Los ojos azules no existen. Entonces, ¿por qué los vemos de ese color?

A diferencia de los marrones, los ojos azules no contienen ningún pigmento que les otorgue ese color: se trata de un efecto de dispersión de la luz, como el que aparece en el cielo o el mar

¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que se oculta tras la diversidad de colores que decoran el iris humano? Negros, marrones, pardos, verdes, azules… Todos ellos son parte de aquello que hace a cada ser humano único e indistinguible. Sin embargo, ¿sabías que hay uno de ellos que guarda un integrante secreto? Se trata de los ojos azules pues, a pesar de lo que parece a simple vista, realmente no son de ese color: el ojo humano no posee un pigmento azul que aporte esa tonalidad.

Entonces, ¿por qué hay tanta gente con ojos de ese color y de dónde viene? Te contamos la respuesta a ese misterio, la cual puede que te suene, pues es la misma ciencia que da explicación al color azulado del cielo o del mar.

El color es azul

En realidad, los colores no son más que la forma en la que nuestros ojos interpretan la luz que llega hasta ellos, procedente de los diferentes objetos que los rodean. Por lo tanto, los colores son, simplemente, luz. ¿De qué depende entonces esa interpretación y los diferentes tonos que vemos? Pues nada más y nada menos que de la cantidad de luz que absorban o reflejen esos objetos.

La luz está compuesta por un conjunto de longitudes de onda, cada una identificada con un color: las longitudes de onda más grandes son las rojas, naranjas o amarillas; mientras que las más cortas se identifican con los tonos azules y morados. Así, cuando la luz llega hasta un objeto, este absorberá o reflejará algunas de ellas en función del material del que esté hecho, dictaminando su color. Las que refleje, llegarán a tus ojos, el cerebro traducirá su longitud de onda por un color y relacionarás ese tono con el del objeto, mientras que las que absorba, no colaborarán a la asignación de la tonalidad.

Los ojos azules no existen

¿Qué ocurre entonces con los ojos azules? Pues bien, que no poseen ningún pigmento azul que los tiña, sino que el tono azulado se debe únicamente al comportamiento del iris: absorbe las longitudes de onda largas de la luz, dejando reflejarse las tonalidades que se relacionan con el color azul. No es este el caso de los marrones, donde la melanina (sustancia también relacionada con el color moreno del pelo o de la piel) se sitúa en el iris, tiñéndolo directamente de castaño.

Es esta zona, el iris, la responsable de dotar de color al ojo humano. Se compone de dos capas principales: el epitelio pigmentario y el estroma. La primera, el epitelio, contiene, para casi todas las personas, una cierta cantidad de melanina, es decir, de pigmento marrón. Por eso, el protagonista en este aspecto de la tonalidad es la segunda capa, el estroma, compuesto por una serie de fibras superpuestas y un gran número de células especializadas.

Si el estroma carece de pigmento, las fibras se dispersan a lo largo de toda la zona, lo que conlleva que absorban las longitudes de onda largas, reflejando las cortas, es decir, los tonos azules, dotando los ojos de ese color a la vista de otras personas. Sin embargo, cuando el estroma posee melanina, se combina con la de la parte trasera para cubrir el iris y pigmentarlo de marrón.

¿Qué pasa con los ojos verdes?

Los ojos verdes son una mezcla curiosa de ambos casos. Así, de la misma forma que los pardos, para que se dé esa tonalidad la cantidad de melanina en el estroma debe ser poca y estar acompañada de un pigmento marrón muy claro llamado lipocromo. Así, la falta de melanina provocaría un tono azul, debido a la reflexión de la luz, pero la aparición del lipocromo se combinaría para dar lugar a los tonos verdes.

Otro caso curioso es el de los bebés, pues en su primer año de vida es normal que presenten los ojos de colores azulados, aunque posteriormente se les tornen marrones. Esto es debido a que, al nacer, no hay demasiada melanina y es, justamente, durante el primer año de vida cuando este pigmento se va acumulando, oscureciendo el iris de los infantes.

Sin embargo, tanto los tonos azules como los verdes pueden variar a lo largo del tiempo. Esto es lógico si tenemos en cuenta que son colores basados en la forma en la que se refleja la luz, por lo que, dependiendo de las condiciones lumínicas, es posible que adopten unas variantes u otras.

Pero, si eres parte de este grupo de la población con ojos claros, no te preocupes, pues tu visión no se ve afectada de ninguna forma por estas características: son solo factores externos que no tienen nada que ver con el funcionamiento de la retina. Simplemente, parte de tu melanina ha decidido abandonar tu iris.

Fuente: nationalgeographic.com.es