¡No más picaduras! científicos de EU logran reducir el apetito de los mosquitos
Científicos estadounidenses detectaron el mecanismo de regulación del apetito del mosquito hembra de fiebre amarilla y lograron reducir dicho instinto. La investigación publicada en la revista Cell, señala que el receptor 7, similar al neuropéptido Y que regula el apetito en el cuerpo humano, es el responsable del deseo de buscar sangre.
Los mosquitos hembras se alimentan de la sangre de animales para suplir sus funciones orgánicas de nutrición y alcanzar una descendencia saludable. Cuando eso sucede, una vez satisfecha, la hembra pone sus huevos y no busca alimento durante un tiempo determinado. El mecanismo que abstiene a la hembra de la alimentación y mantiene a su vez el correcto funcionamiento de su organismo durante la temporada de reproducción, continúa siendo poco conocido.
Ahora, Laura Duvall de la Universidad de Rockefeller junto con sus colegas, decidieron averiguar si existe una relación entre la saturación (sobrealimentación) y su pos restricción de búsqueda de alimentos tanto en mosquitos como en otros animales.
Sin apetito no hay virus
En muchas especies, el funcionamiento de las neuronas orexigénicas, responsables de estimular el apetito, depende del neuropéptido Y. Péptidos similares asociados a diferentes receptores, fueron hallados en el cerebro de los mosquitos.
Para determinar con exactitud el rol de éste neuropéptido, los científicos alimentaron varios mosquitos hembra Aedes aegypti, con tres sustancias distintas: sangre de oveja, sangre artificial (mezcla rica en proteínas similar a la sangre humana) y suero fisiológico.
El insecto aceptó toda la comida, pero solo la sangre real y la artificial hicieron detener su búsqueda de suministros: durante los siguientes tres días, no experimentaron deseo a la piel humana. En cambio, sí depositaron huevos, con lo que la descendencia resultó viable.
Por su parte, los mosquitos alimentados con solución salina, realizaron una búsqueda de alimentos durante los siguientes dos días. Los biólogos asumen que es el lapso de digestión de ésta sustancia. Contrariamente a los primeros, éstas hembras no pusieron huevos.
El experimento
Para comprobar si es posible controlar el apetito de los mosquitos con la alteración de los neuropéptidos similares a Y, el equipo de investigación desarrolló un olfatómetro especial. Colocaron los mosquitos dentro de una cámara con emisión de dióxido de carbono, lo cual estimula al insecto en su búsqueda del alimento.
Allí, se los suministró con diez agonistas y antagonistas de los receptores asociados con el neuropéptido, los cuales, como se mencionó anteriormente, regulan el apetito en el humano. Los agonistas se mezclaron con solución salina; y los antagonistas, con sangre artificial. La búsqueda de alimento se evaluó durante los dos días posteriores a la administración de las mezclas.
De todos los fármacos utilizados, los mosquitos se vieron afectados por dos agonistas y un antagonista. Particularmente, utilizando los agonistas que activan los receptores Y2 y Y4 en el cuerpo humano, se inhibió la liberación del neuropéptido Y en los mosquitos, y con ello, la reducción del apetito. El agonista Y2 es el que resultó más efectivo.
Con el fin de hallar, entonces, el receptor de los fármacos que actúa sobre Y2, los científicos evaluaron 49 receptores peptídicos in vitro a partir del ADN complementario del insecto. El receptor-objetivo para un agonista efectivo resultó ser el receptor 7 del neuropéptido Y (NPLYR7), que en los mosquitos está codificado por el gen homónimo.
Para probar el efecto de este receptor, los científicos criaron mosquitos con dicho gen desactivado: un medicamento que era eficaz anteriormente, ya no estaba habilitado. Por último, probaron el agonista del receptor NPLYR7 en mosquitos hembra sin modificación alguna. El resultado fue que lograron limitar el apetito exitósamente: los individuos, colocados en una jaula junto a un ratón, bebían menos sangre que los mosquitos genéticamente alterados.
Como es sabido, la especie Aedes aegypti es portadora de peligrosas enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue y el virus Zika. Durante la alimentación del insecto es cuando se transmiten las infecciones. Por lo tanto, el conocimiento del mecanismo que limita su apetito, disminuye a su vez la afección de más crías y con ello, menos focos de riesgos.
No es la primera vez que se intenta reducir la propagación del virus. A modo de ejemplo, el verano pasado en la ciudad australiana de Townsville, científicos lograron detener el dengue al debilitar la capacidad de transmisión del mosquito.
Fuente: nmas1.org