La hibernación de los osos podría arrojar luz sobre nuevos tratamientos de la diabetes

Alimentar con miel a los osos que hibernan ayudó a los investigadores de la Universidad Estatal de Washington (Estados Unidos) a encontrar las posibles claves genéticas del control de la insulina de los osos, un avance que podría conducir en última instancia a un tratamiento para la diabetes humana, según publican en la revista ‘iScience’.

Cada año, los osos ganan una enorme cantidad de peso, y luego apenas se mueven durante meses, un comportamiento que significaría diabetes en los humanos, pero no para los osos, cuyos cuerpos pueden activar y desactivar la resistencia a la insulina casi como un interruptor. En la búsqueda del secreto de los osos, los científicos de la WSU observaron miles de cambios en la expresión de los genes durante la hibernación, pero ahora un equipo de investigación ha reducido la lista a ocho proteínas.

“Parece que hay ocho proteínas que trabajan de forma independiente o conjunta para modular la sensibilidad y la resistencia a la insulina que se observa en los osos que hibernan –señala Joanna Kelley, genetista evolutiva de la WSU y autora correspondiente del estudio–. Todas estas ocho proteínas tienen homólogos humanos. No son exclusivas de los osos. Los mismos genes están en los humanos, así que eso significa que quizá haya una oportunidad directa de traducción”.

El equipo de investigación analizó los cambios en los cultivos de células de oso que fueron expuestos al suero sanguíneo extraído de los osos pardos alojados en el Centro de Osos de la WSU. Tanto las células como el suero sanguíneo se tomaron de los osos durante las temporadas de actividad e hibernación, así como de un periodo de hibernación interrumpido en el que los investigadores alimentaron a los osos con agua-miel.

En el laboratorio, los investigadores combinaron diferentes cultivos celulares y sueros, como un cultivo celular de una temporada de hibernación con suero de la temporada activa, para analizar los cambios genéticos que se producían. De todas las combinaciones, fue el suero del periodo de alimentación a mitad de la hibernación el que más ayudó a identificar las proteínas clave.

“Alimentar a los osos sólo durante dos semanas de hibernación nos permitió controlar otros aspectos, como la duración del día y la temperatura, así como la disponibilidad de alimentos”, explica Kelley.

Los osos suelen levantarse y moverse un poco durante la hibernación, pero no suelen comer, orinar o defecar. Los investigadores aprovecharon estos momentos de vigilia para ofrecer a los osos agua con miel, una de sus golosinas favoritas, como parte de otro estudio, en el que se descubrió que el azúcar adicional alteraba su comportamiento de hibernación. Kelley y sus colegas utilizaron entonces las muestras de ese periodo de estudio para hacer su análisis genético.

Cuando los investigadores pusieron el suero de la hibernación interrumpida en un cultivo celular tomado de osos que hibernan regularmente, descubrieron que esas células empezaban a mostrar cambios en la actividad genética similares a los de las células de la estación activa.

A continuación, el equipo planea investigar cómo esas proteínas actúan específicamente para revertir la resistencia a la insulina, investigación que podría conducir en última instancia al desarrollo de formas de prevenir o tratar la diabetes humana.

“Se trata de un avance hacia una mejor comprensión de lo que ocurre a nivel genético y hacia la identificación de moléculas específicas que controlan la resistencia a la insulina en los osos”, afirma Blair Perry, coprimer autor del estudio e investigador postdoctoral de la WSU.

Las herramientas para entender la genética son cada vez más sofisticadas, y recientemente Kelley, Perry y sus colegas publicaron un ensamblaje actualizado del genoma del oso pardo, del que el oso pardo es una subespecie. Este genoma, más completo y contiguo, puede ayudar a comprender mejor la genética de los osos, incluido el modo en que gestionan la hibernación.

“El estudio de la diversidad de la vida que nos rodea y de todas estas adaptaciones únicas y extrañas que han surgido tiene un valor inherente –afirma Perry, que también ha estudiado la composición genética del veneno de las serpientes–. Al entender la base genómica de estas adaptaciones, comprendemos mejor lo que compartimos con otras especies y lo que nos hace únicos como humanos”.

Fuente: infosalus.com