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Brecha entre IA y robots podría estar a punto de cerrarse gracias a un novedoso sistema

Los robots de las fábricas de hoy en día son potentes y precisos, pero su inteligencia es equiparable a la de una tostadora. Pero eso podría estar a punto de cambiar gracias a un nuevo brazo robótico, desarrollado por un equipo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley (EE. UU.).

La máquina ofrece una plataforma potente y de bajo coste para experimentar con la inteligencia artificial (IA). El equipo compara su creación el Apple II, el ordenador personal que atrajo a los aficionados y a los hackers en las décadas de 1970 y 1980 y que marcó el inicio de una revolución tecnológica.

Durante décadas, los robots y la inteligencia artificial han evolucionado en paralelo como áreas distintas de investigación. Pero, en los últimos años, la IA ha acelerado sus avances en tareas abstractas como etiquetar imágenes y jugar videojuegos. No obstante, aunque los robots industriales pueden hacer tareas con mucha precisión, requieren una programación minuciosa y no pueden adaptarse a los cambios, ni siquiera a los más pequeños. Poco a poco han aparecido autómatas más baratos y más seguros, pero la mayoría no están diseñados para ser controlados por software de IA.

El postdoctorado del organismo Stephen McKinley, que estuvo involucrado en el desarrollo de la máquina, detalla: «Los robots son cada vez más capaces de aprender nuevas tareas, ya sea a través de prueba y error o de una demostración experta. Sin una plataforma de bajo coste, un dispositivo tipo Apple II, la experimentación, la prueba y el error y la investigación productiva seguirán avanzando despacio. Pero podría acelerarse bastante si logramos que haya un mayor número de robots accesibles».

El nuevo brazo, conocido como Blue (Azul), cuesta alrededor de 4.500 euros, y se puede controlar con un casco de realidad virtual (RV), una técnica que está resultando útil para entrenar algoritmos de IA que controlan robots.

Blue es capaz de transportar cargas relativamente pesadas, pero también es muy «manejable», así que obedece al ser empujado o apretado. Esto aumenta su seguridad para trabajar junto a las personas y puede aprender una tarea a partir de una demostración práctica. El sistema incluye un software de bajo nivel para controlar el robot y el sistema de RV, y está diseñado para ser compatible con cualquier ordenador que ejecute el software de IA.

El proyecto procede del laboratorio del profesor Pieter Abbeel, pionero en la aplicación de la inteligencia artificial a la robótica. La propiedad intelectual del proyecto ha sido licenciada a nueva compañía llamada Berkeley Open Arms, que se encargará de desarrollar y comercializar el hardware.

Aunque sigue siendo extremadamente difícil traducir el aprendizaje automático de un entorno virtual al mundo real, los investigadores han avanzado en la aplicación del aprendizaje automático al hardware robótico. Este esfuerzo ha conseguido algunas demostraciones espectaculares y ha dado lugar a la creación de algunas empresas comerciales.

Algunas compañías con visión han ido tomando nota de esta tendencia. Nvidia, un fabricante de chips que fomentado el auge de la IA con sus microprocesadores y software para el aprendizaje profundo, inauguró recientemente un laboratorio dedicado a explorar las aplicaciones de la IA a los robots. El CEO de Nvidia, Jensen Huang, considera que el robot de Berkeley representa un avance «muy estimulante».

Huang señala que, aunque comprar un robot industrial puede costar alrededor de 45.000 euros, reprogramarlo para una nueva serie de tareas diferentes pude resultar aún más caro. En su opinión, el proceso debe «funcionas al revés». El responsable espera que los logros en el aprendizaje automático y en los simuladores de realidad virtual fomenten grandes avances en robótica en los próximos años, y concluye: «Ahora mismo, los robots y la IA son lo mismo».

Fuente: technologyreviews.es