Espiar desde un smartphone lo que fabrica una impresora 3D
Se ha revelado una vulnerabilidad de seguridad capaz de afectar a muchos talleres de impresión 3D. Mediante un smartphone (teléfono inteligente) es factible averiguar con gran detalle qué está fabricando una impresora 3D y copiar el diseño, mediante la medición de la energía y las ondas acústicas que se “escapan” de ella. Ello podría perjudicar a la propiedad intelectual.
Muchas compañías están apostando por la impresión 3D para revolucionar sus negocios, pero aún hay incógnitas de seguridad asociadas con estas máquinas que dejan vulnerable a la propiedad intelectual. Así lo afirma Wenyao Xu, coautor del nuevo estudio y profesor en el Departamento de Ciencia e Ingeniería de la Computación en la Universidad en Buffalo (Universidad Estatal de Nueva York) en Estados Unidos.
A diferencia de lo que sucede en la mayoría de hackeos, los investigadores no tuvieron que recurrir a un ciberataque propiamente dicho. De hecho, muchas de las impresoras 3D poseen prestaciones de seguridad, como la encriptación y las marcas de agua, diseñadas precisamente para frustrar tales incursiones orientadas al plagio de diseños industriales.
Lo que hicieron los investigadores fue programar unos sensores integrados en un smartphone normal para medir la energía electromagnética y las ondas acústicas que emanan de las impresoras 3D. Estos sensores pueden inferir la ubicación de la boquilla de impresión mientras se mueve para crear el objeto tridimensional en el que trabaja.
El smartphone, a 20 centímetros de distancia de la impresora, recogió suficientes datos para permitir a los investigadores reproducir la impresión de un objeto simple, como un tope de puerta, con una tasa de precisión del 94 por ciento. Para objetos complejos, como una pieza de automóvil o un dispositivo médico, la citada tasa era más baja, pero aún por encima del 90 por ciento.
“Las pruebas muestran que los smartphones son bien capaces de obtener suficientes datos como para poner en riesgo información sensible”, alerta Kui Ren, del equipo de investigación.
La fuente de información más rica resultó ser la de las ondas electromagnéticas, que aportaron el 80 por ciento de los datos útiles. El resto vino de las ondas acústicas.
Los resultados de la investigación demuestran, en definitiva, cómo cualquiera con un smartphone (desde un empleado descontento hasta un espía industrial) podría robar propiedad intelectual de un negocio con personal demasiado confiado. Los smartphones son tan comunes que casi no llaman la atención, a diferencia de, por ejemplo, una cámara fotográfica o de video tradicionales. No sería raro para el personal de seguridad bajar la guardia ante un teléfono móvil, y ello facilitaría las condiciones iniciales óptimas para perpetrar robos de diseños, tal como razona Chi Zhou, del equipo de investigación. Es fácil que un visitante que deja «casualmente» su teléfono móvil al lado de la impresora y luego vuelve a buscarlo aduciendo que se lo ha «olvidado» no despierte sospechas.
Los investigadores sugieren varias formas de hacer más segura la impresión 3D. Quizá la disuasión más simple para tal ataque sea la distancia. La capacidad de obtener datos precisos para objetos simples disminuyó hasta el 87 por ciento a 30 centímetros, y al 66 por ciento a los 40 centímetros, al menos en los experimentos realizados en el estudio.
Otra opción es aumentar la velocidad de impresión. Con materiales de nuevas generaciones se espera que las impresoras 3D puedan trabajar mucho más rápido de lo máximo que ahora logran con los materiales disponibles. Con una velocidad de impresión lo bastante veloz, será muy difícil o incluso imposible para los sensores de los smartphones determinar el movimiento de la boquilla de impresión.
Otras ideas incluyen soluciones basadas en software, como programar la impresora para operar a velocidades diferentes de manera que no se puedan reconocer patrones en su movimiento, y otras basadas en aparatos, como escudos acústicos y electromagnéticos.
Fuente: noticiasdelaciencia.com