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Los privilegios del coronavirus de Trump: fármacos experimentales y agilidad máxima

Donald Trump está recibiendo fármacos no aprobados y consentimientos de urgencia gracias a su cargo de presidente de EE. UU. Sus 74 años y su sobrepeso le sitúan en una categoría de riesgo alto, tanto de desarrollar versiones graves de la COVID-19 como de fallecimiento

La semana pasada descubrimos que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio positivo en la prueba de diagnóstico de coronavirus (COVID-19). Solo 24 horas después de recibir el diagnóstico, a Trump se le administró un experimental y puntero tratamiento de anticuerpos que no está disponible para la gente corriente.

En un comunicado emitido el pasado viernes, la Casa Blanca afirmó que el presidete había recibido “una sola dosis de ocho gramos” del tratamiento biotecnológico, que podría convertirse en una nueva y prometedora clase de medicamentos antivirales.

Tras recibir a inyección de emergencia, el médico de la Casa Blanca, Sean Conley, afirmó: “[El presidente] sigue con fatiga, pero de buen humor. Está siendo evaluado por un equipo de expertos, y juntos recomendaremos al presidente y a la primera dama los mejores pasos a seguir”.

Trump y su esposa, Melania Trump, que también dio positivo, seguramente dispondrán de la mejor atención médica que el país puede brindar, incluidos los medicamentos experimentales a los que el resto de la población no puede acceder.

La Casa Blanca informó de que el presidente había recibido una infusión intravenosa de un cóctel de anticuerpos fabricado por Regeneron Pharmaceuticals, de Tarrytown, Nueva York (EE. UU.). Ese tratamiento básicamente consiste en imitar una respuesta inmunológica fuerte para evitar un estado grave por la COVID-19.

Con sobrepeso y 74 años, el presidente tiene un riesgo más alto que la media de desarrollar un caso grave de la enfermedad. Y la posibilidad de muerte para alguien como él no es baja: es de al menos un 5 %, unas 100 veces más que para alguien menor de 30 años.

Los médicos de Trump tuvieron que tomar rápidamente algunas decisiones difíciles sobre qué medicamentos administrarle. Por un lado, debían analizar las pruebas médicas que la Casa Blanca había estado ensombreciendo constantemente y tratar a un paciente que demostró interés en tratamientos tontos como la lejía, en algunas autoridades médicas cuestionables e incluso fomentó la comunicación de un médico que creía en brujería.

Aunque el viernes, su jefe de gabinete, Mark Meadows, afirmó que el presidente solo tenía “síntomas leves” y permanecía en reposo domiciliario, este fin de semana tuvo que ser ingresado en un hospital, aunque todo apunta a que podría ser dado de alta de forma inminente.

Tanto los procesos como los medicamentos administrados a Trump demuestran que él no es cualquiera, pues el resto de ciudadanos no habría podido acceder a los lujos sanitarios que se están destinando al presidente. Es posible que sus médicos consideren, y tal vez consigan, algunos medicamentos experimentales que se han mostrado prometedores, incluso aunque aún no hayan sido aprobados. Lo mismo podría ocurrir con Melania Trump y otros miembros del círculo íntimo que dieron positivo.

Los analistas de las compañías farmacéuticas de la empresa Raymond James enviaron el pasado viernes por la mañana una nota a sus clientes valorando los tratamientos experimentales que pensaban que era “más probable” que recibiera Trump. El primero en su lista: el fármaco de anticuerpos fabricado por Regeneron, que todavía se está estudiando.

Los analistas bursátiles tenían toda la razón. El viernes por la tarde, la Casa Blanca emitió su comunicado afirmando que el presidente ya había recibido ese tratamiento.

Los anticuerpos que produce Regeneron son similares a los desarrollados por las personas que contraen el virus y lo sobreviven. Administrados a través de un goteo intravenoso en una dosis concentrada, los anticuerpos artificiales están diseñados para atrapar las partículas virales y neutralizarlas.

La promesa de tales tratamientos es que si se administran en una fase temprana a pacientes como Trump, podrían impedir que la enfermedad avance a su etapa más grave de neumonía y muerte.

Justo la semana pasada, Regeneron aseguró que un estudio de casi 300 pacientes extrahospitalarios había mostrado que el tratamiento con anticuerpos reducía la cantidad de virus en el cuerpo de los pacientes. También había indicios de que los que habían recibido el medicamento tenían menos probabilidades de terminar en un centro médico, lo que lo convierte en uno de los más fascinantes nuevos candidatos a tratamientos. (Eli Lilly está fabricando y probando un similar fármaco de anticuerpos).

Cuando MIT Technology Review contactó el pasado viernes a Regeneron, la empresa no estaba dispuesta a responder si la Casa Blanca ya había pedido dosis de su medicamento de anticuerpos, REGN-COV2. En un correo electrónico, la portavoz de la compañía Alexandra Bowie afirmó: “Según nuestra política, no identificamos a las personas que han realizado una solicitud, sin su consentimiento” .

Aunque el medicamento de Regeneron no está aprobado, muchas empresas llevan a cabo algunos programas de “uso compasivo” que permiten que las personas que no participan en sus ensayos reciban el tratamiento en casos especiales, y eso parece ser exactamente lo que ocurrió con Trump.

“Hay un número limitado del producto disponible para las solicitudes de uso compasivo que se aprueban bajo ciertas circunstancias excepcionales según cada caso”, afirmó Bowie. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. también habría tenido que aprobar rápidamente la solicitud de tratamiento de Trump.

Regeneron no quiso explicar la serie de eventos que llevaron al tratamiento de Trump, pero una solicitud presidencial no habría sido fácil de rechazar. Trump también parece tener una buena relación con el CEO y cofundador multimillonario de esta empresa de Nueva York, Leonard Schleifer, quien en marzo estaba entre un selecto grupo de directivos invitados a la Casa Blanca para una reunión sobre cómo la biotecnología podría resolver la crisis de medicamentos o vacunas.

Lo que parece seguro es que cualquier empresa cuyo fármaco sea utilizado por Trump podría recibir un enorme impulso de publicidad, tal vez incluso a través de la cuenta de Twitter del presidente. Los acontecimientos actuales también podrían acelerar la aprobación del uso de emergencia para el medicamento de Regeneron, poniéndolo a disposición de más personas.

Otro fármaco que los médicos deberán considerar para Trump es remdesivir, fabricado por Gilead Pharmaceuticals. Nunca se ha demostrado que beneficie a los pacientes recién diagnosticados, como Trump, y está aprobado solo para pacientes hospitalizados. Pero en el caso de un presidente en funciones, es posible que los médicos tengan que calcular los riesgos y beneficios de una manera diferente.

Y no hay que olvidar que Trump tendrá voz y voto en su tratamiento. Eso es un peligro, porque suele recibir consejos médicos de fuentes partidistas en vez de médicas.

Por ejemplo, en mayo informó que estaba tomando hidroxicloroquina, un medicamento contra la malaria que luego promocionaron otros conocidos conservadores, incluido Rudy Giuliani, como una panacea contra la COVID-19.

Su médico, el osteópata militar Sean Conley, confirmó más tarde que Trump había tomado esas pastillas, aunque la mayoría de los expertos sanitarios sostenían que el medicamento no prevenía la infección ni la curaba. El mismo médico aseguró al pueblo estadounidense en un memorando que Trump superaría todas las probabilidades médicas y ganaría su lucha contra el coronavirus. En un breve comunicado, en el que confirmó el diagnóstico del presidente y de la primera dama, Conley añadió: “Con toda seguridad, confío en que el presidente siga cumpliendo con sus funciones sin interrupciones durante su recuperación”.

Nadie puede garantizar que eso vaya a ocurrir. Pero la rápida decisión de administrarle a Trump el fármaco de anticuerpos, fabricado por Regeneron, pudo haber sido la mejor opción que tuvo el presidente.

Fuente: technologyreview.es