En Japón, la tierra de los robots, los androides llegan para quedarse
Conozcan a Chihira Junco, una anfitriona que saluda a los turistas en un centro comercial de Tokio. Con su blusa azul pulcra y abotonada, su saco blanco y su falda recta, Chihira Junco espera detrás de un mostrador en Aqua City Odaiba en la Bahía de Tokio, y ofrece direcciones para llegar a sitios y tiendas locales en japonés, chino e inglés.
Pero ella no es humana. Junco —si es que a una máquina se le puede llamar por su apellido— forma parte de un incipiente grupo de androides que han aparecido por todo Japón. También está Yumeko, una recepcionista en el Hen-na Hotel, una boutique operada por robots en Nagasaki, y Matsukoloid, que aparece cada semana en un popular programa de variedades con su doble humana llamada Matsuko Deluxe.
Toshiba, la empresa de productos electrónicos, desarrolló a Chihira Junco en colaboración con los laboratorios tecnológicos de varias universidades japonesas. Crear a Junco y a cuatro androides más tuvo un costo de 10 millones de yenes (cerca de 93.000 dólares), pero solo ella se encuentra exhibida al público, mientras que los otros permanecen en las instalaciones del fabricante.
La empresa dijo que planeaba desarrollar otros 1000 androides para 2017. En 2020 espera comercializar 10.000 al año.
En Aqua City, que es popular entre los turistas y donde hay una pequeña réplica de la Estatua de la Libertad, los visitantes pueden tocar una pantalla para interrogar a Chihira. Cuando le preguntan de dónde es, ella contesta: “Nací en Mizuho-machi, Nishitima-gun, en Tokio. Ahora vivo sola en el distrito de Minato”. Y cuando alguien quiere saber cuál es su comida favorita, responde: “Me gustan las frutas jugosas, en especial las sandías y las peras japonesas”.
Si se la mira de cerca, los movimientos de los brazos robóticos de Chihira la delatan, al igual que sus ojos, que parpadean a medias. Cuando “habla” parece que tiene goma de mascar en la boca. Durante una reciente presentación de “My Heart Will Go On”, la canción de Celine Dion que aparece en la película Titanic, su boca apenas se movía y sus ademanes eran parecidos a los de un policía que dirige el tránsito.
Para quienes aún desean tener contacto con humanos, dos personas reales están en un módulo de información muy cercano al de Junco.
Fuente: The New York Times