones de gases de efecto invernadero, la temperatura del mar, la salinidad y la productividad”.

“Con el tiempo este tipo de proxies los queremos implementar con la investigación que tenemos con el grupo de chilenos, en el barco de la UNAM PUMA, buque de investigación multipropósito con 45 años de historia”, finalizó la bióloga.

Fuente: El Colegio Nacional

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