Un estudio con 2,8 millones de estos permisos muestra que los que están firmados por mujeres o un equipo con mayoría femenina, tienen una menor posibilidad de ser aprobados.
De cada 10 patentes presentadas por investigadores, solo una es por parte de una mujer. Aunque varios estudios han demostrado que la participación femenina en la ciencia ha aumentado notoriamente, otros comprueban que sigue existiendo una enorme brecha de desigualdad.
La inequidad, ahora, es en las patentes. Un estudio realizado por la Universidad de Yale (Estados Unidos) y publicado en Nature Biotechnology, demostró que las licencias presentadas por una mujer o por equipos que sean conformados en su mayoría por investigadoras, tienen menos probabilidades de ser aprobadas.
Los investigadores sacaron esta conclusión luego de recopilar 2,79 millones de solicitudes que fueron llevadas a la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, desde 2001. Los datos recogidos los dividieron en tres bases. Las dos primeras las dividieron por género, mientras que en la tercera pusieron los trabajos en grupo.
En el estudio se valoraron diversas variables, como si había sido aprobada, o cuál era el tipo de invento, si la patente había sido rechazada antes, si habían sido renovadas, incluso la cantidad de palabras de cada una también fue analizada. La única métrica en la que no hubo una diferencia representativa fue en la rapidez en la que la oficina trató las solicitudes.
En los otros factores, las mujeres quedaron muy por debajo de los hombres. Las patentes presentadas por una investigadora tienen 21 % menos de probabilidades de ser concedida y las que ya estaban aprobadas tienen 4,3 % menos de posibilidades de ser renovadas.
Algo similar pasa con las licencias que son presentadas por un grupo que en su mayoría sea femenino. Tienen 2,5 % menos de opciones de ser apeladas en caso de que sean rechazadas. El estudio también dejó ver que en las citaciones para patentes futuras, las mujeres aparecen con un resultado inferior al de hombres, incluso en ramas que no están tan sesgadas como la medicina y la biotecnología.
Balázs Kovács, profesor de la escuela de gestión de Yale y coautor de la investigación, explica que en el caso de las patentes de las ciencias de la vida, las que eran de mujeres tenían 28 % menos citaciones. Aclara que esto no quiere decir que sean de menor calidad, pero sí que hay una gran inclinación por los científicos.
Para demostrar esa preferencia, los investigadores dividieron las patentes en cuatro grupos. Uno de hombres y uno de mujeres con nombres comunes, y los otros dos con nombres que son poco habituales. Como por ejemplo Sasha, que puede ser unisex.
Con este experimento comprobaron que si la investigadora tenía un nombre común, aumentaba la probabilidad de que su patente fuera rechazada. Las solicitudes de mujeres con nombres no tan comunes redujeron en 2,8 % las posibilidades de ser rechazadas, en comparación con un hombre. Lo más llamativo fue que en comparación con los nombres masculinos poco frecuentes, las patentes de investigadoras con nombres poco convencionales son citadas hasta un 20 % más a menudo.
Gema Lax Martínez, investigadora de la Universidad de Lausana (Suiza), en entrevista con El País, dice que este estudio deja por fuera datos importantes como la educación o experiencia. Lax lleva mucho tiempo estudiando la brecha entre inventores e inventoras y asegura que ha disminuido en la última década.
Fuente: elespectador.com