Un escaneo de retina puede detectar Parkinson con 7 años de anticipación con una IA

Una inteligencia artificial puede analizar una tomografía de retina para saber si hay riesgos de desarrollar la enfermedad de Parkinson

Un grupo de científicos logró detectar en el ojo humano señales que pronostican la enfermedad de Parkinson, hasta con 7 años de anticipación. Para la identificación temprana de los marcadores de riesgo, utilizaron escaneos tridimensionales de retina, una base de datos y la ayuda de una inteligencia artificial (IA) entrenada.

El estudio fue publicado en Neurology y ejecutado por personal de la University College London en conjunto con el Hospital Moorsfields Eye, en Reino Unido. Los resultados contribuyen a la conformación de la oculómica, un nuevo campo de estudio que analiza los biomarcadores oftálmicos vía software para predecir padecimientos sistémicos.

Para lograr la hazaña, los investigadores tomaron la base de datos Alzeye, el registro de imágenes de retina y datos clínicos asociados más grande del mundo. Para la identificación automática de patrones, usaron una IA y la entrenaron con la información de Alzeye. Los científicos probaron la eficacia del software con la ayuda de los registros del Biobanco de Reino Unido, cuya conformación es conformada por pacientes sanos.

La IA entrenada analizó la morfología de las retinas de pacientes sanos. Cuando contrastó la información con los patrones de la enfermedad de bases de datos, el algoritmo arrojó una selección de pacientes con posibilidades de desarrollar Parkinson. En un seguimiento a los individuos que mencionó la IA, se constató la precisión de la técnica.

En el grosor de las capas retinales está la ruta hacia el Parkinson

Para el análisis del ojo se implementó una tomografía de coherencia óptica (OCT), un tipo de escaneo tridimensional no invasivo y común. La técnica permite apreciar la sección transversal de la retina con detalles de hasta una milésima de milímetro.

La enfermedad de Parkinson afecta principalmente el sistema motor del paciente. En menor medida también perjudica su visión. Quien la padece puede experimentar una disminución de la agudeza visual y presentar dificultades para enfocar objetos. Los movimientos involuntarios del ojo, unificados bajo el nombre de nistagmo, son parte de la afección, así como la disminución de la frecuencia de parpadeos.

Existen cambios sutiles en el cuerpo que advierten el padecimiento. En estudios sobre cuerpos de pacientes que tuvieron Parkinson se hallaron diferencias clave que contrastan con personas sanas. La capa nuclear interna de la retina tiene distinto grosor, por ejemplo. De igual forma, los investigadores encontraron patrones de tamaño en la capa plexiforme interna de las células ganglionares (estas se encargan de enviar la información visual al cerebro). Las dimensiones de dichas membranas están relacionadas a un mayor riesgo de generar la enfermedad de Parkinson. La asociación es mayor que la conferida por otros factores o comorbilidades.

Hacia una predicción del Parkinson

El mecanismo que conectan los biomarcadores oftálmicos y la afección degenerativa neuronal es desconocida. Se requieren más investigaciones para determinar las causas de la atrofia en las capas del ojo. Mientras no exista esta respuesta, la comunidad médica no puede aceptar el análisis de OCT con IA como un respaldo de diagnostico y pronóstico de Parkinson.

“A pesar de que no estamos listos para predecir si una persona desarrollará la enfermedad de Parkinson, esperamos que este método pronto pueda convertirse en una herramienta de preselección para las personas con riesgo de enfermedad”, afirmó Siegfried Wagner, autor del artículo.

No obstante, los responsables de la investigación se muestran positivos ante su hallazgo. Hay enigmas por resolver, pero con la oculómica el futuro de los pacientes con enfermedades neurodegenerativas luce más brillante.

“Las personas podrían tener tiempo para hacer cambios en el estilo de vida para prevenir que surjan algunas afecciones, y los médicos podrían retrasar el inicio y el impacto de los trastornos neurodegenerativos”, apunta Wagner.

Fuente: es.wired.com