Los hombres han utilizado la “ciencia” para explicar por qué son mejores que las mujeres desde siempre

El sábado, Gizmodo publicó un largo discurso de 10 páginas escrito por un ingeniero de software de Google, James Damore, explotando por los aires las políticas de diversidad de la compañía.

En el documento, ahora viral, titulado: “La Cámara de Eco Ideológica de Google”, Damore afirmó que las mujeres son biológicamente débiles, incapaces de soportar la dureza de la industria tecnológica. Las buenas noticias son que Damore ha sido despedido de Google, de acuerdo a numerosos nuevos reportes. Tristemente, las ideas expuestas en su carta repiten la misma pseudociencia divulgada por eugenecistas y supremacistas blancos por décadas- y no parece que estas vayan a desaparecer pronto.

Muchas de las ideas abrazadas por este ex-empleado de Google están basadas ampliamente en las, así llamadas, conclusiones de la psicología evolutiva, un campo con la premisa en la idea de que nuestros rasgos psicológicos son producto de la misma selección natural que dio forma la prematura evolución humana. En la práctica, la psicología evolutiva ha sido usada para justificar todo, desde las violaciones hasta para reivindicar que ciertos grupos de personas son inherentemente más inteligentes que otros. Esto ha sido también criticado por su metodología de pacotilla, ignorando el contexto cultural, y “saltando a conclusiones sobre evidencias inadecuadas”. Los psicólogos evolucionistas han tratado de usar su ciencia para determinar el mejor camino para seducir a las mujeres, uno que ellos piensan que puede ser jugado como si fuese el tablero de un juego de mesa.

El campo tenso y polémico de la historia no frenó a Damore de abrazar algo de psicología evolutiva para justificar la baja representación de mujeres en una enorme compañía de tecnología como es Google.

“De media, hombres y mujeres difieren biológicamente de muchas maneras”, escribió Damore. “Estas diferencias no son solo construcciones sociales porque [por una sola razón] a menudo tienen causas biológicas claras y relacionadas con la testosterona prenatal… Son exactamente lo que nosotros podríamos predecir desde la perspectiva de la psicología evolutiva”.

Citando algo como “testosterona prenatal” para justificar por qué más hombres ocupan puestos de liderazgo se lee como psicólogía evolutiva clásica: usando un vago (y controvertido) concepto científico para explicar un increíblemente complejo y multifacético problema. Pero en la psicología evolutiva, muchas diferencias entre géneros en nuestra sociedad (incluidas profundas desigualdades) pueden ser buenamente explicadas por las diferentes conexiones en nuestro cerebro.

“Debemos parar de asumir que la brecha de género implica sexismo”, escribió Damore, citando reivindicaciones pseudocientíficas de que los hombres cobran más porque tienen “un mayor impulso hacia el estatus” en vez de la sobrecogedora evidencia de que la discriminación basada en el género está muy próxima a la brecha salarial.

Por supuesto, usar la “ciencia” para justificar la superioridad masculina es mucho más antiguo que cualquier cosa expuesta por la psicología evolucionista. La idea de que las mujeres son menos estables psicológicamente – o más, francamente, “histéricas”- ha estado circulando desde que Hipócrates escribió acerca de ello en el siglo V a.C. Como Freud y su contemporáneos postularon después, la biología de las mujeres explicó su “inherente” locura. O, como este empleado de Google lo llamó, su neurosis.

“Las mujeres, de media, tienen neurosis (mayor ansiedad y menos tolerancia al estrés)”, escribió Damore. “Esto puede contribuir a los altos niveles de ansiedad que las mujeres reportan en Googlegeist y los bajos números de mujeres en puesto de trabajo altamente estresantes”.

Es verdad que las mujeres son más propensas a la ansiedad que los hombres, pero también tienden a experimentar más abuso psicológico y emocional, los cuales contribuyen a la ansiedad, por obvias razones. Así que la reivindicación de que las mujeres son “neuróticas” sin ningún contexto de por qué- posiblemente por algunas diferencias en la química cerebral, pero también, tal vez, por los mayores niveles de acoso sexual y aislamiento en el entorno laboral- es obviado y, francamente, insultante.

Y aunque Damore no fue tan extremo como para reivindicar que las mujeres deberían ser extirpadas del mundo tecnológico, algunas de sus nociones pseudocientíficas sobre por qué los hombres son inherentemente más adecuados para ciertos trabajos suena fuertemente a eugenesia, una escuela de pensamiento dirigida por la idea de que ciertos grupos son biológicamente superiores a otros. Damore discute que “la alta herencia” de los rasgos personales (incluyendo una alta “amabilidad” y una preferencia de los trabajos “artísticos” entre las mujeres”) son responsables de la brecha de género en la tecnología, ignorando explicaciones culturales. Bajo esta lógica, intentar nivelar el campo de juego para las mujeres es por tanto equivocado: deberíamos estar seleccionando candidatos (léase: hombres) con los más rasgos más deseables para trabajos de alto estrés, exigentes técnicamente.

Tal vez, no es coincidencia que algunos psicólogos evolucionistas hayan expresado su apoyo a las ideas de los nuevos proyectos de eugenesia. Mientras la tecnología cambia y la “ciencia” evoluciona, la inclinación a usar las diferencias biológicas como excusa para la discriminación permanece igual. Y aunque Google se centró principalmente en el género, algunos de estos mismos argumentos han sido usados para justificar el racismo.

“Podría discutir, de hecho, que la completa idea de la blancura y la supremacía blanca no existiría sin la ciencia”, cuenta a Gizmodo el Dr. Chanda Prescod-Weinstein, un antropólogo teórico de la Universidad de Washington, señalando que la Ilustración europea generó (ahora ampliamente desacreditado) el campo del racismo científico.

Por mucho que la carta del ex-empleado de Google anti diversidad apeste a siglos de vieja ciencia basura, es importante enfatizar que incluso hoy en día las mujeres, personas no binarias y personas negras en campos STEM siguen regularmente enfrentadas a actitudes fanáticas que vienen envueltas en un disfraz de “biología”. También, muy a menudo, estas personas temen ser puestas en la lista negra de su industria si hablan en contra de la discriminación en el lugar de trabajo.

Curiosamente, los mismos hombres blancos que dominan la industria tecnológica en números parecen haberse convencido a sí mismos de que ellos son los únicos cuyo estatus en el ámbito laboral está siendo amenazado. E irónicamente -como el manifiesto de Damore y las sucesivas consecuencias posteriores ilustran- puede que ellos mismos sean sus propios enemigos.

Fuente: gizmodo.com