Un plan de emergencia para la innovación

Una transformación educativa es necesaria, y el camino puede pavimentarse con un fortalecimiento de la economía digital que estimule el mercado interno.

México tiene muchos “poetas de la innovación” pero carece de un camino para alcanzarla efectivamente. Un sistema educativo que está lejos de generar las habilidades necesarias para la cuarta revolución industrial; una serie de políticas públicas que no ayuda a los emprendedores a generar valor de las innovaciones; y la resistencia al cambio de paradigmas económicos y sociales son escenarios que obligan a pensar en la creación de un plan de emergencia para la innovación, dice Kiyoshi Tsuru, director general de The Software Alliance (BSA) en México.

El fundador y presidente del Foro Económico Mundial (WEF), Klaus Schwab, define la cuarta revolución industrial a las transformaciones de los sistemas a partir de tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica, el Internet de las Cosas (IoT), los vehículos autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología, biotecnología, ciencia de materiales, almacenamiento de energía y computación cuántica.

Pero para que México pueda sacar provecho de estas transformaciones, es necesario empezar por transformar su sistema educativo para la generación de habilidades tecnológicas y la atracción de talento que pueda impulsar la creatividad e innovación.

“¿Por qué no estamos haciendo más plataformas, por qué no estamos escribiendo más código y más IoT? Porque lo que nos importa en las primarias no es esto. Que los niños aprendan a escribir código intuitivamente. ¿Cómo? Jugando Minecraft. Y tenemos una responsabilidad de la industria. Las compañías tenemos que empezar a ver más esta cooperación”, dijo Tsuru.

El desafío no es menor si se observan los resultados de la última prueba PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) donde el desempeño de México se encuentra por debajo del promedio en ciencias (416 puntos), lectura (423 puntos) y matemáticas (408 puntos). En estas tres áreas, menos del uno por ciento de los estudiantes en México logran alcanzar niveles de competencia de excelencia.

Una transformación educativa es necesaria pero con resultados a largo plazo, pero el camino puede pavimentarse con un fortalecimiento de la economía digital que estimule el mercado interno y la apertura hacia otros países. Esta visión será fundamental en los escenarios adversos planteados con una salida del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el fracaso del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP).

“México ha sabido entender bien el libre comercio, lo que pasa es que lo hemos entendido con un solo comprador y tenemos que aprender a jugar con el resto del mundo. Independientemente de los tratados, lo que tenemos que hacer es ofrecer servicios competitivos de última generación en nuestro mercado interno, en nuestra región y en el resto del mundo”, consideró.

Lo cierto es que México no parte de ceros. Ya hay un camino y una agenda que marca las tendencias de desarrollo hacia la adopción del cómputo en la nube, el big data y el Internet de las cosas, que se alinean con algunas de las tecnologías planteadas en la cuarta revolución industrial de Schwab.

“Los mexicanos podemos trabajar en soluciones, aplicaciones y compañías de big data e internet de las cosas, en plataformas virtuales. Primero viendo nuestro mercado interno; regionalmente y salir de nuestra área de confort que tiene que vender piezas troqueladas, dar un salto a lo siguiente a hacer IoT, programas de cómputo que tengan que ver con contabilidad y escalarlos a un modelo que se venda masivamente en México, el resto de Latam y que empiece a competir”, ejemplificó.

El directivo no niega que exista actividad de innovación y emprendimiento en México; al contrario, reconoce que son cada vez más los jóvenes creadores de nuevos servicios y empresas de base tecnológica que han impulsado el desarrollo tecnológico y la economía digital. Pero también es cierto que muchas enfrentan obstáculos en el camino al no encontrar el financiamiento requerido para sobrevivir el “valle de la muerte”.

Tsuru lo atribuye a la falta de apoyo a los emprendedores para generar y registrar patentes, lo que les daría una valuación mayor ante inversionistas y grandes empresas.

La ineficacia en la generación de patentes es una de las principales dolencias de políticas públicas como la del Fondo Nacional Emprendedor o los financiamientos del Conacyt. El directivo incluso destaca que organismos como las Oficinas de Transferencia de Conocimiento distan de generar innovación.

“Son lugares que tienen que dedicarse a vincular pero han adquirido vida y agenda propia y se han vuelto un fin en sí mismo. Son oficinas generadoras de proyectos de papel que en vez de generar innovación, lo que les parece revolucionario es que dan cursos de cómo truquear el sistema para bajar dinero”, observó.

Aunque no toda la responsabilidad del gobierno, la cooperación con la industria y los emprendedores es fundamental para delinear un camino que pueda hacer frente a los desafíos que afronta el país. El directivo de la BSA pone tres pasos sobre la mesa:

“Uno, no divulgar y para eso hay que cambiar el SNI (Sistema Nacional de Investigadores) porque te paga por publicar papers y eso sí se puede hacer en los próximos 12 meses; dos, que hagan una búsqueda del estado de la técnica responsable y el IMPI lo puede empezar a hacer en un mes; y tres, patentar de inmediato, que haya hubs que sepa realizar buenas solicitudes de patente, de calidad”, dijo.

De esta forma, plantea un plan que permita avanzar en el camino hacia la adopción y los cambios de paradigmas que acarrea esta cuarta revolución industrial.

Fuente: eleconomista.com.mx