Stanford investigará el escándalo CRISPR ante el silencio de sus científicos

Los altos cargos de la Universidad de Stanford (EE. UU.) han abierto una investigación para descubrir qué información tenían varios destacados profesores sobre el intento de China de crear bebés con genes editados, dirigido por el exinvestigador del centro en la sede de California (EE. UU.) He Jiankui.

La investigación, según personas al tanto del asunto, intenta comprender qué responsabilidades o riesgos podría tener Stanford en relación al controvertido experimento médico, que el año pasado concluyó en el nacimiento de dos niñas cuyos genomas se habían alterado la herramienta de edición genética CRISPR para hacerlas inmunes al VIH. En un correo electrónico, Stanford confirmó la investigación. El portavoz Ernest Miranda detalló: “Tenemos en curso una revisión de las circunstancias en torno a las interacciones del Dr. He con algunos investigadores de la universidad”.

En noviembre, MIT Technology Review informó que He, que en aquel momento era profesor de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur en Shenzhen (China), había hecho un intento arriesgado y éticamente cuestionable de crear los primeros bebés CRISPR. He, quien anunció el nacimiento de las gemelas Lulu y Nana, fue inmediatamente sometido a una investigación por parte de las autoridades chinas y podría enfrentarse a graves consecuencias legales.

A pesar de que haber recibido duras críticas por actuar de modo deshonesto, por violar las reglas éticas y por desobedecer las recomendaciones internacionales, He nunca mantuvo en secreto sus ambiciones de edición de genes. El joven investigador había compartido varios detalles de sus planes con los principales científicos norteamericanos y especialistas en ética para intentar obtener su respaldo, asesoramiento y ayuda con las publicaciones.

Stanford inició la investigación después de que varios medios de comunicación publicaran que tres de sus profesores (más que en cualquier otra institución) estaban al tanto de los planes de He para crear niños con ediciones genéticas. Se trata del médico y especialista en ética médica William Hurlbut, que interactuó intensamente con He durante muchos meses; del especialista en edición genética Matthew Porteus; y del biofísico Stephen Quake, que tiene un puesto importante como copresidente del Biohub Chan Zuckerberg dotado con un presupuesto de 530 millones de euros, y que además fue asesor de He durante sus estudios postdoctorales. He empezó a trabajar como investigador postdoctoral en el laboratorio de Quake en 2011, pero regresó a China el año siguiente.

No se sabe qué información está buscando Stanford de sus profesores, pero los investigadores quieren aclarar si algún empleado de la institución ayudó a He o si hubo alguna relación financiera con él, o si se podían haber tomado medidas para detenerle.

La investigación de Stanford, que llevará a cabo una empresa externa según una de las personas al corriente, es la segunda que lleva a cabo una institución del país después de que se conociera el escándalo, que sacudió profundamente a la comunidad científica y destacó las deficiencias del autogobierno científico.

En noviembre, la Universidad de Rice (EE. UU.) informó de que llevaría a cabo una “investigación completa” sobre el papel del profesor de bioingeniería y mentor de He durante sus estudios universitarios, Michael Deem. Deem estuvo directamente relacionado con el estudio de He: según informó AP, el científico se reunió con posibles pacientes chinos y su nombre fue añadido como autor principal de un manuscrito no publicado. Los abogados de Deem han negado el papel que se le ha atribuido. En declaraciones al Houston Chronicle los letrados afirmaron que “Michael no hizo ningún estudio en humanos y para este proyecto tampoco”.

Las investigaciones dirigidas por universidades suelen ser privadas, inocuas y con pocas consecuencias para los profesores importantes, especialmente aquellos que recaudan millones en subvenciones. La clave reside en la experimentación en humanos, en parte porque una violación tan grave como esta podría poner en peligro las becas de investigación federales de la universidad.

El 21 de enero, la agencia de noticias china Xinhua publicó un resumen del caso en el que indicaba que He se enfrentaba a graves consecuencias legales. De hecho la Universidad de Shenzhen le despidió el mismo día que hizo público su experimento. Citando a investigadores anónimos, el medio destacaba que en 2016 He “empezó a organizar en privado un equipo de proyecto con personal extranjero, evadiendo deliberadamente la supervisión” y utilizando CRISPR para fines prohibidos.

La expresión “personal extranjero” no fue para nada accidental y podría haber influido en la Universidad de Stanford para iniciar su investigación, que comenzó a finales de enero. Para algunos, el énfasis en los extranjeros sugiere que China podría intentar repartir la culpa más allá de He y del débil sistema de supervisión de China. Los investigadores chinos podrían revelar detalles sobre la participación de los científicos de EE. UU. para demostrar que es mayor que lo que se cree hasta ahora.

Otro punto de vista, que también expresan varios científicos, es que se está aislando y demonizando injustamente a He a pesar de que, de hecho, varios científicos de Estados Unidos le aconsejaron o le animaron en su proyecto. A estas personas les preocupa que el sistema judicial tan rápido y opaco de China pudiera castigar severamente a He. Por eso, creen que sus confidentes tienen el deber de hablar y revelar su papel, a pesar de los riesgos para sus propias carreras.

De que no hay duda es de que He hablaba abiertamente de sus planes. El investigador y sus estudiantes enviaron correos electrónicos a numerosos científicos y especialistas en ética en busca de opiniones. Un número mucho más pequeño, entre ellos Quake de Stanford y el ganador del Premio Nobel en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts (EE.UU.), Craig Mello, supieron a mediados del año pasado que He ya había trabajado con los embarazos.

Aunque Mello le dijo a He que no aprobaba la iniciativa de crear bebés, de acuerdo con los correos electrónicos, continuó aconsejándole hasta que la noticia saltó a la luz. El responsable de Comunicación del centro, Mark Shelton, afirma que la escuela no tenía pensado abrir ninguna investigación sobre el papel de Mello en el estudio.

A partir de 2017, He comenzó a anunciar ampliamente su interés en crear humanos con ediciones genéticas. Lo hizo en una reunión privada de edición genérica celebrada en febrero de ese año en la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.), coorganizada por el experto en bioética de Stanford Hurlbut, y que atrajo a personalidades destacadas de la ciencia y de la política.

En su blog, He describió los “intensos debates” que se produjeron en la reunión cuando los asistentes intercambiaron sus opiniones sobre cómo se debería aplicar la edición genética en humanos. Hurlbut continuó manteniendo conversaciones con He, ofreciendo consejos éticos, pero afirma que nunca le dijo que había embarazos en curso, aunque Hurlbut lo sospechaba.

Una cuestión en segundo plano de la investigación de Stanford es por qué los científicos de EE. UU. que estaban al tanto no dieron la alarma. En enero, Porteus afirmó en la Escuela de Derecho de Stanford que He le visitó en el campus a principios de 2018 y compartió sus planes para “generar un ser humano” resistente al VIH. Porteus sostiene que criticó esa iniciativa pero, como compañero científico, también prometió mantenerla en secreto. El científico afirmó: “Nuestra cultura consiste respetar la confidencialidad”.

Se sabe mucho menos sobre las interacciones que He tuvo con Quake, el destacado inventor de las técnicas de análisis genético en cuyo laboratorio, He trabajó durante 2011. Los dos publicaron un documento conjunto no relacionado con CRISPR, pero la estancia de He en Stanford se interrumpió cuando fue reclutado por el Gobierno chino para crear un laboratorio en Shenzhen.

Como estrella en ascenso en su país natal, He podía ofrecer generosas ofertas de viaje a China, investigaciones conjuntas e incentivos financieros para crear vínculos con los científicos de EE. UU. La start-up que lideraba, Direct Genomics, había recaudado varios millones de euros para desarrollar una técnica de análisis genético previamente inventada por Quake. Mello, de la Universidad de Massachusetts, aceptó unirse a la junta asesora de la compañía y viajó a China para las reuniones, incluida una que se produjo pocos días después del nacimiento de las gemelas.

Fuente: technologyreview.es