Resultados prometedores de un fármaco experimental contra el mal de Alzheimer

Eliminar la “basura” que se acumula en el cerebro y perjudica a células de este podría ser la clave para mejorar la memoria cuando está afectada por la enfermedad de Alzheimer.

Unos científicos han diseñado un fármaco experimental que revierte los síntomas clave de la enfermedad de Alzheimer en ratones. El fármaco funciona reforzando un mecanismo de limpieza celular que se deshace de las proteínas no deseadas mediante su captura, “digestión” y reciclaje.

Sin embargo, tal como advierte la Dra. Ana María Cuervo, de la Escuela de Medicina Albert Einstein en Nueva York, Estados Unidos, y coautora del estudio, los descubrimientos en ratones no siempre se trasladan a los humanos, especialmente en la enfermedad de Alzheimer

Dicho esto, al menos sí resulta esperanzador que Cuervo, Evripidis Gavathiotis y sus colegas hayan descubierto que la disminución en la actividad de ese mecanismo de limpieza celular, una disminución que contribuye al mal de Alzheimer en los ratones, también se produce en las personas con la enfermedad. Ello sugiere que el nuevo fármaco podría funcionar también en humanos. En la década de 1990, la Dra. Ana María Cuervo descubrió la existencia del citado mecanismo de limpieza celular, que ahora se denomina “autofagia mediada por chaperona”, y desde entonces ha trabajado en unas 200 investigaciones publicadas sobre la influencia de ese proceso en la salud y en la enfermedad.

La autofagia mediada por chaperona se vuelve menos eficiente a medida que las personas envejecen, lo que aumenta el riesgo de que proteínas no deseadas se acumulen conformando grumos insolubles que dañan a las células. De hecho, el mal de Alzheimer y todas las demás enfermedades neurodegenerativas se caracterizan por la presencia de agregados proteicos tóxicos en el cerebro de los pacientes. El nuevo estudio revela una interacción dinámica entre la autofagia mediada por chaperona y la enfermedad de Alzheimer, ya que la pérdida de autofagia mediada por chaperona en las neuronas contribuye al mal de Alzheimer y viceversa. Los resultados sugieren que los fármacos para reactivar la autofagia mediada por chaperona pueden ofrecer una esperanza para tratar enfermedades neurodegenerativas.

Los investigadores probaron el fármaco experimental en dos modelos de ratón diferentes de la enfermedad de Alzheimer. En ambos modelos de ratón con la enfermedad, las dosis orales de la sustancia administradas durante un período de entre 4 y 6 meses produjeron mejoras en la memoria, la depresión y la ansiedad que hicieron que la conducta de los animales tratados se pareciera mucho más a la de los ratones sanos. La capacidad de caminar mejoró significativamente en el modelo animal en el que era un problema. Y en las neuronas del cerebro de ambos modelos animales, el fármaco redujo significativamente los niveles de la proteína tau y las acumulaciones proteicas nocivas, en comparación con los animales no tratados.

Y lo que es más importante, los animales de ambos modelos ya mostraban síntomas de la enfermedad y sus neuronas estaban entorpecidas por acumulaciones proteicas tóxicas antes de la administración del fármaco. Esto significa, tal como apunta Cuervo, que el fármaco parece ser capaz de ayudar a preservar la función de las neuronas incluso en las últimas fases de la enfermedad. Otra noticia esperanzadora es que el fármaco redujo significativamente la gliosis (la inflamación y la formación de tejido cicatricial de las células que rodean a las neuronas en el cerebro.

El tratamiento con este fármaco no pareció dañar otros órganos, ni siquiera cuando se administró diariamente durante largos periodos de tiempo.

El estudio se titula “Chaperone-mediated autophagy prevents collapse of the neuronal metastable proteome”. Y se ha publicado en la revista académica Cell.

En el estudio también han trabajado, entre otros, Adrián Martín-Segura, Aurora Scrivo, Susmita Kaushik, Inmaculada Tasset, Yves R. Juste y Antonio Diaz, todos de la Escuela de Medicina Albert Einstein, así como José A. Rodriguez-Navarro, ahora en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid en España, y Enrique Luengo, de la Universidad Autónoma de Madrid en España.

Fuente: noticiasdelaciencia.com