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rBIO, la startup que ha descubierto una forma económica de fabricar insulina

La empresa rBIO, con sede en Houston, inventó un nuevo proceso para producir insulina con mayor rendimiento utilizando bacterias hechas a la medida

Alrededor de 8 millones de personas en Estados Unidos dependen de la insulina para controlar su diabetes, pero los constantes aumentos de precio han hecho que cada vez sea más difícil permitirse este medicamento que salva vidas. Hasta uno de cada cuatro usuarios de insulina ha declarado tener que saltarse dosis o utilizar menos cantidad de la prescrita por razones de costos.

Recientes medidas del Congreso han limitado a 35 dólares los gastos mensuales de los beneficiarios de Medicare, y los fabricantes de insulina han rebajado los precios de catálogo de algunos productos, pero no todos los pacientes se beneficiarán de ello.

¿Insulina biosimilar?

Una nueva empresa biotecnológica, rBIO, de Houston, pretende hacer más asequible la insulina produciendo una versión imitada del fármaco, conocida como biosimilar. No es la única empresa que desarrolla insulina biosimilar, pero afirma haber inventado un nuevo proceso para hacerlo utilizando bacterias a la medida.

Su director ejecutivo, Cameron Owen, asegura que su empresa ha creado nuevas cepas de bacterias capaces de producir insulina con un rendimiento dos veces superior al actual. El jueves, rBIO anunció que había completado las pruebas de laboratorio de su insulina biosimilar para determinar que es estructural y funcionalmente similar a la de marca. Tiene previsto iniciar un ensayo clínico a finales de este año para determinar si su insulina funciona tan bien como un producto ya comercializado.

«El elevado precio de la insulina no es sino una especulación», sostiene Owen. Una estimación realizada en 2020 por la RAND Corporation situaba el precio medio de venta de un vial de insulina en 98 dólares en Estados Unidos, frente a 12 dólares en Canadá y 7.52 dólares en el Reino Unido.

¿Qué es la insulina y para qué sirve?

La insulina es una hormona natural que produce el páncreas para regular el azúcar en sangre. Las empresas fabrican versiones sintéticas para los diabéticos, cuyo organismo no la produce en cantidad suficiente.

Tres dominan desde hace tiempo el mercado estadounidense de la insulina: Elli Lilly, Novo Nordisk y Sanofi. Estas empresas fijan los precios de catálogo de la insulina y trabajan con intermediarios llamados gestores de prestaciones farmacéuticas (PBM, por sus siglas en inglés) para que sus productos sean cubiertos por los planes de seguro médico. Los fabricantes de medicamentos suelen pagar a los PBM reembolsos o descuentos para conseguir una posición privilegiada. A medida que aumentan los descuentos, los fabricantes de insulina suben los precios de catálogo para no quedarse atrás. Los pacientes, por su parte, no se benefician de estos descuentos. Esta práctica ha contribuido a aumentar el precio de la insulina.

Antes del descubrimiento de la insulina en 1921, los diabéticos no vivían mucho. Un niño de 14 años que moría de diabetes fue el primero en recibir una inyección de insulina en 1922. A partir de entonces, se utilizó ganado vacuno y porcino para suministrar insulina a los humanos, pero la hormona animal provocaba a menudo reacciones alérgicas en los pacientes.

¿Cómo se fabrica la insulina?

En 1978, los científicos descubrieron cómo fabricar insulina humana sintética en el laboratorio. Insertaron el gen de la insulina humana en bacterias para que empezaran a producir dicha versión humana.

El proceso es complejo y, hasta hace poco, los competidores no podían fabricar versiones genéricas aunque quisieran. Aunque la insulina se patentó por primera vez en la década de 1920, los fabricantes consiguieron mantenerla bajo protección de patente introduciendo mejoras graduales en sus productos a lo largo de los años.

Ahora, algunas patentes clave han caducado y la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha allanado el camino a las versiones biosimilares de la insulina, llamadas así porque son casi idénticas a otro producto ya comercializado. Para que un producto sea biosimilar, debe tener una estructura muy parecida a la del original y funcionar igual de bien en los pacientes.

La empresa de Owen, fundada en 2020, ha diseñado bacterias supercargadas, similares a la E. coli, que pueden producir cantidades de insulina mucho mayores que las cepas existentes utilizadas en la producción de insulina. Para ello, la empresa entabló una colaboración con Sergej Djuranovic, profesor de biología celular y fisiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis. En 2019, el laboratorio de Djuranovic descubrió una secuencia de aminoácidos (los componentes básicos de las proteínas) que podría hacer que un gen produjera muchas más proteínas de lo habitual. Él y sus colegas descubrieron que la secuencia funcionaba en células bacterianas, de levadura e incluso humanas.

Un proceso más eficiente

«Esta secuencia de determinados aminoácidos aumenta la producción de proteínas, y ello se debe exclusivamente a que la proteína se fabrica de forma más eficiente», aclara Djuranovic.

En teoría, la secuencia podría utilizarse para bombear grandes cantidades de cualquier proteína, incluida la insulina. Ser capaz de producir insulina de manera más eficiente es la razón por la que rBIO cree que puede reducir el costo.

Un estudio de 2018 estimó que cuesta aproximadamente entre 2 y 4 dólares producir un vial de insulina sintética. Owen señala que rBIO puede hacerlo aún más barato, ya que su proceso produce más cantidad del medicamento.

«Las nuevas tecnologías que lo harán aún menos costoso son ciertamente buenas, pero no van a ser grandes cambiadoras de juego de inmediato», apunta Robert Lash, experto en diabetes y director médico de la Sociedad Endocrina con sede en Washington, DC. En última instancia, cree que una mayor competencia será mejor para los pacientes. «Cuantas más empresas fabriquen insulina y más opciones tengan los pacientes, menos costosa será con el tiempo», destaca.

Incluso con la bendición de la FDA, pocos actores fuera de los tres grandes fabricantes de insulina han irrumpido en el mercado. En julio de 2021, el medicamento Semglee de Mylan Pharmaceuticals y Biocon Biologics se convirtió en la primera insulina biosimilar aprobada por la FDA, como producto intercambiable con la insulina Lantus de Sanofi. Ese mismo año, la agencia aprobó Rezvoglar, de Eli Lilly, como biosimilar de Lantus, de Sanofi. Las tres principales fabricantes de insulina también han sacado versiones sin marca de sus propias insulinas de marca.

Civica, una empresa farmacéutica sin fines de lucro con sede en Utah, anunció en 2022 planes para fabricar y distribuir su propia insulina de bajo costo, comprometiéndose a limitar los precios a 30 dólares por vial y 55 dólares por una caja de cinco cartuchos. El año pasado, California firmó un contrato con Civica para que el estado pudiera producir su propia insulina asequible.

Owen afirma que rBIO aspira a reducir el costo de la insulina en un 30%. Su producto, R-biolin, está diseñado para ser una copia de Novolin de Novo Nordisk, una insulina que empieza a actuar en 90 minutos y dura 24 horas. Este mes, Novo Nordisk redujo el precio de lista de varias de sus insulinas de marca y sin marca, incluida Novolin. Ahora cobra 48.20 dólares por un vial y 91.09 dólares por una FlexPen de Novolin.

La nueva empresa de Houston todavía tiene que demostrar si su insulina funciona tan bien como Novolin, e incluso entonces, rBIO tendrá poco control sobre el precio que acaben pagando los pacientes. Al igual que otros fabricantes, rBIO vendería su insulina a los gestores de prestaciones farmacéuticas. «Seguimos pensando que podemos reducir el costo de forma significativa», concluye Owen.

Fuente: es.wired.com