La astrofísica ya no será la misma, el 2017 partió su historia en dos
Paradójicamente, uno de los eventos científicos más importantes de este año se originó hace 135 millones de años, cuando los dinosaurios poblaban el planeta Tierra. Se trató de la fusión de dos estrellas de neutrones, fenómeno conocido como una kilonova.
Los estragos de aquel cataclismo cósmico fueron detectados por los astrónomos el 17 de agosto pasado. Ese día, cientos de investigadores pertenecientes a una gran colaboración internacional detectaron, por primera vez en la historia, un evento astronómico a partir de dos tipos de mediciones independientes: la luz que emitió y las ondas gravitacionales que produjo y que deformaron levemente el tejido espaciotemporal. El hecho dio inicio formal a la que ahora se conoce como física de multimensajeros.
El telescopio espacial Fermi captó una erupción de rayos gamma proveniente de una galaxia en la constelación de la Hidra, a 135 millones de años luz. Y seis minutos más tarde de esa alerta inicial, el observatorio Ligo confirmó el hallazgo a partir de sus ondas gravitacionales. Otros centros científicos también identificaron la explosión sideral. Aunque la expectativa era detectar la materia que desprendió la explosión, en este caso eso no ocurrió. Ese sigue siendo uno de los objetivos pendientes de este nuevo campo de la física.
“La técnica nos permite entender el cosmos a partir de tres ingredientes fundamentales: luz (en forma de fotones), partículas (o materia, como los rayos cósmicos) y las ondas gravitacionales. Este es el escenario en el que ocurrió el descubrimiento de la kilonova”, resume Luis Núñez, profesor de la Escuela de Física de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Según Núñez, de esta manera se empieza a «completar el rompecabezas de la observación del universo».
Fuente: eltiempo.com