Un olor especial en la cabeza de un recién nacido facilita la conexión con la madre
Un equipo dirigido por la profesora de la Universidad de Kobe Mamiko Ozaki se ha convertido en el primero en identificar la composición química de los olores producidos por las cabezas de los recién nacidos.
Esta investigación arroja nueva luz sobre la importancia olfativa de las cabezas de los recién nacidos en el reconocimiento de la madre y el bebé. También recoge un método no invasivo y sin estrés para tomar muestras de estos directorios de olores de las cabezas de los bebés.
El estudio analizó los aspectos químicos y psicológicos de los olores de las cabezas de los bebés y cómo esto proporciona un elemento importante para que los recién nacidos atraigan la atención de los cuidadores.
Según los investigadores, esta investigación se podrá utilizar en la prevención de problemas como la negligencia infantil y los trastornos de apego. Los resultados se publican en la revista Scientific Reports.
Objetivos y metodología
El objetivo principal de este estudio fue comprender más sobre el olor producido por los recién nacidos, lo que puede facilitar el cuidado.
En primer lugar se realizó un análisis químico de los olores de la cabeza de los recién nacidos y de los olores de líquido amniótico.
Usando un método simple, los investigadores lograron obtener olores frescos de la cabeza de cinco bebés recién nacidos. Estos olores se analizaron químicamente y se compararon entre sí o con el olor del líquido amniótico de la madre de cada bebé.
Los científicos identificaron 31 componentes químicos de los olores volátiles de las cabezas de recién nacidos y 21 componentes del líquido amniótico. Y descubrieron que, aunque 15 de estos componentes eran comunes a ambas fuentes, existe una diferencia entre los patrones de la cabeza y los olores del líquido amniótico.
También descubrieron diferencias en patrones entre los bebés cuyas muestras de olor de la cabeza se tomaron una hora después del nacimiento y las que se habían tomado de dos a tres días después del parto.
Estos resultados sugieren que un bebé puede expresar fuertemente su individualidad a través del olor poco después del nacimiento, en comparación con unos días más tarde.
Experimentos a ciegas
A continuación, los investigadores pidieron a un total de 62 estudiantes de la Universidad de Kobe, de entre 18 y 24 años (31 mujeres y 31 hombres), que olieran una de las tres muestras. Las muestras eran mezclas de olores artificiales basadas en la cabeza del bebé y muestras de líquido amniótico tomadas en el Hospital Universitario Hamamatsu.
Quince minutos después, se les pidió que determinaran cuál de las cuatro muestras de prueba (tres mezclas de olores artificiales y el disolvente de control) era idéntica al olor que habían olido antes. También se pidió a los participantes que calificaran su nivel de confianza en su decisión. Estos fueron experimentos a ciegas: Los participantes desconocían el tipo y el origen de las muestras.
Los resultados de esta última fase mostraron que los participantes pudieron distinguir entre las muestras de olor. Cuando el olor objetivo era una de las mezclas basadas en el olor de las cabezas de los bebés, la tasa de identificación fue superior al 70% para todos los participantes. Sin embargo, la tasa de identificación para el olor a líquido amniótico fue menor (55%), y también hubo una diferencia en la tasa de identificación entre las mujeres (73%) y los participantes masculinos (36%).
Relación madre-hijo
El análisis químico y el reconocimiento olfativo de los olores de la cabeza de los bebés en este estudio son contribuciones potencialmente importantes para la comprensión de la formación del vínculo madre-bebé y la comunicación no verbal temprana, señalan los científicos.
Esta investigación podría desarrollarse aún más analizando muestras de un mayor número de cabezas de bebés, añaden. Además, puede valer la pena investigar otros factores, que pueden afectar la capacidad de reconocer el olor de los adultos, como el estado civil o la experiencia de cuidado de los participantes.
El equipo de investigación estaba formado por profesores e investigadores de la Universidad de Medicina de Hamamatsu, de la Universidad de Iwate, dela Universidad de Tsukuba y de la citada Universidad de Kobe.
Fuente: tendencias21.net