Descubren dos nuevos péptidos con potencial biotecnológico en serpientes

Científicos del país hallaron fragmentos de toxinas hemorrágicas con posible acción antihipertensiva en el veneno de la yarará de vientre negro, del sur de Brasil, y de la serpiente de cascabel púa, existente en bosques de América

Los venenos de los animales ponzoñosos existentes en Brasil siguen erigiéndose como una fuente de nuevos descubrimientos con potencial biotecnológico. Dos trabajos apoyados por la FAPESP y publicados recientemente muestran de qué manera esto es posible incluso con relación a especies relativamente bien estudiadas como la yarará de vientre negro o cotiara (Bothrops cotiara), y la verrugosa del oriente, cascabel púa o sururucú (Lachesis muta).

“No nos cansamos de sorprendernos con los venenos. Aun con tantos datos disponibles, existen nuevas posibilidades de descubrimientos: fragmentos difíciles de preverse, que forman parte de proteínas ya conocidas. Pese a contar con tanta tecnología disponible, aún hay mucho por estudiarse en esas toxinas”, comenta Alexandre Tashima, docente de la Escuela Paulista de Medicina de la Universidad Federal de São Paulo (EPM-Unifesp) apoyado por la FAPESP, quien coordinó los estudios.

El investigador hace alusión al nuevo péptido (un fragmento de proteína) identificado en el veneno de la cotiara y bautizado Bc-7a. Pese a que forma parte de una proteína que causa hemorragia en las presas de esta especie de serpiente, su función se ubica más cerca de la de los péptidos como los que dieron origen al medicamento captopril, para la inhibición de la enzima convertidora de angiotensina (ACE) y la consiguiente disminución de la presión arterial. Los resultados salieron publicados en la revista Biochimie.

La búsqueda de nuevas moléculas inhibidoras de la enzima convertidora de angiotensina, por más que ya existan medicamentos que realicen esa función, se lleva adelante en parte debido a la demanda tendiente a disminuir los efectos colaterales del tratamiento, tales como la tos seca, los mareos y el exceso de potasio en la sangre. El péptido es uno de los 197 revelados en el estudio, 189 de ellos reportados por primera vez. En un trabajo de 2012, el grupo de científicos había encontrado 73 péptidos en el veneno de la misma especie.

Según los autores, la diferencia se concretó merced a los aparatos que se emplearon en el actual trabajo, más rápidos y más sensibles que los disponibles más de una década atrás. Asimismo, hoy en día se cuenta con una mayor disponibilidad de secuencias de péptidos de la especie existentes en los bancos de datos.

La serpiente de cascabel púa

En el estudio del veneno de la cascabel púa o verrugosa del oriente, publicado en la revista Biochemical and Biophysical Research Communications, se identificaron 151 péptidos, 126 de ellos reportados por primera vez.

El que más llamó la atención de los investigadores fue el fragmento denominado Lm-10a, también debido a que es un fragmento de una toxina hemorrágica, por su potencial para inhibir la acción de la enzima convertidora de angiotensina y, por ende, con posible efecto antihipertensivo.

Con base en los análisis, los científicos sugieren que tanto Lm-10a, de la especie cascabel púa, como Bc-7a, de la cotiara, son frutos de procesos de fragmentación que suceden durante la maduración del veneno, aún en las glándulas venenosas de las serpientes. Por eso las toxinas siguen erigiéndose como una fuente casi inagotable de nuevos péptidos.

“En este tipo de análisis, la secuencia de proteínas que se obtiene es tan solo un retrato de aquel momento. A decir verdad, permanentemente transcurren procesos tales como la escisión y degradación por enzimas, entre otros, que generan nuevos péptidos no siempre detectados”, explica Tashima.

Los investigadores remarcan que se hacen necesarios otros estudios para verificar el real potencial de los péptidos encontrados. Asimismo, la naturaleza dinámica de la maduración de las toxinas demuestra que las serpientes venenosas emplearon diversos mecanismos biológicos en el transcurso la evolución para refinar su veneno.

“Más allá del avance de las tecnologías de secuenciación y de la generación de grandes cantidades de datos en los años recientes, aún están por descubrirse un vasto universo de péptidos y sus papeles biológicos. Debemos aprovechar la suerte de poder estudiar estas especies, pues muchas han de haberse extinguido antes de que las hubiésemos conocido”, reflexiona el investigador.

Fuente: dicyt.com