El secreto de la regeneración del hígado está en la sangre
Un nuevo estudio de la Universidad del Estado de Michigan, en Estados Unidos, con colaboradores de las Universidades de Viena (Austria) y Groningen (Países Bajos), muestra que el fibrinógeno, proteína responsable de la coagulación sanguínea, puede ser la clave de que, en ocasiones, no funcione el proceso de renovación del hígado tras una cirugía.
El hígado es el único órgano del cuerpo que puede regenerarse. Pero algunos pacientes que se someten a una resección hepática, una cirugía que extirpa una parte enferma del órgano, pueden necesitar un trasplante debido a que el proceso de renovación falla.
«Descubrimos que el fibrinógeno se acumula dentro del hígado restante rápidamente después de la cirugía y le dice a las plaquetas que actúen como primeros intervinientes, lo que desencadena la fase más temprana de la regeneración», explica James Luyendyk, profesor de patobiología, en un comunicado. «Pero si se inhibe el fibrinógeno o las plaquetas, la regeneración se retrasa».
Las plaquetas son células sanguíneas que ayudan a formar coágulos y detienen el sangrado. Cuando reciben información del fibrinógeno, entran en acción y se acumulan en la parte restante del hígado para ayudar a restaurarlo, lo que aumenta las posibilidades de un hígado completamente funcional y una recuperación exitosa.
Ayuda en la cirugía y mejora de resultados
Utilizando muestras de pacientes sometidos a resección hepática y un modelo comparable en ratones, Luyendyk y su equipo descubrieron que cuando el fibrinógeno estaba bajo, la cantidad de plaquetas en el hígado disminuía.
«Esto demuestra que los depósitos de fibrinógeno son extremadamente importantes y afectan directamente a la regeneración tanto en ratones como en humanos», señala Luyendyk.
Según la doctora Dafna Groeneveld, coautora de la investigación, el descubrimiento demuestra que los niveles de fibrinógeno también podrían ser un marcador predictivo para los médicos. «La medición de esta proteína en pacientes de resección hepática puede ayudarnos a determinar de antemano si el órgano se regenerará con éxito o si se volverá disfuncional», explica.
Esto podría llevar a nuevos tratamientos que ayudarían a los médicos a corregir los niveles bajos de la proteína mediante el uso de concentrados de fibrinógeno que pueden administrarse durante la cirugía.
«Este tipo de tratamiento aún no se ha probado en pacientes de resección hepática», apunta Luyendyk. «Pero una vez que descubrimos exactamente cómo funciona el fibrinógeno en el proceso de regeneración y probemos terapias potenciales en ratones, finalmente podría proporcionar la prueba que necesitamos para llevar nuestro trabajo a la clínica y mejorar los resultados de los pacientes».
Fuente: tendencias21.net