Los tumores usan las grasas a fin de para pavimentar las ‘carreteras’ para sus metástasis

 

A día de hoy contamos con tratamientos muy eficaces para la mayoría de los tipos de cáncer. El caso, entre otros, de la quimioterapia o de la radioterapia, por lo general muy efectivas a la hora de eliminar un tumor. El problema es que cuando el tumor original se expande y coloniza otros órganos –el proceso denominado ‘metástasis’–, la utilidad de los tratamientos disponibles es muy limitada. De hecho, las metástasis son responsables de casi un 90% de los decesos por cáncer. Tal es así que la prevención de estas migraciones tumorales se presenta como uno de los principales retos de la medicina actual. De ahí la importancia de un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), en el que se muestra la manera en la que los tumores utilizan los vasos linfáticos para, cual carreteras, extenderse por el organismo y cómo este proceso podría ser, cuando menos potencialmente, prevenido.

Como explica Brian Wong, co-autor de esta investigación publicada en la revista “Nature”, «nuestro estudio muestra que el uso de los ácidos grasos por el sistema linfático está programado en su desarrollo y es necesario tanto para su crecimiento como para su funcionalidad. Y además, hemos demostrado con que la potenciación o con la prevención del uso de las grasas o de los metabolitos de las grasas podemos controlar el crecimiento de los vasos linfáticos».

Carreteras tumorales

Los autores ya observaron en un estudio recientemente publicado que los vasos linfáticos ‘consumen’ mayores cantidades de ácidos grasos –o lo que es lo mismo, de ‘grasas’– que los vasos sanguíneos. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que los tumores promueven la formación de nuevos vasos linfáticos para usarlos como carreteras y llegar a otros órganos. Por tanto, puede suponerse que la administración de fármacos capaces de prevenir el metabolismo de las grasas por el sistema linfático evitaría la formación de nuevos vasos y, por ende, el desarrollo de metástasis. Sin embargo, el mecanismo por el que los vasos linfáticos se aprovechan del metabolismo de los ácidos grasos es muy complejo.

En la nueva investigación, los autores analizaron cómo se forman los vasos linfáticos, tipo de vasos que, en realidad, son vasos inicialmente sanguíneos y transformados durante el desarrollo embrionario. Una ‘transformación’ que, entre otras consecuencias, provoca que los vasos linfáticos tengan una mayor ‘apetencia’ por las grasas que los sanguíneos.

Los resultados mostraron que la transformación de vasos sanguíneos en linfáticos requiere de un incremento del metabolismo de las grasas. Concretamente, las grasas son utilizadas para generar moléculas capaces de promover cambios epigenéticos –alteraciones que, si bien no alteran la secuencia de ADN, modifican la forma en la que se expresan los genes contenidos en este ADN–. Y estos cambios, ¿para qué sirven? Pues básicamente, para alterar la producción de las proteínas. Y es que según el patrón epigenético, se producirá una proteína u otra. Así, parece que, en este caso, los patrones inducidos por el metabolismo de las grasas dan lugar a proteínas que promueven la formación de nuevos vasos linfáticos.

En definitiva, parece que los tumores necesitan, si no directamente promueven, que se produzca un incremento del metabolismo de los ácidos grasos para poder contar con nuevos vasos linfáticos y, así, colonizar otros órganos.

Por ello, el próximo paso de los investigadores será realizar un estudio para evaluar si el uso de fármacos inhibidores del metabolismo de las grasas puede reducir las metástasis en distintos tipos de cáncer.

Tratar el linfedema

Pero aún hay más. Los investigadores también llevarán a cabo un segundo estudio para ver si el incremento de las grasas con suplementos dietéticos –por ejemplo, con los ‘cuerpos cetónicos’ que utilizan los atletas– puede ayudar a curar los vasos linfáticos defectuosos y, por tanto, el linfedema –enfermedad en la que la obstrucción de los vasos provoca una extravasación de la linfa, que por lo general se acumula en las extremidades provocando una hinchazón crónica.

Como concluye Peter Carmeliet, director de la investigación, “nuestros próximos estudios están centrados en trasladar estos descubrimientos al abordaje del cáncer. Hasta ahora no podíamos desarrollar fármacos dirigidos al crecimiento de los vasos linfáticos porque no sabíamos cómo se desarrollaban y cómo llevaban a cabo su función. Nuestros resultados demuestran la importancia de su dependencia de las grasas y muestran los pasos esenciales para el desarrollo de fármacos efectivos que prevengan el crecimiento excesivo del sistema linfático en el cáncer, así como para tratar las complicaciones discapacitantes del linfedema”.

Fuente: abc.es/salud