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Una nueva tecnología anticipa nuestras preferencias ocultas

Una nueva tecnología, que combina Inteligencia Artificial con señales cerebrales y bases de datos, puede revolucionar la forma en que nos entendemos a nosotros mismos, al mismo tiempo que pone en peligro los secretos que mueven nuestros patrones cerebrales.

Según sus creadores, de la Universidad de Helsinki, esta tecnología, presentada el mes pasado en The Web Conference 2021, representa un paso más hacia la computación consciente, capaz de ayudarnos a mejorar y proteger nuestra relación con la tecnología.

La nueva tecnología combina ciencias de la computación y técnicas de neurociencia para acceder e interpretar la actividad eléctrica de nuestro cerebro, una fuente de información alternativa a la que registramos y expresamos conscientemente.

La tecnología, aunque solo se ha probado de momento en la evaluación de caras, tiene el potencial de decodificar las razones subyacentes a muchas de nuestras decisiones y preferencias, que, sin que nos demos cuenta, marcan nuestros comportamientos y reacciones emocionales.

Esta interfaz cerebro-ordenador podría convertirse en una herramienta para entenderse mejor a uno mismo, destaca uno de sus creadores, Keith Davis, en un comunicado, aunque reconoce que todavía queda mucho tiempo antes de que pueda salir del laboratorio.

Continuidad

Esta investigación es continuación de otra anterior, realizada en la misma universidad y publicada el año pasado, que otorgó a los ordenadores la capacidad de desvelar nuestros pensamientos.

Esa investigación anterior demostró que el aprendizaje automático puede utilizar la actividad eléctrica del cerebro para reflejar en una pantalla de ordenador lo que una persona está imaginando, al mismo tiempo que ella lo percibe en su pensamiento.

De esta forma, demostró que la Inteligencia Artificial puede aprender qué caras de otras personas nos parecen más atractivas, analizando nuestras ondas cerebrales.

La nueva investigación añade un componente más para descifrar el laberinto cerebral: tiene en cuenta lo que otras personas piensan sobre lo que nosotros pensamos.

Lo hace a través del así llamado filtrado colaborativo, una técnica que posibilita hacer predicciones automáticas sobre los intereses o pensamientos de una persona, mediante la recopilación de las preferencias o pensamientos de muchas personas similares.

Con este recurso añadido, la nueva tecnología es capaz no solo de observar nuestras ondas cerebrales cuando pensamos en algo, sino también de comparar esas preferencias cerebrales con las de otras personas y de anticiparnos en una pantalla lo que vamos a decidir o elegir.

Por ejemplo, si estamos pensando en la cara que nos gustaría tuviera una pareja ideal para nosotros, la tecnología observa las ondas cerebrales que registramos en ese momento imaginativo, las compara con datos archivados de otras personas, y es capaz de ponernos delante la cara que pretendemos, antes de que podamos dibujarla en nuestra mente: predice el rostro que encontraríamos atractivo y nos lo pone delante de los ojos en una pantalla.

Esta tecnología es como una lámpara de Aladino sofisticada: nos anticipa lo que queremos, antes incluso de que lo hayamos hecho consciente y formulado en nuestra mente.

Computación consciente

Esta tecnología alumbra una forma nueva de computación consciente: convierte la interfaz cerebro-ordenador en una prótesis para aprovechar todo nuestro potencial personal.

Generalmente, la computación consciente se utiliza para mejorar nuestra relación con la tecnología, que muchas veces provoca circunstancias no deseadas.

Por ejemplo, la apnea del correo electrónico: muchas veces, contenemos nuestra respiración cuando miramos nuestro buzón. Otro ejemplo: la atención parcial continua, que experimentamos cuando navegamos con varias pantallas abiertas a la vez, en las que solo podemos concentrarnos superficialmente.

La computación consciente, a través de una serie de herramientas (como la que nos indica el estado del sistema nervioso mientras navegamos por Internet), pretende que recuperemos nuestra plenitud cognitiva en un contexto tecnológico cada vez más absorbente.

La nueva tecnología desarrollada en la Universidad de Helsinki va también en esa dirección: nos ayuda a conseguir información única sobre nosotros mismos, obtenida de nuestra dinámica cerebral, de los comportamientos colectivos y de algoritmos de IA, capaces de ponernos en una pantalla aquello que ni siquiera sabemos de nosotros mismos.

Potencia social

Los investigadores destacan también la importancia de esta tecnología para la industria, siempre pendiente de conocer las preferencias de los usuarios para adaptar la oferta a la demanda, incluso antes de que se manifieste.

La nueva tecnología también resulta prometedora en este aspecto: no solo puede hacer un seguimiento minucioso de nuestro comportamiento en red (lo que compramos, lo que despierta nuestro interés…), sino también de descubrir las emociones que están detrás de esos comportamientos y de anticipar sus manifestaciones futuras.

Representa todo un desafío ético, ya que plantea la necesidad de proteger los datos basados en ondas cerebrales personalizadas porque pueden ser usados indebidamente, bien con fines comerciales o de otra naturaleza, advierten los investigadores.

Fuente: elperiodico.com