Kamo’oalewa, los científicos por fin encuentran el origen del misterioso asteroide

Los astrónomos muestran cómo una roca espacial de 50 metros que orbita cerca de la Tierra no es el típico asteroide. Parece que estalló en la Luna hace millones de años

Uno esperaría que los astrónomos ya hubieran encontrado todos los asteroides y cometas cercanos a la Tierra. No es así. Algunos se esconden en puntos orbitales difíciles de ver, porque para descubrirlos hay que mirar directamente al Sol. Uno de estos objetos, llamado Kamo’oalewa, no se detectó sino hasta hace siete años, y su origen siempre había sido un misterio, hasta ahora.

Objeto celeste oscilante

Los astrónomos vieron por primera vez a Kamo’oalewa con un telescopio en la cima del volcán Haleakala, en Maui, en las islas Hawai, y le dieron un apodo hawaiano que significa “objeto celeste oscilante”. Se considera un “cuasi-satélite” de la Tierra, ya que desde aquí parece un compañero constante, aunque débil, como una luna lejana. Pero en realidad se eleva más allá de la esfera de influencia gravitatoria de nuestro planeta, y orbita alrededor del Sol, no de la Tierra.

Renu Malhotra, astrónoma de la Universidad de Arizona, sospechó que no procedía del cinturón de asteroides, de donde proceden la mayoría de los objetos cercanos a la Tierra. “Por las propiedades de la órbita, nos dimos cuenta de que era diferente de otros asteroides cercanos a la Tierra y de que podría tener un origen distinto”, explica Malhotra. Su equipo midió su espectro de luz, que era sospechosamente similar al de los silicatos que se encuentran en la Luna y no en los asteroides. Los resultados se publicaron en 2021.

Hijo de la Luna

Se les ocurrió una teoría dramática: que la roca espacial de 50 metros fue expulsada de la Luna por el impacto de un asteroide hace millones de años. Ahora, el equipo ha descubierto que la órbita tambaleante de Kamo’oalewa concuerda con esa teoría. La semana pasada publicaron sus conclusiones.

Malhotra y el estudiante de doctorado José Daniel Castro-Cisneros utilizaron modelos numéricos para simular las formas en que un trozo de roca lunar podría haber sido golpeado en una trayectoria espacial. Modelaron posibles colisiones de asteroides con la superficie lunar que podrían haber lanzado trozos de regolito lo suficientemente rápido como para alcanzar la velocidad de escape, lo que significa que no volverían a caer a la superficie. A continuación, modelaron las órbitas subsiguientes de esas rocas y evaluaron si alguna terminaba en una trayectoria similar a la de Kamo’oalewa. Algunas sí.

Una investigación de este tipo implica modelar una amplia gama de posibles trayectorias que podrían seguir los fragmentos lunares tras ser expulsados por un impacto. Malhotra y Castro-Cisneros concluyen que una órbita como la de Kamo’oalewa es poco frecuente, pero no imposible, ya que se da en el 0.8% de los escenarios estudiados. Puede parecer improbable, pero son más probabilidades que las de la teoría contraria, según la cual un asteroide procedente del cinturón de asteroides fue capturado gravitatoriamente en esta órbita inestable. Según Castro-Cisneros, esas son prácticamente nulas.

Vueltas y vueltas

Su análisis parece convincente, opina Andrew Rivkin, científico planetario del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins que estudia la composición de los asteroides y que no ha participado en el artículo: “A falta de ir y tomar un pedazo, como acaba de hacer la NASA con Bennu, esto es probablemente lo más parecido a una conclusión”, aclara. Rivkin subraya que Kamo’oalewa es un objeto inusual. De los 80,000 meteoritos recogidos en la Tierra, solo unos pocos proceden de la Luna, y de las 1,382 caídas de meteoritos observadas y documentadas por el hombre, ninguna fue lunar.

Los investigadores concluyen que Kamo’oalewa probablemente ha estado dando vueltas durante millones de años, no decadas, como otros objetos en órbitas semejantes. Pero su órbita no es estable, debido al clásico problema de los tres cuerpos, en el que la caótica influencia gravitatoria de tres cuerpos (la Tierra, el Sol y Kamo’oalewa) acabará empujándolo de tal forma que será expulsado y se irá volando.

Asesinos de ciudades

Sus pesquisas astronómicas continúan, incluido el examen de cráteres lunares que han permanecido prácticamente inalterados durante eones. Pequeños cambios en las condiciones iniciales de los modelos, como el tamaño del asteroide que impactó, dónde lo hizo y con qué ángulo, tienen efectos dramáticos en la trayectoria de una roca lunar expulsada. Los científicos deducen que un asteroide de un kilómetro de tamaño provocó ese choque crítico, y también pueden hacer deducciones sobre el impacto: “Basándonos en las condiciones probables para producir este tipo de órbita, viniendo de la Luna, eso requeriría un cráter de millones de años de antigüedad y decenas de kilómetros de tamaño”, afirma Castro-Cisneros. Es probable que se estrellara contra la cara posterior de la Luna, afirma, y ahora están tratando de determinar el cráter exacto desde el que se lanzó Kamo’oalewa.

La procedencia lunar de Kamo’oalewa también tiene implicaciones para los asteroides potencialmente peligrosos que la NASA y otras organizaciones buscan en los cielos. Significa que también hay que tener en cuenta las órbitas originadas en la Luna, no solo las rocas lanzadas desde el cinturón de asteroides. La NASA busca asteroides de 140 metros de diámetro o más, similares al que golpeó la nave DART para probar técnicas de desviación. Según Malhotra, los objetos cercanos a la Tierra procedentes de antiguos impactos lunares probablemente tendrían 100 metros o menos, pero se conocen como “asesinos de ciudades”, lo bastante peligrosos como para causar una destrucción generalizada si impactaran contra la Tierra.

Es probable que el destino de Kamo’oalewa no sea ese, pero la investigación de Malhotra y Castro-Cisneros demuestra que es probable que haya otros como él en algún lugar.

Fuente: es.wired.com