Un robot para aprender a gatear

Para los bebés con parálisis cerebral, gatear puede resultar muy difícil. Esta lesión cerebral afecta al control de los músculos, por lo que los niños a menudo desisten de intentar gobernar sus movimientos sobre el suelo. Como consecuencia, el cerebro deja de construir y reforzar las conexiones que participan en el desarrollo motor y en la orientación espacial, lo que a lo largo de la vida conlleva nuevos problemas relacionados con el movimiento, explica Thubi Kolobe, fisioterapeuta e investigadora de la Universidad de Oklahoma. “Si no lo usas, lo pierdes. Es el lema del cerebro”.

A partir de investigaciones previas que mostraban que la intervención temprana podía mejorar el control motor, Kolobe y sus colaboradores desarrollaron un dispositivo para promover el gateo. Bautizado como Gateador de Progresión Autoiniciada en Decúbito Prono (SIPPC), consta de un pelele de alta tecnología con el que se viste al niño y de un robot de tres patas con ruedas, dotado de un algoritmo de aprendizaje automático. Los sensores del pelele detectan las patadas o los desplazamientos de peso del bebé, y el robot responde empujando una plataforma en la misma dirección, lo que impulsa al niño hacia donde quiere ir.

En un ensayo preliminar de 12 semanas, los investigadores estudiaron a 28 niños con riesgo de parálisis cerebral (el diagnóstico definitivo no suele llegar hasta pasado el año de edad) mientras practicaban el gateo ayudados por el robot dos veces a la semana. Como resultado, los participantes fueron capaces de moverse por una habitación casi un mes antes que quienes practicaron con una versión sin potencia del robot. Y, cuando el seguimiento se prolongó hasta los 14 meses de edad, se vio que la asistencia motriz también aumentaba la probabilidad de que un bebé acabase gateando con independencia.

Ahora los investigadores quieren ampliar el ensayo para incluir a casi 80 bebés con riesgo de parálisis cerebral. «Nuestra esperanza es desarrollar una terapia robótica que aumente la experiencia motriz de estos niños y que, cuando crezcan, les facilite participar en la sociedad y ser independientes», concluye Andrew Flagg, catedrático de bioingeniería y uno de los coautores del estudio.

Fuente: investigacionyciencia.es