El secreto mejor guardado de los violines Stradivarius
El mejor grupo de instrumentos de cuarteto de cuerda del mundo se encuentra en el Palacio Real de Madrid, es el llamado cuarteto palatino o decorado y está compuesto por dos violines, una viola y un violonchelo, fabricados a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. Lo que hace especiales a estos instrumentos de cuerda es la inscripción que aparece en todos ellos: “Antonius Stradivarius Cremonensis Faciebat Anno…”, es decir, “Antonio Stradivarius de Cremona, fabricado hacia el año…”.
Antonius Stradivarius (1644-1737), el más famosolutier de la historia, los fabricó para Carlos II aunque finalmente se los acabó ofreciendo como obsequio a Felipe V durante una visita que realizó a Madrid (1702). Por motivos políticos, relacionados con la Guerra de Sucesión española, no fue aceptado el regalo y hubo que esperar hasta setenta años después de su fabricación, momento en el cual Carlos III encargó su adquisición para su hijo, el por entonces Príncipe de Asturias y que con el tiempo se convertiría en Carlos IV.
Las tres familias de lutieres más famosas
Cremona se encuentra a pocos kilómetros al sureste de Milán y allí vivieron las tres familias de lutier –Amati, Guarnieri y Stradiviri- más famosas del mundo. Los expertos han censado unos 800 Stradivarius, 250 Guarnieris y 6 Amati. El vocablo original, “luthier”, procede del francés “luth”, que a su vez deriva del árabe “al-ud” (la madera).
Los violines de Cremona son objetos de culto. La perfección en estado puro, muchos los consideran la obra más perfecta realizada por un solo hombre. En sí mismos representan el triunfo de la física, las matemáticas y la química.
La anatomía del violín parece sencilla, no pesa más de 280 gramos y está formado, básicamente, por un cuerpo hueco de madera de 70 a 90 piezas. Esta aparente simplicidad encierra la síntesis del intelecto y la emoción.
El secreto del boticario de Cremona
Los Stradivarius han sido estudiados en profundidad para conocer su excelencia. Mucho se ha especulado sobre el secreto del lutier, si la excelencia está en relación con los barnices, el secado, el clima o, simplemente, en la ejecución artesanal. Un profesor estadounidense de bioquímica en la Universidad de Texas, el doctor Joseph Nagyvari, ha planteado hace algún tiempo una revolucionaria teoría.
En sus viajes por el norte de la península itálica Nagyvari comprobó que los muebles de la época en la que vivió Antonio Stradivarius estaban profusamente agujereados por la carcoma excepto los de la ciudad de Cremona. Parece ser que el boticario de esta ciudad fabricó un insecticida antixilófago muy eficaz llamado “sal de gemas”. Se trataba de un mineral pulverizado que el boticario preparaba a partir de una fórmula magistral.
Evidentemente, este “producto químico” también fue utilizado por los lutiers cremoneses. Al parecer la sal de gemas cristalizaba en la madera, se introducía en sus poros y mataba los poros de la carcoma. Este mineral confería a la madera una rigidez especial y unas propiedades vibratorias únicas, que en el caso de los instrumentos musicales contribuía a mejorar la calidad acústica de la misma.
Stradivarius, después de haber tenido una fructífera y longeva carrera profesional, firmó su último violín a la edad de 92 años, legando al mundo la paternidad de más de mil instrumentos de cuerda, entre violines, violas y violonchelos. Curiosamente, la muerte de este lutier coincidió con la aparición de nuevos insecticidas, más baratos, más eficaces y más modernos que la sal de gemas, pero carentes de propiedades acústicas.
Muy probablemente, Antonius Stradivarius y el boticario de Cremona se murieron sin saber que un insecticida había contribuido a fabricar los mejores violines de todos los tiempos. Seguramente fue esta la razón por la que no transmitieron su “secreto” a las generaciones siguientes.
Fuente: abc.es