Mujeres científicas en México ganan 22.3% menos que los hombres
Las mujeres científicas en México perciben 12 mil 314 pesos mensuales en promedio, mientras que un hombre en la misma área percibe 15 mil 866 pesos: una diferencia de 3 mil 552 pesos. Además de esta brecha salarial, quedan muchos más obstáculos que atender para lograr la paridad de las mujeres en la ciencia desde que son niñas hasta que se desempeñan en el mercado laboral.
“Cuando llegué a mi primer trabajo me decían ‘mija’ en vez de doctora”, dice Rocío Alejandra Chávez Santoscoy. Esta es una anécdota que comparten mujeres científicas en México, y es solo una de las formas en las que se manifiesta la desigualdad en este campo: una desigualdad basada en el sexo de las personas. Desde la idea de que “la ciencia no es para niñas” hasta salarios que son en promedio 22.3 por ciento menores a los de los hombres, las científicas en el país aún tienen un largo camino por recorrer.
El 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha para reconocer el papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad científica y la tecnología. Pero las mujeres científicas mexicanas todavía son tratadas diferente a sus contrapartes masculinas, además de que estudian estas carreras con menos frecuencia y perciben salarios menores una vez que salen al mercado laboral.
Rocío Chávez es doctora en Biotecnología, profesora investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias en el Tecnológico de Monterrey y líder del laboratorio Core Lab Genomics de la misma universidad. Ella siempre supo que se quería dedicar a la ciencia para seguir los pasos de sus padres, quienes son médicos.
Pero en México las personas interesadas en estudiar carreras en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son minoría. Durante el ciclo escolar 2021-2022 solo el 19 por ciento de los estudiantes de nuevo ingreso en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) eligieron carreras de ciencias físico-matemáticas e ingenierías, de acuerdo con datos de esta institución.
Además, dentro de estas disciplinas siguen predominando los hombres. De acuerdo con la misma fuente, por cada 100 estudiantes que ingresaron a carreras científicas en la UNAM durante ese ciclo escolar, solo 32 eran mujeres.
Esto, sumado a la brecha salarial y el “techo de cristal” que impide a las mujeres acceder a puestos de poder de manera equitativa en este y otros campos, hace evidente que falta mucho por hacer para lograr la paridad de participación para las mujeres en la ciencia.
Un estudio de la UNESCO explica que la participación de las mujeres en carreras STEM en Latinoamérica está limitada por los estereotipos de género, los obstáculos en el avance profesional para mujeres que deciden ser madres, la sobrecarga de trabajo doméstico y la subrepresentación de las mujeres en puestos de liderazgo y toma de decisiones en estas áreas.
“La ciencia no es para niñas”
Rocío Chávez nunca pensó que su pasión por las matemáticas y la ciencia no era algo propio de su sexo, que se trataba de intereses “que no son para niñas”. De nuevo, esta no es la experiencia de la mayoría de las mujeres científicas en México.
Un informe del Centro de Investigación en Política Pública del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) publicado el año pasado identificó que los estereotipos y normas de género, el ambiente en las clases de la infancia, la falta de modelos femeninos a seguir en áreas STEM, la deficiencia de orientación vocacional y la influencia de compañeros, familia y docentes son factores clave que provocan desinterés en las niñas hacia la ciencia.
Por ejemplo, durante los primeros años de primaria las niñas suelen tener puntajes muy similares a los de sus compañeros en pruebas de matemáticas. Pero conforme el nivel educativo aumenta (secundaria y bachillerato), los niños superan a sus compañeras.
En México, la prueba del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA) de 2015 confirma la tendencia. En la aplicación de esta prueba a alumnos y alumnas de sexto de primaria, las mujeres obtuvieron un promedio de 507 puntos en comparación con 499 que obtuvieron los hombres. Sin embargo, en tercer año de bachillerato los hombres obtuvieron en promedio 513 puntos y las mujeres, 488.
“Desde muy chiquitas se nos enseña que no podemos jugar ciertos deportes o que no somos buenas para las matemáticas y que nosotras tenemos que aprender otro tipo de habilidades”, explica en entrevista Martha Castro, investigadora del IMCO.
“No es que las niñas tengan habilidades distintas a los niños, sino que se les socializa distinto, te vas rezagando. Cuando ya eres grande y quieres ser futbolista o científica, no es que no tengas las capacidades para hacerlo, es que durante muchos años no se te brindaron las mismas oportunidades que a tus compañeros hombres y por eso estás quedándote atrás”.
Martha Castro, investigadora del IMCO
“El compromiso académico de las mujeres se orienta hacia la industria del cuidado y las disciplinas relacionadas con las humanidades”, dice la UNESCO. Tal vez es por esa razón que en las carreras de medicina o ciencias de la salud (que no son disciplinas STEM) hay una mayor paridad de género que opaca la enorme brecha que todavía existe en otras ciencias como las agrícolas, las ingenierías o las matemáticas.
Hay paridad de género en las aulas para las ciencias de la salud, pero no en ciencias STEM
En México, las disciplinas STEM son elegidas por jóvenes universitarios con menor frecuencia que disciplinas como Ciencias Sociales, Humanidades o Administración. Y esta diferencia, de nuevo, es aún mayor para las mujeres.
En el ciclo escolar 2021-2022 la UNAM reportó haber tenido 52 mil 538 estudiantes de nuevo ingreso. De estos, 29.8 por ciento ingresó a carreras de ciencias biológicas, químicas y de la salud; otro 19 por ciento optó por licenciaturas de ciencias físico matemáticas e ingenierías.
En estas últimas, la mayoría del alumnado (68.4 por ciento) está compuesto por hombres. Y como señala el estudio de la UNESCO, en las carreras de ciencias biológicas, químicas y de la salud esta proporción se invierte, pues las mujeres representan el 65.9 por ciento de los nuevos ingresos en estas disciplinas.
En la población estudiantil de nuevo ingreso para posgrados, estas proporciones se mantienen casi igual, aunque se observa que en ambas áreas disminuye la participación de las mujeres.
En los posgrados de ciencias físico matemáticas e ingenierías los hombres representan el 69.4 por ciento de la población estudiantil de nuevo ingreso (878 alumnos) frente a un 30.5 por ciento de estudiantes que son mujeres (387). Además, en la cifra de reingresos (lo que marca la continuidad de un alumno o alumna) en esas mismas áreas el porcentaje de mujeres baja a 25.9 por ciento.
En carreras específicas como la maestría en Física, las mujeres de nuevo ingreso son apenas el 10.4 por ciento y las mujeres que reingresan representan el 9.4 por ciento.
Mientras tanto, en las carreras de posgrado en ciencias biológicas, químicas y de la salud, las mujeres representan el 57 por ciento, una diferencia de 8.9 puntos porcentuales frente a las mujeres de nuevo ingreso en licenciaturas de esa misma área.
En Ingenierías, las mujeres egresadas fueron menos del 30 por ciento
Las mujeres científicas en México también fueron minoría en los egresos de las carreras STEM durante el ciclo escolar 2021-2022.
Las carreras en Ingenierías tuvieron un 26.5 por ciento de egresadas mujeres. Mientras tanto, en las carreras de Ciencias, Matemáticas y Tecnologías de la Información el 46.6 por ciento de los egresos fue de mujeres. Destaca la carrera de Tecnologías para la Información en Ciencias, de la que egresaron cero mujeres y solo tres hombres. Otras carreras donde hubo un bajo porcentaje de mujeres egresadas en ese ciclo escolar fueron Ingeniería Mecánica Eléctrica (10.8 por ciento), Ingeniería Mecánica (15.2 por ciento), Ingeniería en Computación (16.5 por ciento), Ingeniería Mecatrónica (16.8 por ciento) e Ingeniería Eléctrica Electrónica (17.5 por ciento).
Por otro lado, las mujeres fueron mayoría como egresadas de las siguientes carreras: Ecología (83.3 por ciento), Ciencia Forense (73.3 por ciento), Fisioterapia (72,6 por ciento), Ingeniería en Alimentos (70,9 por ciento) y Ciencias de la Tierra (70.5 por ciento). De esta lista, tan sólo Ciencias de la Tierra e Ingeniería en Alimentos son consideradas carreras STEM.
Con estos datos se confirma que aún falta trabajo para lograr la paridad de género en las aulas de educación superior para las carreras STEM, y los esfuerzos para ello tienen que comenzar desde la educación básica.
“Sumar a más niñas y mujeres en la ciencia no es un proceso simple que se solucione con alguna política en específico. Las políticas enfocadas en temas STEM tienen no sólo que abrir más espacios en las universidades o en las empresas, sino ir generando políticas de inclusión desde el kinder y la primaria, y se requiere de una continuidad en los procesos, para que a las niñas se les borre esta percepción de que ellas no se pueden dedicar a esto y que se les impulse a incorporarse en el mundo de la ciencia”, puntualiza Martha Castro.
Mujeres científicas en México también se enfrentan a la brecha laboral
Por cada cuatro hombres que consiguen un trabajo en campos STEM, sólo una mujer consigue un puesto en las mismas áreas, de acuerdo con la UNESCO. Por ejemplo, en el sector de la Inteligencia Artificial (IA) a nivel mundial, sólo el 22 por ciento de los profesionales son mujeres, y en los países de América Latina esa brecha es aún mayor, por ejemplo, las mujeres científicas en México en este campo sólo representan el 15 por ciento .
En ese sentido, de acuerdo con este mismo estudio, se prevé que más de 7 millones de puestos de trabajo serán desplazados para 2020, y la mitad de los empleos actualmente existentes desaparecerán para 2050.
“Más del 60% de los niños [y niñas] que entran hoy en la escuela primaria podrían acabar trabajando en empleos que aún no existen y muchos de estos nuevos empleos se basarán en STEM. Es fundamental que las niñas y las mujeres accedan en igualdad de condiciones a los nuevos puestos de trabajo del futuro”, se lee en el estudio. De ahí la importancia de insertar a más mujeres en las ciencias.
Martha Castro afirma que las empresas también tienen que cambiar sus formas de reclutamiento, pues aunque haya muchas mujeres científicas en México preparadas para trabajar en áreas STEM, cuando buscan trabajo se enfrentan con sesgos de género para la selección del personal y quedan en desventaja.
La investigadora del IMCO propone pequeños cambios como, por ejemplo, que las convocatorias de empleo se redacten con lenguaje incluyente y no sólo usando el masculino, o que en las entrevistas de trabajo no haya “preguntas trampa” para las mujeres sobre su estado civil, si son madres o planean serlo, porque esto “no tiene que ver con el talento de la persona, sino que siguen fomentando estos sesgos para las mujeres y su entrada al mercado laboral”.
Otro gran pendiente en México, dice Castro, es la necesidad de permisos por paternidad más extensos para los hombres y un óptimo Sistema Nacional de Cuidados (SNC) que garantice una carga más equitativa de las labores de cuidados, y contribuya a que estas actividades no sean razón para que las mujeres abandonen sus estudios o carreras y puedan insertarse más fácilmente en el mundo laboral, ya sea en áreas STEM o en cualquier otra. Sobre esto, Castro lamenta que el SNC ya no es una prioridad para los legisladores mexicanos y el tema está estancado en el Congreso.
De acuerdo con datos del primer trimestre de 2022 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi, también existe una brecha salarial para las mujeres científicas en México. Una mujer que trabaja en áreas de ingenierías, matemáticas o tecnología percibe en promedio 12 mil 314 pesos, mientras que el salario promedio de un hombre que trabaja en las mismas áreas es de 15 mil 866 pesos, una diferencia de 3 mil 552 pesos (22.3 por ciento menos).
La diferencia fue ligeramente mayor durante el primer trimestre de 2021, pues mientras los hombres en áreas STEM percibían en promedio 15 mil 6 pesos al mes, las mujeres percibían en promedio 11 mil 267 pesos, una diferencia del 24.9 por ciento, es decir, de 3 mil 739 pesos.
En una investigación de Serendipia de 2021, se encontró además que mientras el ingreso mínimo de un hombre en ciencias es de 860 pesos, el de una mujer es de 200 pesos. Y aunque un hombre puede percibir hasta 70 mil pesos mensuales, el salario máximo de una mujer es de 40 mil pesos, de acuerdo con los datos del Inegi.
“Me ha tocado ser discriminada no sólo por ser mujer, sino por ser una mujer joven”
Actualmente, la meta de Rocío Chávez Santoscoy es fortalecer su carrera como investigadora, seguir publicando artículos y posicionarse a nivel internacional.
“Me ha tocado ser discriminada no sólo por ser mujer, sino por ser una mujer joven. Por tener una carrera científica exitosa siendo joven. A veces te ven joven y sin canas y nada más por eso dicen: ‘ah, no sabe, pobrecita, le falta mucho por vivir, no tiene experiencia’. Yo creo que a todas las mujeres en la ciencia nos ha tocado vivirlo, desde recibir comentarios como ‘Ya llegó la Doctora, cambiemos de tema’, hasta que te digan ‘mija’. Cuando llegué a mi primer trabajo me decían mija en vez de Doctora”, recuerda.
Sánchez Santoscoy también preside el Comité del capítulo en México de la Organización para las Mujeres en la Ciencia para el Mundo en Desarrollo (OWSD por sus siglas en inglés), una organización impulsada por la UNESCO.
Al igual que su trabajo en biotecnología, del que sabe que no verá resultados hasta en un largo plazo, sabe que este tipo de esfuerzos como docente o en la OWSD podría ver sus frutos reflejados hasta en nuevas generaciones de mujeres científicas en México.
“A otras niñas o adolescentes les diría: Tienes voz, puedes hablar, puedes decir qué te gusta y que no te gusta. Puedes opinar y tu opinión vale. No tienes que esperar a ser súper exitosa para tener voz”.
Se necesita una estrategia integral, articulada y transexenal
“El tema de inclusión de las mujeres y las niñas en la ciencia tiene que ser una estrategia articulada y que no sea de una sola ocasión, sino que logre algo mas trasnsexenal, que supere las barreras de quien esté en el poder en el momento y que sea un esfuerzo consciente, estructural, que tenga cambios desde la primera infancia y hasta la educación superior”, dice Martha Castro sobre la responsabilidad del Estado para erradicar la problemática.
Castro anticipó que desde el IMCO publicarán un nuevo informe en estos días sobre las mujeres en la ciencia en México. En esta nueva investigación se dedicaron a mapear las buenas prácticas que han llevado a cabo las distintas entidades en cuanto a terminar con la brecha de género en las ciencias STEM.
Una de las conclusiones fue que, en efecto, no existe una estrategia nacional que se articule con los gobiernos locales, sino más bien estrategias para impulsar el talento de las mujeres, mentorías y becas, que si bien son una buena ventana de oportunidad, podrían tener un alcance mucho mayor.
En ese sentido, desde el IMCO hacen un llamado tanto al gobierno federal, los gobiernos locales y los actores del ámbito privado (en los ámbitos educativo y laboral) para sumar esfuerzos y generar políticas más integrales y durables en el tiempo.
En su informe de 2022, el lMCO incluyó una serie de propuestas para incrementar la participación de mujeres mexicanas en los sectores STEM:
- Añadir enfoque de género en los contenidos de ciencia y tecnología en los programas de educación básica
- Implementar programas de orientación vocacional desde secundaria para que estudiantes tomen decisiones sobre su educación superior más informadas, basadas en datos y libres de estereotipos.
- Desarrollar las capacidades de los gobiernos estatales y federal, instituciones de educación superior y centros de trabajo para recabar datos sobre STEM con perspectiva de género que sirvan para diseñar acciones más precisas.
Fuente: serendipia.digital