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Vive México la inminente extinción de las vaquitas

Da la impresión de que las vaquitas (Phocoena sinus) podrían extinguirse en unas semanas. Sería la primera especie de cetáceo que desaparece de los mares por obra de los seres humanos (tras la extinción del baiji, un delfín chino, pero de río). Solo quedan doce ejemplares nadando en el golfo de California, junto a la península de la Baja California, explica Andrea Crosta, de la organización protectora de animales Elephant Action League, en una entrevista concedida a Mongabay. Se ha determinado su número con boyas que graban los gritos ecolocalizadores de estos animales. Se ha visto que se ha quedado ni en la mitad desde el otoño de 2017. Por entonces habían contado los biólogos que había treinta.

La culpa de esta dramática merma es la pesca de otra especie también amenazada, las totoabas (Totoaba macdonaldi). La carne de estos peces se exporta ilegalmente a Estados Unidos; sus vejigas natatorias son un artículo apreciado en el mercado chino. Los pescadores las capturan con redes de enmalle en las que los peces se enganchan por las agallas y donde las vaquitas también quedan atrapadas y se ahogan (otros mamíferos marinos sufren también con las redes en otras partes del mundo). La pesca de las totoabas está prohibida, pero las infracciones rara vez se castigan. Según Crosta, los pescadores se alegran de la muerte de las vaquitas porque creen que con su desaparición definitiva las restricciones se aflojarán o cesarán por completo.

Un último y desesperado intento del salvar a esos cetáceos fracasó en el otoño de 2017. Se intentó capturar a al menos algunas de las supervivientes y mantenerlas dentro de una zona acotada y vigilada del mar. Pero cuando las primeras hembras apresadas murieron o, estresadas, tuvieron que ser liberadas, se interrumpió el proyecto. Desde entonces, la única esperanza es que las instituciones mexicanas ejecuten por fin de manera rigurosa la prohibición de las capturas. Sin embargo, dice Crosta, los pescadores pescan las totoabas hasta a la luz del día y a la vista de los guardacostas.

Fuente: investigacionyciencia.es