Puro teatro, así fue la última presentación de Neuralink de Musk

El evento de lanzamiento del primer implante neuronal de la compañía para generar una interfaz cerebro-máquina dejó más preguntas que respuestas y un montón de promesas que parecen muy difíciles de cumplir. El registro cerebral de los cerdos presentados tampoco era nada nuevo

Escalar sin miedo. Tocar una sinfonía en la cabeza. Ver un radar con visión sobrehumana. Descubrir la naturaleza de la conciencia. Curar la ceguera, la parálisis, la sordera y las enfermedades mentales. Esas son solo algunas de las aplicaciones que Elon Musk y los empleados de su empresa de neurociencia Neuralink, fundada hace cuatro años, creen que se podrán conseguir algún día gracias a las interfaces electrónicas cerebro-máquina.

Ninguno de estos avances está al alcance de la mano y es poco probable que algunos lleguen nunca a hacerse realidad. Pero, en una “actualización de producto” transmitida por YouTube el pasado viernes, Musk, que es también fundador de SpaceX y Tesla Motors, se unió a sus empleados con mascarillas negras para hablar del trabajo de su empresa hacia un implante cerebral asequible y confiable que Musk cree que miles de millones de personas reclamarán en el futuro.

“En muchos sentidos, es como un Fitbit en el cráneo, con cables diminutos”, afirmó Musk.

Aunque la presentación virtual se describió como una demostración de producto, Neuralink no tiene todavía ningún producto que se pueda comprar o utilizar. (Es lo mejor, ya que la mayoría de las afirmaciones médicas de la compañía siguen siendo muy especulativas). Sin embargo, la empresa está diseñando una tecnología de electrodos súper densos que está probando en animales.

Neuralink no es la primera empresa en creer que los implantes cerebrales podrían extender o restaurar las capacidades humanas. Los investigadores comenzaron a colocar sondas en los cerebros de personas paralizadas a finales de la década de 1990 para mostrar que las señales podían permitirles mover brazos robóticos o cursores de ordenador. Y los ratones con implantes visuales realmente pueden percibir la radiación infrarroja.

A partir de ese trabajo, Neuralink espera desarrollar tales interfaces cerebro-máquina (o BCI, por sus siglas en inglés) hasta un punto en el que se puedan implantar en la consulta de un médico en menos de una hora. “Esto realmente funciona. Simplemente no es algo que cualquier persona pueda usar de manera efectiva”, aseguró Musk en referencia a las personas que ya han logrado controlar máquinas con sus señales cerebrales.

A lo largo de la presentación y de forma muy hábil, Musk evitó hablar de fechas o comprometerse con plazos al recibir preguntas sobre cuándo se podría probar el sistema de Neuralink en seres humanos.

Hasta ahora, cuatro años después de su creación, Neuralink no ha proporcionado ninguna prueba de que pueda (o incluso haya intentado) tratar la depresión, el insomnio o una docena de otras enfermedades que Musk mencionó en una diapositiva. Uno de los retos que la empresa tiene por delante consiste en perfeccionar los microalambres para que resistan durante una década en el entorno “corrosivo” de un cerebro vivo. Solo ese problema podría llevar años en resolverse.

El objetivo principal de la demostración fue generar entusiasmo, reclutar a más ingenieros para la empresa (que ya cuenta con unas 100 personas) y crear el tipo de base de seguidores que ha apoyado a las otras empresas de Musk y ha ayudado a mantener el precio de las acciones del fabricante de coches eléctricos Tesla, que parece desafiar a las leyes de la gravedad.

Cerdos en ‘Matrix’

En los tuits previos al acto, Musk prometió a sus seguidores una demostración alucinante de neuronas que se disparan dentro de un cerebro vivo, aunque no especificó de qué especie se trataba. Unos minutos después de empezar la transmisión en directo, los asistentes corrieron una cortina negra para presentar a tres cerditos en espacios cercados, que habían sido sometidos a los experimentos con los implantes de la empresa.

El cerebro de un cerdo contenía un implante, y unos altavoces ocultos emitieron brevemente tonos de sonido que, según Musk, eran registros de las neuronas del animal en tiempo real. Para los que esperaban un “Matrix en Matrix”, como Musk había insinuado en Twitter, la presentación de estos animalitos no fue exactamente lo que esperaban. Para los neurocientíficos, no era nada nuevo; en sus laboratorios llevan décadas escuchando el zumbido y sonido de los impulsos eléctricos registrados en los cerebros de los animales (y algunos humanos).

Hace un año, Neuralink presentó un robot parecido a una máquina de coser capaz de introducir 1.000 electrodos ultrafinos en el cerebro de un roedor. Estas sondas son las que miden las señales eléctricas emitidas por las neuronas; la velocidad y los patrones de esas señales se convierten en la base para el movimiento, los pensamientos y los recuerdos.

En esta nueva transmisión en directo, Musk apareció al lado del prototipo actualizado del robot de costura con un casco de plástico blanco pulido. Musk cree que, algún día, miles de millones de personas se colocarán voluntariamente en un casco quirúrgico de este tipo, sometiéndose a que una sierra automática forme un círculo en su cráneo y un robot inserte dispositivos electrónicos en sus cerebros.

La máquina futurista fue creada por la empresa de diseño industrial Woke Studio, en Vancouver (Canadá). Su diseñador principal, Afshin Mehin, explica que quiso hacer algo “limpio, moderno, pero con un toque afable” para lo que sería una cirugía cerebral voluntaria con riesgos inevitables.

Para los neurocientíficos, el desarrollo más intrigante mostrado el viernes pudo haber sido lo que Musk denominó “el enlace” (the link en inglés), un disco de plata del tamaño de una moneda que contiene chips de ordenador, que comprime y luego transmite de forma inalámbrica las señales registradas desde los electrodos. El enlace es igual de grueso que el cráneo humano, y Musk explicó que podría encajar perfectamente en la superficie del cerebro a través de un agujero en el cráneo que luego podría cerrarse con pegamento.

“Yo podría tener un Neuralink ahora mismo y no lo sabría nadie”, aseguró Musk.

El enlace se puede cargar de forma inalámbrica a través de una bobina de inducción, y Musk sugirió que, en el futuro, las personas se conectarían antes de irse a dormir para cargar sus implantes. Piensa que el implante también debería ser fácil de instalar y quitar, para que los usuarios puedan obtener otros nuevos modelos a medida que la tecnología mejore. No querrá quedarse para siempre con la versión 1.0 de un implante cerebral. El hardware neuronal obsoleto que queda en el cuerpo de las personas ya representa un problema real que han encontrado distintos estudios de investigación.

El implante que Neuralink está probando en sus cerdos tiene 1.000 canales y es probable que lea un número similar de neuronas. Musk afirma que su objetivo es aumentarlo en un factor de “100, luego 1.000, luego 10.000” para leer el cerebro de forma más completa.

Tales metas exponenciales para la tecnología no necesariamente abordan las necesidades médicas específicas. Aunque Musk afirma que los implantes “podrían resolver la parálisis, la ceguera, la audición”, a menudo lo que falta no son 10 veces más electrodos, sino conocimiento científico sobre el desequilibrio electroquímico que crea, por ejemplo, la depresión en primer lugar.

A pesar de la larga lista de aplicaciones médicas que presentó Musk, Neuralink no demostró estar listo para comprometerse con ninguna de ellas. Durante el acto, la empresa no reveló sus planes para iniciar un ensayo clínico, algo sorprendente para los que creían que ese sería su próximo paso lógico.

El neurocirujano de la empresa Matthew MacDougall destacó que Neuralink estaba considerando probar el implante en personas paralizadas, por ejemplo, para permitirles escribir en un ordenador o formar palabras. Musk fue más allá: “Creo que a largo plazo se podrá reactivar el movimiento de todo el cuerpo de una persona”.

No está claro hasta qué punto la empresa es seria en cuanto al tratamiento de enfermedades. Musk se alejaba de la medicina continuamente y volvía a la idea de un “dispositivo de población general” mucho más futurista, algo que denominó como el objetivo “general” de la compañía. Cree que las personas deberían conectarse directamente a los ordenadores para seguir el ritmo de la inteligencia artificial (IA).

“A nivel especie, resulta importante encontrar la forma de coexistir con la IA avanzada, con cierta simbiosis, de modo que el futuro del mundo esté controlado por la voluntad combinada de la gente en la Tierra. Eso podría ser el logro más importante de un dispositivo como este”, subrayó.

Musk no especificó cómo los implantes cerebrales generarían esa mente colectiva electrónica mundial. Quizás en la próxima presentación.

Fuente: technologyreview.es