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John Harrison, el genio ninguneado que inventó el GPS del siglo XVIII

John Harrison, el genio ninguneado que inventó el GPS del siglo XVIII

John Harrison, de cuyo nacimiento se cumplen este martes 325 años, fue un carpintero y relojero británico, famoso por haber diseñado y puesto en funcionamiento en el siglo XVIII el primer cronómetro marino de alta precisión, capaz de determinar la longitud con exactitud cuando se han recorrido largas distancias. Su mérito principal es el haber resuelto el problema de la longitud mediante el empleo de cronómetros construidos por él mismo.

Todo marino experto podía calcular la latitud (distancia desde un punto hasta el ecuador terrestre) mediante la duración del día, la altitud del Sol o las estrellas del horizonte, pero determinar de manera sencilla y precisa la longitud (distancia hasta el meridiano de Greenwich) era muy difícil.

Tanto, que, en plena fase de conquistas y exploraciones marítimas, las coronas francesa y española intentaban solucionar este serio problema a cualquier precio. Sin embargo, fueron los ingleses los que se llevaron el gato al agua.

Por cada 15 grados que uno se desplaza hacia el este, se adelanta una hora con respecto a la original. De la misma forma, cuando nos desplazamos hacia el oeste, perdemos una hora con respecto a la hora del lugar de partida. Así, si se sabe la hora local en dos puntos de la tierra, podemos usar la diferencia entre ellas para calcular la distancia en longitud entre esos dos puntos.

La serie de relojes

En 1714, el Gobierno inglés ofreció 20.000 libras a quien pudiera determinar la longitud con un error de medio grado (dos minutos de tiempo). El método propuesto tenía que probarse en un barco en navegación. Para evaluar las propuesta se constituyó el Comité de la Longitud.

John Harrison, entonces ya relojero reconocido, diseñó para el reto un reloj portátil, con ruedas dentadas de madera, buscando que tuviera la misma precisión que los mejores relojes de pie de su época. Entre 1730 y 1735 Harrison construyó el H-1 (Harrison primero) que en esencia era igual que los relojes de precisión que el ya construía, pero en este caso portátil.

La cuerda le permitía funcionar durante un día, todas las partes móviles estaban contrabalanceadas y controladas por muelles para que, a diferencia de los relojes de péndulo, fuese independiente de la dirección de la gravedad.

El viaje de los hermanos Harrison

Los hermanos Harrison hicieron un viaje por el río Humber para comprobar que funcionaba correctamente y en 1735 se entregó a George Graham, se convocó una expedición marítima hasta Lisboa para probar la precisión de la máquina y finalmente el 30 de junio de 1737 se reunió el Comité de la Longitud (por primera vez en 23 años) para examinar la maquinaria. Harrison, en vez de dar por concluido su trabajo, solicitó más fondos.

En 1741 presentó otra maquinaria al Comité de la Longitud: el H-2. Pero el propio relojero convenció a los miembros de que su trabajo no estaba acabado. John Harrison, que por entonces tenía 48 años y vivía en Londres, se encerró en su taller y no se supo casi nada de él en los 20 años que tardó en construir la versión H-3.

Prueba rumbo a Jamaica

Hubo un reloj más en la serie, el penúltimo, el H-4 de 1760, el más pequeño de la serie. El Consejo determinó en ese mismo año hacer las puebas marítimas de ambos relojes (el H-3 y el H-4) en una travesía marítima en la que iría su hijo William y los dos relojes rumbo a Jamaica.

El H-4 se retrasó solo cinco segundos tras 80 días navegando por alta mar. A la vuelta del viaje el reloj cumplió con las expectativas fijadas por el Consejo, pero hubo problemas de última hora que pusieron en duda las comprobaciones realizadas en Jamaica por William.

El modelo definitivo de John Harrison

Se propuso realizar otra prueba: en el año 1764 zarparon hacia Barbados y volvió a superar con éxito los ensayos. El Comité tardó en aceptar los datos de este segundo viaje, pero mientras tanto, otras expediciones (entre las que se puede encontrar la del capitán James Cook) se van sucediendo, y todas ellas con gran éxito en sus resultados.

Mientras se esperaba la decisión del Comité, John Harrison comenzó el diseño de su último reloj, el H-5. En aquellos días se consideraba rehén del Comité por las numerosas e injustificadas negativas a otorgarle el premio acordado, y consideró que después de tres años de reclamaciones ya había tenido suficiente, puesto que se sentía ninguneado al ser utilizado por unos caballeros de los que esperaba un mejor trato.

Ayuda del rey

En consecuencia, mientras se estaba probando en alta mar el primer ejemplar del H-5, decidió construir un segundo ejemplar del nuevo cronómetro, que presentó al rey Jorge III para solicitar su ayuda. Tras la audiencia con su hijo William, quien le explicó la situación de su padre y de sus relojes, el rey se mostró extremadamente molesto con la actitud del Comité de la Longitud.
Probó personalmente el segundo ejemplar del H-5 en palacio, y después de diez semanas de observaciones diarias (entre mayo y julio de 1772), el cronómetro mostró una precisión de un tercio de

un segundo por día. Jorge III aconsejó entonces al Parlamento que se entregase el premio completo a Harrison, después de amenazar con comparecer ante la Cámara para reprender personalmente a los parlamentarios. Finalmente, el 24 de abril de 1773, cuando ya tenía 80 años de edad, John Harrison recibió del Parlamento un premio recompensando sus logros por la cantidad de 18.750 libras, pero no obtuvo el premio oficial (que nunca fue otorgado a nadie).

El genio que salió de la carpintería

Se conocen pocos detalles de los primeros años de Harrison. Se sabe que nació en Foulby (Yorkshire) siendo el primero de los cinco hermanos que finalmente habría en la familia. John era hijo de un humilde carpintero y no es de extrañar que ya desde los inicios de su juventud mostrara indicios serios de su gran habilidad en construir y comprender el funcionamiento de distintas maquinarias.

Cuentan algunos biógrafos que durante un ataque de viruela a los 6 años tuvo que permanecer en cama, y durante este tiempo se dedicó a indagar y diseñar mecanismos de relojería. Muchos autores ponen la historia en duda debido al carácter humilde de la familia de Harrison.

Durante los 30 primeros años de su vida Harrison fue un sencillo carpintero que pasó desapercibido. Solo se sabe que acabó su primer reloj de péndulo en 1713 (antes de cumplir 20 años), y no se sabe cómo se pudo meter en semejante proyecto, y menos qué conocimientos previos aplicó. Este primer reloj se expone en el museo del Gremio de Relojeros, en Guildhall (Londres). Lo singular de este reloj no es que fuera su primera creación, sino que fue construido íntegramente en madera de roble y boj. John Harrison construyó después otros dos relojes de madera, en los años 1715 y 1717.

Fuente: elperiodico.com

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