Salud

Hallado cómo atenuar la caída del pelo por la quimioterapia en el cáncer de mama

Cada año se diagnostican en nuestro país más de 25 mil nuevos casos de cáncer de mama, el tipo de tumor más frecuente entre la población femenina española. De hecho, se estima que una de cada ocho españolas desarrollará un cáncer de mama a lo largo de su vida. De ahí la importancia, vital, de invertir en la investigación de esta enfermedad, que ha posibilitado que la supervivencia libre de recaídas a los cinco años del diagnóstico supere hoy en día el 90 por ciento. Y es que cada vez contamos con terapias más eficaces frente al tumor. Unos tratamientos que, caso especialmente de la quimioterapia, no están exentos de efectos secundarios. Es el caso, entre otros y dada la agresividad de los fármacos, de la pérdida del pelo. Pero como muestran dos estudios publicados en la revista «JAMA», esta alopecia que tan fuerte impacto causa en la autoestima de los pacientes podría reducirse, y mucho, con el uso de dispositivos para ‘enfriar’ el cuero cabelludo durante la quimioterapia.

Concretamente, los dispositivos evaluados en ambos estudios reducen el flujo sanguíneo en los folículos pilosos, lo que minimiza la cantidad de fármacos quimioterápicos que acaban llegando a los folículos. Así, el objetivo es utilizar el dispositivo o ‘gorro’ mientras se administra el tratamiento para reducir, en la medida de lo posible, la afectación de los folículos y la consecuente pérdida de pelo, calificada por las propias pacientes como uno de los efectos adversos más ‘angustiosos’ de la quimioterapia. Y según las nuevas evidencias, parece que funciona.

Conservar el pelo

En el primero de los estudios, investigadores de la Facultad de Medicina Baylor en Houston (E.U) contaron con la participación de 182 mujeres diagnosticadas de cáncer de mama que, en función de un criterio aleatorio, fueron seleccionadas para llevar un ‘gorro’ para enfriar o ‘refrigerar’ su cuero cabelludo –119 pacientes– o un gorro que, aun similar, no producía ningún efecto –62 pacientes que conformaron el consabido ‘grupo control’– mientras recibían quimioterapia. Concretamente, las participantes portaron sus ‘gorros, ya fueran ‘activos’ o ‘placebos’, desde 30 minutos antes de someterse a la quimioterapia de infusión y hasta 90 minutos después de concluido el tratamiento.

El estudio fue diseñado para realizar cuatro ciclos de tratamiento. Sin embargo, los resultados fueron tan contundentes que la investigación fue interrumpida antes de tiempo. Y es que el análisis de los resultados preliminares, alcanzados con un total de 142 participantes, mostró que el porcentaje de mujeres que conservaron al menos la mitad de su pelo durante la quimioterapia fue de un 51 por ciento en el caso de portar el gorro ‘refrigerante’ y de un rotundo cero por ciento en el grupo control.

Y esta retención del pelo, ¿supuso algún beneficio para la calidad de vida de las participantes? Pues de acuerdo con los resultados, no. O cuando menos, no resultaron estadísticamente significativos. Además, algunas de las pacientes que portaron el dispositivo de enfriamiento capilar experimentaron algún efecto adverso, pero siempre de carácter leve o muy leve.

En definitiva, los resultados son ciertamente positivos, si bien deberán ser confirmados en estudios futuros. Como concluye Julie Nangia, directora de esta primera investigación, «es necesaria más investigación para establecer la eficacia a largo plazo de nuestro procedimiento y su seguridad».

Cefaleas leves

El segundo trabajo, realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), contó con la participación de 122 pacientes de cáncer de mama que, de forma totalmente aleatoria, llevaron el dispositivo de enfriamiento capilar –a una temperatura constante de 3º C– o el ‘gorro placebo’ desde 30 minutos antes de iniciar cada ciclo de quimioterapia y hasta 90-120 minutos después de concluido el tratamiento.

En este caso, y un periodo promedio de 2.3 meses de quimioterapia, los resultados mostraron que el porcentaje de participantes que mantuvieron al menos el 50 por ciento de su pelo fue de hasta un 66 por ciento en el grupo de tratamiento activo. Un beneficio del que, una vez más, no disfrutó ninguna paciente del grupo control.

Es más; el uso del dispositivo de enfriamiento capilar se asoció con una mejora significativa en tres de los cinco parámetros evaluados para medir la calidad de vida una vez concluida la quimioterapia. Y mientras la proporción de pacientes que aseguraron sentirse ‘físicamente menos atractivas’ en el grupo control se estableció en un 56 por ciento, en aquellas que portaron el gorro de enfriamiento fue de solo un 27 por ciento. 

Y en este caso, ¿no hubo ningún efecto adverso asociado a la refrigeración capilar? Pues sí: cuatro de las 106 participantes experimentaron cefaleas leves, y tres tuvieron que dejarlo al sentir un frío excesivo.

Una vez más, los resultados deberán ser evaluados en nuevos estudios. O como indican los autores, “se requieren más investigaciones para determinar los efectos tras la administración de la quimioterapia, cuantificar la alopecia a largo plazo, y establecer los posibles efectos secundarios”.

Fuente: abc.es