Paracaídas: el nuevo y exitoso enfoque para recuperar cohetes espaciales

La empresa de Nueva Zelanda Rocket Lab ha lanzado y recuperado con éxito su cohete insignia Electron con este enfoque pionero basado en un descenso suave. Se trata de la primera recuperación de este tipo, frente a las de SpaceX y Blue Origin, basadas en que el aparato realice un aterrizaje en vertical

La empresa neozelandesa Rocket Lab ha logrado un gran hito: ha lanzado y recuperado con éxito su cohete insignia Electron. La misión número 16 de la empresa hasta ahora, incluyó por primera vez un suave aterrizaje en paracaídas del propulsor de primera etapa, que cayó al océano.

La misión: Electron fue lanzado alrededor de la 1:46 am hora local el 20 de noviembre desde el sitio de lanzamiento de la empresa en el extremo sur de la Isla Norte de Nueva Zelanda. La misión desplegó con éxito 30 satélites en órbita baja terrestre.

Después de dos minutos de vuelo (más 7.900 metros en el aire), el propulsor de la primera etapa se separó de la segunda etapa, giró 180 grados y desplegó un paracaídas que ralentizó su descenso y permitió un suave aterrizaje en el océano Pacífico, después de lo cual los equipos se aventuraron con éxito a recuperarlo. Es la primera vez que la empresa intenta recuperar un propulsor de cohete.

Por qué es importante: tanto SpaceX como Blue Origin llevan años recuperando sus propulsores de cohetes. Pero su método implica recuperar los propulsores mediante un aterrizaje vertical.

Rocket Lab quiere ser pionero en un enfoque diferente. El objetivo es recuperar los propulsores mientras caen capturándolos en el aire con un helicóptero. Después de que el propulsor haya desplegado su paracaídas, un helicóptero engancharía la línea del paracaídas antes de que el cohete caiga al océano.

La compañía lo demostró a finales de marzo, con un helicóptero que atrapó un cohete simulado que caía desde unos 1.500 metros de altitud sobre el océano. Antes de esto, Rocket Lab también demostró con éxito una reentrada guiada del cohete Electron durante las misiones de diciembre y enero, probando que el propulsor de la primera etapa podría sobrevivir la reentrada a la atmósfera. La misión del pasado viernes muestra que la empresa es capaz de traer el propulsor de vuelta a la Tierra en perfecto estado.

Lo pequeño es mejor: la empresa está especializada en lanzamientos de cargas pequeñas. Su cohete Electron de 16,76 metros de altura está impreso en 3D, el único cohete de este tipo que vuela actualmente. Electron no puede enviar satélites muy pesados al espacio (es demasiado liviano), pero el auge de los satélites pequeños ha abierto un mercado enorme del que Rocket Lab se quiere beneficiar, especialmente si la compañía puede realizar vuelos frecuentes. Rocket Lab planea comenzar a realizar lanzamientos desde EE. UU. a partir del próximo año.

La empresa también tiene planes en el espacio profundo para el futuro. Aspira a enviar un pequeño satélite a Venus en 2023 para estudiar la atmósfera del planeta en busca de posibles signos de vida.

Fuente: technologyreview.es