Hongo que consume radiación serviría como el ‘blindaje protector’ para astronautas
Esta hongo ha prosperado en ambientes peligrosísimos como en los alrededores de la planta nuclear de Chernóbil, Ucrania, donde hubo un desastre en 1986
La radiación es el principal escollo difícil de sortear en las misiones de exploración espacial para los astronautas, puesto que la propagación de esa energía mata a las células, daña el ADN y produce enfermedades. Una situación distinta se da en la Tierra: la magnetósfera, capa que desvía el viento solar, nos protege.
A través de un artículo de preimpresión subido a la plataforma de Biorxiv, investigadores de las universidades de Carolina del Norte, Mannheim y Stanford han propuesto al hongo radiotrófico Cladosporium sphaerospermum como un nuevo “escudo” para que los profesionales del espacio atenúen los malsanos efectos de la radiación.
Cladosporium sphaerospermum, descrito desde el año 1886 por el micólogo alemán Albert Julius Otto Penzig, ya se había estudiado a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) durante un período de 30 días en el 2019, según detalla el manuscrito.
“Ciertos hongos —incluido C. sphaerospermum— parecen ser capaces de utilizar radiación ionizante a través de un proceso denominado radiosíntesis”, exponen los científicos.
La radiosíntesis, si queremos comprenderla mejor, se debe tomar como un concepto análogo a la fotosíntesis. Así como las plantas extraen energía de la luz solar y generan su propio alimento, esta clase de hongos usa un pigmento de nombre melanina con el fin de bloquear la radiación, consumirla y crecer.
“Durante el período de un año, la persona promedio en la Tierra recibe una dosis de aproximadamente 6.2 mSv, mientras que el astronauta promedio en la Estación Espacial Internacional está expuesto a un equivalente de aproximadamente 144 mSv; un año después de una misión de tres años a Marte, un astronauta ya habría acumulado unos 400 mSv”, explican los expertos en Biorxiv.
MSv significa miliSievert, la unidad de equivalencia de dosis de radiación ionizante del Sistema Internacional de Unidades en relación a los efectos de la salud del cuerpo humano.
Este hongo, además, ha prosperado en ambientes peligrosísimos como en los alrededores de la planta nuclear memorial Vladímir Ilich Lenin de Chernóbil (Ucrania), donde hubo un desastre de grandes proporciones en 1986.
“Se encontró que un césped microbiano de menos de 2 mm de espesor ya disminuía los niveles de radiación medidos en al menos un 1,92% y potencialmente hasta un 4,84%”, escribieron los firmantes en el apartado de Conclusiones.
En la ISS, el hongo creció un 21% más rápido que en la Tierra, “lo que corrobora la tesis de que el radiotropismo (el aumento de las raíces en asociación a la cantidad de radiación) del hongo es extensible a la radiación espacial”.
La autorreplicación de los hongos en cantidades microscópicas, de acuerdo con lo apuntando por los investigadores Nils Averesch, Christoph Kern, Xavier R. Gómez y Graham K. Shunk, puede reducir el monto de inversión para las misiones. Destacan también que la naturaleza —por fortuna— y la biotecnología harán sinergia como el soporte vital y la protección de los exploradores en futuras misiones a la Luna, Marte y más allá.
Fuente: larepublica.pe