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Descubren gen vinculado al sueño corto natural

Algunas personas logran sentirse completamente descansadas con solo cuatro a seis horas de sueño cada noche. Ahora, un nuevo estudio internacional ha revelado una posible razón genética detrás de esta sorprendente capacidad. Investigadores de la Universidad de California San Francisco (UCSF) y de la Academia China de Ciencias han identificado una variante genética asociada al “sueño corto natural”, un rasgo que intriga a científicos del sueño desde hace años.

Publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el estudio describe una mutación en el gen SIK3 —específicamente la variante N783Y— que parece alterar la regulación del sueño al modificar la actividad de una enzima implicada en la fosforilación, un proceso esencial para múltiples funciones celulares, incluida la duración del sueño.

“La identificación de esta nueva variante nos ofrece una ventana única para entender cómo se regula el sueño a nivel molecular”, explicó Ying-Hui Fu, genetista del sueño y coautora del estudio.

Los investigadores utilizaron secuenciación del exoma completo —la parte del genoma que codifica proteínas— para detectar la mutación. Posteriormente, crearon ratones genéticamente modificados que portaban esta variante. Los roedores con la mutación dormían en promedio 30 minutos menos por noche que sus contrapartes sin la modificación, sin mostrar signos de fatiga o deterioro cognitivo.

La clave, según el equipo, no está en la cantidad de proteína SIK3 presente, sino en cómo esta enzima ejecuta su función: transferir grupos fosfato a otras proteínas. La mutación N783Y parece alterar la estructura tridimensional de la enzima, reduciendo su eficacia en este proceso sin afectar su cantidad en el organismo.

Este descubrimiento eleva a cinco el número de genes relacionados con el sueño corto natural identificados hasta ahora, y sugiere que las quinasas —una familia de enzimas que incluye a SIK3— desempeñan un papel crucial en la regulación del sueño a través de diversas especies.

“Estos hallazgos no solo amplían nuestra comprensión de las bases genéticas del sueño, sino que también podrían allanar el camino hacia nuevas terapias para mejorar la eficiencia del sueño humano”, concluyen los autores.

El estudio representa un avance prometedor en un campo con implicaciones clínicas significativas, en especial para quienes padecen insomnio o trastornos relacionados con la duración y calidad del sueño.

Fuente: mayacomunicacion.com.mx

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