Space Perspective se olvida de los cohetes para llevar a los turistas a treinta kilómetros de altura
El ser humano lleva cientos de años escudriñando las estrellas. Piénsenlo bien: desde que comenzó la carrera espacial, a mediados de la década de los cincuenta, poco más de quinientas personas han abandonado este planeta en alguna ocasión. Por eso es lógico que haya compañías empeñadas en ofrecer estas experiencias a quien pueda pagar por ellas.
No en vano fue la agencia espacial rusa, con problemas económicos tras la descomposición de la Unión Soviética, la primera que se aventuró a poner en órbita a un turista, el magnate norteamericano y exingeniero de la NASA Dennis Tito. Pagó alrededor de 20 millones de dólares a la agencia por el entrenamiento, el viaje y la estancia en la Estación Espacial Internacional (EEI), que finalmente tuvo lugar entre el 30 de abril y el 6 de mayo de 2001.
Otros, como el fundador del Circo del Sol, Guy Laliberté, siguieron al pionero, pero es cierto que desde 2009, ningún turista había vuelto a tocar las estrellas. Ahora la llegada de compañías privadas como SpaceX han vuelto a reavivar el sector. La empresa de Elon Musk, que hace tan solo unas semanas lograba poner en órbita la primera cápsula tripulada, se asociaba este mismo año con Space Adventures, la intermediaria que ha llevado al espacio a muchos de estos magnates. ¿El objetivo? Enviar a cuatro clientes privados al espacio durante cinco días. No ha trascendido el precio del billete, pero sí se sabe que estos turistas permanecerían todo el tiempo en órbita en la cápsula. El primer viaje podría tener lugar a lo largo de 2021. Otras compañías como Virgin Galactic y Blue Origin están desarrollando naves capaces de volar a unos 80 o 100 kilómetros de altura, a cambio de 250.000 dólares el pasaje en el caso de Virgin.
La nueva propuesta de Space Perspective, en cambio, se antoja más manejable. Por unos 125.000 dólares el billete, la compañía promete un viaje de seis horas en una cápsula llamada Neptuno que se elevará hasta los 100.000 pies (unos 30 kilómetros de altura) gracias a un globo lleno de hidrógeno. Durante las dos primeras horas el ingenio ascenderá hasta su altura máxima y tras pasar otro par de horas contemplando la tierra a vista de satélite, Neptuno descenderá para aterrizar en alguna plataforma sobre el océano.
Con espacio para ocho pasajeros y un piloto, la cápsula cuenta con grandes ventanas que ofrecen una visión de 360 grados y dispone de bar, baño y Wifi. Si bien el globo no se podrá reutilizar, la cápsula sí. Tras presentar el proyecto, la compañía planea lanzar una primera prueba sin humanos a principios del año que viene.
Más ambicioso es el plan de Rusia que, de nuevo con Space Adventures, ha dejado caer que en 2023 podría empezar a llevar a turistas a la EEI para que realicen paseos espaciales.
Fuente: elcomercio.es