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Reptiles voladores sostenían grandes cuellos con vértebras en espiral

Los pterosaurios azhdárquidos, gigantescos reptiles voladores con una envergadura de hasta 12 metros, presentaban delgadas vértebras en su cuello con una intrincada estructura espiral nunca antes vista.

Esto les permitía sostener sus largos cuellos desproporcionados, más largos que los de una jirafa, según un estudio que se publica en la revista iScience.

“Uno de nuestros descubrimientos más importantes es la disposición de las barras transversales en el centro de las vértebras –explica Dave Martill, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido)–. No se parece a nada visto anteriormente en una vértebra de ningún animal. El tubo neural está situado en el centro de la vértebra y está conectado a la pared externa a través de una serie de trabéculas finas en forma de varilla, dispuestas radialmente como los radios de una rueda de bicicleta y en forma helicoidal a lo largo de la vértebra. Incluso se cruzan como los radios de una rueda de bicicleta. La evolución convirtió a estas criaturas en impresionantes e impresionantes voladores”.

Los científicos pensaban anteriormente que el cuello del pterosaurio tenía una estructura más simple de tubo dentro de tubo, señala pero ello planteaba la pregunta obvia de cómo podían sus huesos de paredes finas, necesarios para reducir el peso de los reptiles voladores, seguir sosteniendo sus cuerpos y permitirles capturar y comer animales de presa pesados.

Cariad Williams, primera autora del estudio, no se había propuesto responder a esa pregunta. Lo que ella pretendía era examinar el grado de movimiento entre cada vértebra del cuello del pterosaurio. “Estos animales tienen cuellos ridículamente largos”, explica Williams, y añade que, en algunas especies, la quinta vértebra del cuello desde el extremo de la cabeza es tan larga como el cuerpo del animal. “Hace que una jirafa parezca perfectamente normal. Queríamos saber un poco cómo funcionaba este cuello increíblemente largo, ya que parece tener muy poca movilidad entre cada vértebra”, señala.

Aunque los huesos del pterosaurio marroquí que estudian están bien conservados en tres dimensiones, los investigadores no esperaban que los escáneres ofrecieran una visión tan clara de la intrincada estructura interna de la vértebra.

“En un principio no lo escaneamos para conocer el interior; queríamos una imagen muy detallada de la superficie exterior –dice Martill–. “Podríamos haberlo conseguido mediante un escaneo superficial ordinario, pero tuvimos la oportunidad de meter algunos especímenes en un escáner CT, y nos pareció descortés rechazar la oferta. Simplemente intentábamos modelar el grado de movimiento entre todas las vértebras para ver cómo podría funcionar el cuello en la vida”.

Según resalta, “lo más sorprendente fue que la estructura interna estaba perfectamente conservada, al igual que la microhistología cuando hicimos algunas secciones petrográficas a través del hueso. En cuanto vimos el intrincado patrón de trabéculas radiales, nos dimos cuenta de que ocurría algo especial –prosigue–. Al mirar más de cerca, pudimos ver que estaban dispuestas en forma de hélice recorriendo el tubo vertebral de arriba a abajo y cruzándose entre sí como los radios de una rueda de bicicleta”.

Su equipo se dio cuenta de inmediato de que tenía que recurrir a los ingenieros para entender cómo habría funcionado la biomecánica de este cuello inusual. Esos análisis sugieren que tan sólo 50 de las trabéculas en forma de radio aumentaban en un 90% la cantidad de peso que sus cuellos podían soportar sin doblarse. Junto con la estructura básica de tubo dentro de tubo, explica cómo estos animales relativamente ligeros podían capturar y transportar presas pesadas sin romperse el cuello.

“Parece que esta estructura de vértebras cervicales extremadamente finas y con travesaños dispuestos helicoidalmente resuelve muchas dudas sobre la biomecánica de cómo estas criaturas eran capaces de sostener cabezas enormes, de más de 1,5 metros, en cuellos más largos que los de la jirafa de hoy en día, sin perder la capacidad de volar”, afirma Martill.

Aunque a veces se piensa que los pterosaurios son un callejón sin salida evolutivo, Martill y sus colegas resaltan que los nuevos hallazgos los revelan como “fantásticamente complejos y sofisticados”. Sus huesos y esqueletos eran una maravilla de la biología: extremadamente ligeros, pero fuertes y duraderos.

Los investigadores aseguran que aún queda mucho por aprender en futuros trabajos sobre los pterosaurios, incluyendo cuestiones aparentemente básicas sobre su capacidad de vuelo y su ecología alimentaria.

Fuente: notimerica.com