Hallan cómo seleccionar los linfocitos T antitumorales para mejorar la inmunoterapia frente al cáncer
La ‘transferencia adoptiva de linfocitos T’, también denominada ‘terapia con células anticancerígenas T o T CAR’, es un tipo de inmunoterapia experimental para el cáncer en la que se extraen linfocitos T del propio paciente, se cultivan en el laboratorio y, una vez alcanzan un número considerable, se vuelven a introducir –o según la terminología científica, ‘transferir adoptivamente’– en el enfermo para que combatan el tumor. Un tratamiento que ya permitido la curación en un ensayo clínico de un grupo de pacientes con linfoma no Hodking y que se presenta, cuando menos en teoría, como una alternativa muy eficaz a los tratamientos disponibles para combatir el cáncer. Pero hay un problema: el sistema inmune contiene infinidad de linfocitos T, y son muy pocos los que realmente combaten las enfermedades oncológicas. Entonces, ¿cómo identificar cuáles de estas células inmunes tienen actividad anticancerígena para que, así, pueden ser utilizadas en este tipo de inmunoterapia? Pues investigadores del Centro de Investigación Oncológica Fred Hutchinson en Seattle (E.U) parecen haber logrado un avance muy significativo en este sentido.
Como explica Aude G. Chapuis, directora de esta investigación publicada en la revista Science Immunology, “hemos hallado que las células del sistema inmune de cada paciente que finalmente tienen un efecto clínico son increíblemente escasas. Así, y partiendo de este descubrimiento, ya somos capaces de refinar la selección de linfocitos que serán utilizados en último término en la transferencia adoptiva de linfocitos T, de modo que estas células persistan y mantengan controlados a los tumores durante más tiempo”.
Buscando en la ‘caja negra’
Entre otras ventajas potenciales, la transferencia adoptiva de linfocitos T permite que los linfocitos extraídos para su cultivo sean manipulados genéticamente con objeto de potenciar su actividad anticancerígena. Pero, ¿qué pasa en aquellos casos en los que los linfocitos T del enfermo no tienen la capacidad para luchar contra el tumor? Pues que también se pueden utilizar linfocitos T donados por un voluntario ‘sano’, que igualmente serán cultivados e inoculados en el paciente.
Sea como fuere, y con independencia de la procedencia, propia o ajena, de los linfocitos T, el tratamiento debe ser purificado. Y es que cada infusión o ‘transferencia adoptiva’ al paciente contienen millares de linfocitos T diferentes, la gran mayoría de los cuales no se suman al combate frente al tumor.
Como refiere Aude Chapuis, «es como una ‘caja negra’, y las ocasiones en los que científicos han sido capaces de identificar la composición de las células que están liderando la lucha frente al cáncer han sido mínimas».
Es más, para complicar aún más la situación, las propiedades anticancerígenas de los linfocitos pueden cambiar cuando crecen en una placa de laboratorio. En consecuencia, los clones ‘cultivados’ son diferentes de sus originales.
Entonces, ¿qué se puede hacer para que este nuevo tipo de inmunoterapia sea de verdad efectivo? Pues escoger únicamente a aquellos linfocitos T con mayor actividad anticancerígena. Y para ello, según muestra el estudio, tan ‘solo’ hay que mirar el ‘código de barras’ de estos linfocitos, seleccionar los útiles y sacarlos de la ‘caja negra’ para cultivarlos.
En palabras de la directora de la investigación, «la secuenciación de receptores de linfocitos T de alto rendimiento nos permite distinguir unos linfocitos de otros y averiguar de dónde proceden, cuáles crecen en cultivo y cuáles persisten después de ser transferidos al paciente».
Leer el ‘código de barras’
Concretamente, los autores analizaron los receptores presentes en la superficie de los linfocitos T, receptores que difieren según el tipo de célula y que son en realidad las armas que utilizan estos linfocitos para luchar frente al cáncer. Y para ello, han diseñado un método de secuenciación de alto rendimiento que permite asignar a cada linfocito T un ‘código de barras’ identificativo en función de qué receptores porte en su superficie.
El siguiente paso es observar cómo se comporta cada tipo de linfocito –identificado por su ‘código de barras’ cuando se le induce a crecer en una placa de laboratorio y cuando se le inocula al paciente. Concretamente, los autores contaron con la participación de 10 pacientes con melanoma metastásico –esto es, en el que el tumor ya se ha extendido a otros órganos– a los que trataron con transferencia adoptiva de linfocitos T. Y lo que observaron es que en los dos pacientes que alcanzaron una remisión completa de la enfermedad, los linfocitos T que realmente ayudaron a destruir los tumores fueron muy escasos. Pero por poco numerosos que sean, ya pueden ser identificados.
Como concluye Aude Chapuis, “por fin somos capaces de monitorizar qué sucede cuando utilizamos la transferencia adoptiva de linfocitos T”.
Asimismo, los resultados también mostraron que los linfocitos T con mayor actividad antitumoral son los procedentes de pacientes jóvenes, lo que sugiere que tienen una mayor capacidad para proliferar y sobrevivir. Unas características que resultan cruciales para poder controlar el tumor a largo plazo.
Fuente: abc.es/salud