Unos científicos han modificado un virus respiratorio común, concretamente un adenovirus, para que actúe como un caballo de Troya y suministre genes para terapias contra el cáncer directamente en las células tumorales. A diferencia de la quimioterapia o la radioterapia, este método no daña las células sanas normales. Una vez dentro de las células tumorales, los genes introducidos sirven de modelo para los anticuerpos terapéuticos, las citoquinas y otras sustancias de señalización, que son producidas por las propias células cancerosas y actúan para eliminar los tumores desde dentro.
Dicho de otro modo: la técnica engaña al tumor para que se aniquile a sí mismo mediante la producción de sustancias anticáncer por sus propias células cancerosas.
Este método ha sido diseñado por un equipo que incluye a Andreas Plückthun y Sheena Smith, ambos de la Universidad de Zúrich en Suiza.
La nueva técnica se basa en avances clave logrados anteriormente por el equipo de Plückthun, como por ejemplo uno que permite dirigir los adenovirus a partes específicas del cuerpo para ocultarlos del sistema inmunitario.
En un experimento empleando la nueva técnica, los científicos hicieron que el propio tumor de mama en un modelo de ratón produjera un anticuerpo llamado trastuzumab, clínicamente aprobado contra el cáncer de mama. Comprobaron que, al cabo de unos días, la técnica producía dentro del tumor una cantidad del anticuerpo más grande que la cantidad que se lograba cuando se inyectaba el fármaco directamente en las dosis admisibles. Además, la concentración en el torrente sanguíneo y en otros tejidos donde pueden producirse efectos secundarios era significativamente menor con este método.
Plückthun, Smith y sus colegas destacan que la nueva técnica es aplicable no solo a la lucha contra el cáncer de mama. Como los tejidos sanos ya no entran en contacto con niveles significativos del agente terapéutico, también es aplicable para la administración de una amplia gama de potentes fármacos basados en proteínas que, de otro modo, serían demasiado tóxicos.
Fuente: noticiasdelaciencia.com