Los neandertales pudieron ser caníbales y más inteligentes que los sapiens

El paleoantropólogo Ludovic Slimak acaba, en El neandertal desnudo, con algunos mitos de esta especie homo que se extinguió coincidiendo con la aparición de los sapiens

De entre las inteligencias extintas, una de las más apasionantes es la del neandertal. De esta especie del género Homo creemos que lo sabemos casi todo. Especialmente si atendemos a los últimos descubrimientos sobre su convivencia y coincidencia con el Homo sapiens. Pero puede que no sea así.

El arqueólogo y antropólogo Ludovic Slimak señala en El neandertal desnudo (Debate) que los lejanos restos de la humanidad neandertal sugieren que nunca fue un “nosotros-mismos” más. Tampoco sus estructuras mentales nos llevan a un hermano ni a un primo, sino a una humanidad “otra” plena y entera”.

Sabemos que el neandertal carecía de barbilla, frente huidiza, torus supraorbitario sobrevolando sus ojos y, según Slimak, “capacidad cerebral superior a la nuestra”. Su cuerpo era pequeño, fornido, robusto, notable musculatura y la mecánica de sus dedos inducía a un agarre distinto al nuestro. Su territorio abarcaba desde las orillas del océano Atlántico a Mongolia y Siberia. Su extinción, hace 40.000 años, fue repentina, lo que ha hecho que aumente la leyenda de los neandertales.

“El neandertal no se evaporó ni se fundió genéticamente en nosotros. No fue erradicado por ningún cometa ni por la explosión de un volcán”. Ludovic Slimak

“Su naturaleza íntima sigue estando por definir. La criatura se nos escapa”, explica Slimak, y se pregunta: ¿Cómo hablar del neandertal sin haberse extraviado durante el tiempo suficiente en sus guaridas de piedra, sin haber descubierto miles de los objetos que fue abandonando y escondiendo en el filo de los acantilados?”

Slimak consigue, por los datos que revela y por el tono de su redacción, que El neandertal desnudo sea “otra cosa”. Ejerece de arqueólogo y anima a “salir de las bibliotecas” e ir sobre el terreno. “Hay que extraviarse en las inmediaciones de los Urales polares, en el valle del Ródano o en las laderas del Mont Ventoux. “Lo concibo con una imagen original: ni hombre ni mono, y en posesión de su propia forma de ser hombre sin ser nosotros…”

Para el colaborador de la Universidad de Toulouse-Le Mirail, en el neandertal, su “viejo amigo íntimo”, no encontramos grandes frescos rupestres inerpelándonos a través del tiempo, nada de excéntricos adornos tallados en marfil o en cuernos de ciervo, nada de estatuillas de animales o humanas pulidas en piedras de colores.

“Eso sí -añade- , encontramos hermosas herramientas de piedra, artesanía producida en ocasiones con sublime maestría. Pero, ¿qué sociedad humana puede resumirse en sus cuchillos, sus herramientas y sus armas?”.

Según Slimak, durante decenas de miles de años, y hasta su extinción, el neandertal pudo ser una criatura polar. “El neandertal representa un enigma de forma casi sitemática, desde su naturaleza real hasta su elusiva realidad polar”.

El neandertal desnudo nos pone ante una “realidad incómoda” como el canibalismo, una práctica que se mueve entre el rito y la subsistencia. “¿Dónde están los ritos?”, vuelve a preguntarse Slimak, “¿dónde están los actos y los gestos de los vivos?”

Y siguen las preguntas: “¿Fue quebrado ese cráneo para comerse sus sesos, para alimentarse, o para que la materia de mi padre sobreviva en mi interior y se convierta en mi propia carne? ¿O acaso sucede como en aquellas poblaciones de América del Sur, y fue destrozado y triturado por los miembros del grupo porque encarnaba la parte del enemigo que podría volver a acecharnos y a vengarse de nosotros más allá de su muerte?”

¿Descarnó ritualmente a sus muertos? De nuevo, señala Slimak, el neandertal parece evadir nuestro análisis. No hay respuestas sencillas. “Practicaron alguna vez los neandertales alguna forma de canibalismo o estamos ante un tratamiento ritualizado de los cuerpos?”.

Otra cuestión que analiza Slimak es la de la “estética neandertal”. ¿Llegó a existir? “No tengo la menor duda”, afirma. “El conjunto de sus artesanías lo atestigua de miles de formas. Miles de sus objetos presentan, en su producción material, la búsqueda de un equilibrio y una elegancia muy por encima de su funcionalidad”.

Por tanto, para el arqueólogo la criatura no sería en sus estructuras mentales más que “nosotros-mismos”, y solo nuestra mirada racista nos habría permitido obviar su humanidad”. Slimak considera que el neandertal es un gran artesano. “¿Por qué no iba a transformar la materia con fines estéticos, visuales o simbólicos?

Las conclusiones de El neandertal desnudo corrigen de alguna forma las últimas informaciones sobre esta rama de la “humanidad”. Slimak señala con algo de ironía: “El neandertal no se evaporó ni se fundió genéticamente en nosotros. No fue erradicado por ningún cometa ni por la explosión de un volcán. El neandertal tampoco se volvió estéril tras 300.000 años de existencia y de forma curiosamente sincrónica con la llegada del sapiens a sus territorios un año después…”

“El neandertal -señala contundente- es una población extinta. Estrictamente extinta. Extinta por completo. Si todas las poblaciones de lobos desaparecieran, relativizar su extinción porque los caniches, los chow chows o los shar-peis siguen siendo portadores de la práctica totalidad de los genes de los lobos representaría una incongruencia intelectual. El neandertal está muerto y el caniche de la abuela no es un lobo, por fortuna para la abuela… “.

Slimak afirma que cuando el sapiens aparece en los registros arqueológicos, el neandertal desaparece: “Por eso deduzco que tal vez el neandertal no habría muerto por causas naturales. Sin embargo, para este periodo no tenemos arqueológicamente documentado ningún rastro de ese conflicto”. Para encontrar restos arqueológicos de una guerra neandertal-sapiens necesitaríamos disponer, concluye, de muchos más yacimientos arqueológicos para este período clave.

“Un año como mucho separa a nuestras últimas poblaciones neandertales de nuestros primeros sapiens. Aquí -aunque también en otros lugares- el encuentro es indudable. En cuanto a la extinción y su sincronía, partiendo de la base que suponen los registros ejemplares de la cueva Mandrin [Francia], parece bastante indiscutible. Así que disponemos de los elementos científicos esenciales que permiten el análisis de la extinción de esta humanidad: el encuentro físico, el reemplazo inmediato y la finalización del proceso, la extinción de la especie”.

Y ahí va otra conclusión provocadora por parte de Slimak: “No, el neandertal no es un sucedáneo del sapiens. No solo parece diferente, sino que en muchos aspectos de genio parece que lo haya superado: por su creatividad total, permanente y liberada del ego que estructura la necesidad del sapiens de diferenciarse, tanto a nivel de grupo como de individuo”.

“¿Estará el neandertal a punto de ser liberado del lamentable rol de mimo que le hemos encasquetado a la fuerza? ¿Será por fin liberado por completo?” Dos preguntas clave que ponen punto y final a El neandertal desnudo.

Fuente: elespanol.com