Una persona con tetraplejia (un tipo de lesión medular que produce una parálisis que afecta a las cuatro extremidades) ha sido capaz de mover sus brazos y sus manos gracias a un nuevo experimento tecnológico. Se trata de un nuevo avance en el campo de la lesión medular, un nuevo hallazgo que no hace otra cosa que confirmar que ciencia y tecnología pueden llegar hasta donde quieran, y hacer cosas verdaderamente impensables hace no muchos años. ¿Quién iba a decir que una persona con este tipo de lesión pudiera coger cosas con sus manos y poder así alimentarse o beber por ella misma? El hallazgo ya es palpable y así lo ha demostrado una investigación publicada en la revista científica The Lancet y realizada por investigadores pertenecientes, en su mayoría, a la Universidad Case Western Reserve en Cleveland (Estados Unidos).
Los investigadores han desarrollado una neuroprótesis que es capaz de conectar el cerebro con los músculos permitiendo así que la persona pueda hacer movimientos con sus brazos y con sus manos. Se trata, según explica el documento, de un sistema que descodifica señales cerebrales y las transmite a sensores que están colocados en los brazos. Los procedimientos médicos de esta investigación se llevaron a cabo en la University Hospitals of Cleveland y los procedimientos de estudio y análisis de datos en la Universidad Case Western Reserve y en el Cleveland Veterans Affairs Medical Center.
Para la realización de este estudio, que está aún en una fase temprana de investigación, se contó con una persona de 53 años que tenía una tetraplejia desde hace unos ocho años en el momento de comenzar el experimento. En primer lugar, y a través de cirugía, los investigadores le implantaron unos electrodos dentro del cerebro, concretamente sobre la corteza motora, y a continuación le implantaron unos electrodos dentro de los músculos del brazo. Una vez hecho esto, esperaron unos 15 días hasta que se cerrasen bien las cicatrices y, por último, empezaron a estimular al paciente para que el músculo volviera a acostumbrase a la estimulación y después, se comenzó el entrenamiento.
Antonio Oliviero, investigador principal del Grupo de Exploración funcional y Neuromodulación del Sistema Nervioso del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo valora este estudio y explica a EL MUNDO en qué consistió el entrenamiento que realizaron los investigadores con el paciente: «El sujeto piensa el movimiento, los electrodos registran esta señal, hay un ordenador que lo descodifica y en base a un algoritmo matemático da el estímulo al músculo correspondiente». Es un hallazgo muy importante, afirma el experto, que puede mejorar la calidad de vida de estos pacientes. «Cuando se tiene una lesión medular, el cerebro teóricamente funciona bien y los músculos también, sin embargo, la comunicación entre los dos está interrumpida. Lo que han hecho estos investigadores es evitar pasar por la médula espinal. Es decir, cogen la información del cerebro y la trasladan directamente a los músculos», explica.
Se trata por tanto de «una estimulación eléctrica funcional con electrodos implantados y controlados de forma inalámbrica», expone Oliviero. Se controla de forma inalámbrica porque «la conexión entre cerebro y músculo es inalámbrica: todo está implantado en el cerebro y en el brazo y la comunicación no tiene un cable que va de un sitio a otro». Además, y según la opinión de este profesional, es un gran avance porque se pensaba que los electrodos podían funcionar sólo por un corto periodo de tiempo y, sin embargo, en este paciente, los investigadores comprobaron que los electrodos funcionaron bien durante casi dos años (717 días). Por otro lado, añade que es importante el tipo de movimiento que se realiza, es decir, en otros estudios se conseguía la contracción muscular pero no que uno pudiera utilizar esa contracción para tomar un café que es lo que se demuestra en esta investigación.
Más investigación y entrenamiento
Y precisamente este último dato es el hallazgo más importante que señalan los investigadores del estudio, y así lo expone su principal autor, el investigador Bolu Ajiboye: «Nuestra investigación se encuentra en una etapa temprana, pero creemos que esta neuroprotesis podría ofrecer a los individuos con este tipo de lesiones la posibilidad de recuperar las funciones de brazo y mano para realizar actividades cotidianas, ofreciéndoles mayor independencia». El estudio tiene aún muchas limitaciones, como por ejemplo que los movimientos que se hacen son muy burdos y se necesita mucha más investigación y entrenamiento. Pero según escribe Bolu Ajiboye en el documento, «con un mayor desarrollo, creemos que la tecnología podría dar un control más preciso permitiendo una gama más amplia de acciones, que podrían comenzar a transformar las vidas de las personas que viven con parálisis».
Es una investigación da un paso más en la tecnología y en la esperanza de las personas afectadas con este tipo de lesiones. «Esta investigación lo que viene a demostrar es que la persona piensa lo que quiere hacer, el ordenador lo interpreta y trasforma el movimiento en el brazo», afirma Eduardo Rocon, investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sin duda, añade este experto, «esto es el futuro», pero aún está un poco lejos de llevarlo a la práctica real, pues hay que definirlo mucho más para que se consiga un control que sea útil para las personas: «El marco temporal es de unos 20 a 30 años hasta que llegue a los hospitales y al público en general».
Por su parte, Jesús Vaquero, director del Área de Neurociencias de la Fundación para la Investigación Biomédica del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda (Madrid) alaba también esta investigación, y felicita a sus autores: «Es un gran avance tecnológico que está demostrando que se pueden hacer cosas nuevas. Desde hace unos años, estamos viendo que cada vez en lesiones medulares hay más posibilidades y perspectivas y se está cerrando el concepto de que no hay nada más que hacer. Es sin duda una esperanza para personas con lesión medular: el hecho de que un paciente sea capaz de agarrar una taza y poder beber de ella es un aumento en la calidad de vida muy importante».
Fuente: elmundo.es