Crean un transistor fluídico para robots blandos y ordenadores líquidos
Un equipo de ingenieros mecánicos de la Universidad Carnegie Mellon en colaboración con la Universidad Estatal de Carolina del Norte (Estados Unidos) está trabajando en un transistor fluídico que abre el camino al desarrollo de dispositivos electrónicos que se comportan como organismos naturales y suaves. Este avance puede tener aplicaciones muy útiles, entre ellas la posibilidad de diseñar robots que cambian de forma como el mítico T-1000 de la película Terminator 2.
Los transistores son pequeños interruptores eléctricos que procesan las señales y los datos, y constituyen la energía cerebral que se encuentra detrás de todo dispositivo electrónico. A pesar de que en los últimos años su evolución ha permitido la fabricación de chips cada vez más pequeños y poderosos, todavía queda una importante escollo que superar: la creación de aparatos tecnológicos blandos y flexibles que se parezcan a los organismos naturales y los seres vivos.
Para dar un paso que permita salvar este obstáculo, estos investigadores están desarrollando un transistor fluídico a partir de una aleación de metal de indio y galio, que a temperatura ambiente se encuentra en estado líquido. El componente funciona abriendo y cerrando la conexión entre dos gotas de metal líquido. Cuando se aplica voltaje en una dirección, las gotas se atraen y se unen para formar un puente metálico para conducir la electricidad. Por el contrario, si el voltaje se aplica en una dirección diferente, las gotas se separan y abren el interruptor.
Esta capacidad de alternar la apertura y el cierre del interruptor permite imitar a un transistor, gracias al fenómeno de la inestabilidad capilar. «Tenemos estas dos gotas que son análogas a los electrodos de fuente y drenaje en un transistor de efecto de campo, y podemos utilizar este efecto de forma programable para abrir y cerrar el circuito», explica Carmel Majidi, miembro del equipo. «Se podría usar este efecto para crear circuitos físicamente reconfigurables».
De acuerdo con los investigadores, las aplicaciones de los transistores fluídicos son infinitas, desde ordenadores líquidos en miniatura que interactúan con material biológico para, por ejemplo, restaurar la función cerebral de un paciente, hasta robots con aspecto y movimientos naturales. «Podría estar en una estructura que está sufriendo grandes deformaciones físicas, como un robot volador que imita las propiedades de un ave», afirma Majidi.
Fuente: computerhoy.com