Cápsula Boeing Starliner volvió a la Tierra tras misión de prueba clave sin incidentes mayores
La misión Orbital Test Flight 2 (OFT-2) era el último obstáculo por superar para Starline de Boeing, antes de llevar humanos en otra misión de prueba
La nave espacial Starliner de Boeing aterrizó el miércoles en el desierto estadounidense de Nuevo México, tras una misión de prueba y sin tripulación, considerada clave para restaurar la reputación del gigante aeroespacial luego de varios fracasos.
Tras seis días de misión, la cápsula aterrizó en la base de White Sands a las 16H49 locales (22H49 GMT), con un descenso que fue frenado por grandes paracaídas antes de que se inflaran sus airbags.
«Simplemente un bello aterrizaje en White Sands esta tarde», dijo un locutor en una transmisión en vivo de la NASA, mientras un equipo de recuperación rápidamente corría al lugar.
La misión Orbital Test Flight 2 (OFT-2) era el último obstáculo por superar para Starline antes de llevar humanos en otra misión de prueba, que podría efectuarse a finales de año.
El Starliner se acopló a la Estación Espacial Internacional (ISS) el viernes, un día después de despegar del Centro Espacial Kennedy de Florida.
Durante el fin de semana, los astronautas que están a bordo de la plataforma de investigación abrieron la escotilla y «saludaron» a los pasajeros de la cápsula: Rosie the Rocketeer, un maniquí equipado con sensores, y un peluche llamado Jebediah Kerman, un personaje de videojuegos e indicador de gravedad cero de la nave.
La nave espacial trajo de vuelta más de 270 kg de carga, incluyendo tanques reutilizables que proporcionan aire respirable a los miembros de la tripulación de la estación, que serán reformados y subidos en un futuro vuelo.
Mientras sobrevolaba el Océano Pacífico, el Starliner inició una maniobra de desorbitación y expulsó su módulo de servicio prescindible, dejando el módulo de la tripulación restante para que soportara temperaturas de unos 3000 grados Fahrenheit (1650 Celsius) durante la reentrada atmosférica.
Tras perder la mayor parte de su velocidad, desplegó una serie de paracaídas que culminaron en sus tres gigantescos paracaídas principales, de color rojo, blanco y azul. A 3.000 pies de altura, se desprendió de su escudo térmico base, dejando al descubierto unos airbags que facilitaron un suave aterrizaje.
Sin embargo, la misión no estuvo exenta de contratiempos, que los equipos de la NASA y de Boeing tienen previsto examinar a fondo por si pudieran causar problemas en el futuro.
Aun así, los fallos fueron menores comparados con los problemas que tuvo el Starliner durante su primer lanzamiento de prueba, en 2019, cuando un error de software hizo que quemara demasiado combustible para llegar a su destino, y otro casi hizo que el vehículo se destruyera durante la reentrada.
La NASA busca certificar a Starliner como un segundo servicio de «taxi» para astronautas hacia la ISS, una función que ya cumple la empresa SpaceX, de Elon Musk, desde el éxito en 2020 de su misión de prueba con su cápsula Dragon.
Fuente: telemetro.com