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Los científicos salen en defensa de los probióticos: sí son beneficiosos para la salud

¿Son, realmente, los probióticos ineficaces e incluso dañinos para la salud? Hace unos días numerosos medios de comunicación, entre ellos Big Vang, se hicieron eco de la publicación de un par de estudios científicos liderados por el Instituto Weizmann de Ciencias (Israel) en Cell. Ambas investigaciones concluían, como recogía la periodista Elsa Velasco, que tomar probióticos podría tener un efecto menor del esperado y que, en el caso de tomarlos para mitigar los efectos de los antibióticos, como la diarrea, incluso podrían retrasar la recuperación de la microbiota intestinal.

Otros medios internacionales iban más allá y titulaban que los probióticos eran “inútiles” o que “no demostraban ser tan beneficiosos para la salud como previamente se había pensado”.

La comunidad científica que trabaja en este ámbito ha salido en defensa de los probióticos y no da crédito ante los dos trabajos del Instituto Weizmann de Ciencias, ambos liderados por Eran Elinav (quien hace tres años publicó otro estudio polémico sobre por qué determinados alimentos considerados saludables, como un tomate, podían no ser aconsejables para todo el mundo), y la repercusión mediática que han generado. Ni inútiles ni dañinos, hay pruebas científicas que demuestran que determinados probióticos sí sonbeneficiosos para la salud, defienden.

Y en ese sentido, esta semana la ISAAP ha emitido un comunicado en el que critica duramente estos dos estudios y señala problemas metodológicos, falta de evidencia clínica, el uso de un combinado de bacterias que no ha demostrado ningún beneficio previo en estudios científicos, e incluso un posible conflicto de intereses de los autores, puesto que están implicados en una empresa privada que promueve el tipo de aproximación personalizada a los probióticos que defienden en el artículo.

De hecho, en declaraciones a la BBC, los autores aseguraban que “en el fututo, los probióticos se harán a medida de las necesidades de pacientes individuales. Y en ese sentido comprar simplemente probióticos en el supermercado sin que estén ajustados al huésped será bastante inútil”.

¿Qué son los probióticos exactamente?

Los probióticos son “bacterias que se han seleccionado y estudiado en el laboratorio, y han demostrado que pueden proporcionar un efecto beneficioso”, define a Big Vang Lorenzo Morelli, director del departamento de ciencia y tecnología alimentaria de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Italia). La Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAAP, por sus siglas en inglés), amplía esa definición a todos aquellos “microorganismos vivos que al ser administrados en las cantidades adecuadas confieren un beneficio para la salud”. Es decir, no tan solo bacterias, también por ejempo levaduras, como Saccharomyces boulardii, muy usada para prevenir y tratar diarreas, incluyendo aquellas provocadas por infecciones como la diarrea por rotavirus en niños.

En general, los probióticos se suelen consumir como complementos nutricionales para prevenir las diarreas por el tratamiento con antibióticos, mitigar síntomas de trastornos intestinales y proteger frente a infecciones. En la práctica clínica, son, por ejemplo, el tratamiento más eficaz y el único que hay para combatir la infección por la bacteria Clostridium difficile, que puede llegar a ser mortal. Y se está investigando su uso para ayudar en el tratamiento de enfermedades cardiovasculares, metabólicas e incluso cáncer.

“Hay una ingente cantidad de literatura científica que demuestra que determinadas bacterias tienen efectos beneficiosos sobre la salud humana, como Akkermansia muciniphila o Faecalibacterium”, explica por correo electrónico Patrice Cani, investigador de la Fundación Belga para la Investigación científica, quien estudia desde 2007 el rol que desempeña precisamente Akkermansia en obesidad, diabetes y cardiopatías. Cani ha publicado los resultados de sus estudios, sobre todo en obesidad y de qué forma combatir esta enfermedad metabólica usando un probiótico, en las principales revistas científicas, como Nature.

“Se han llevado a caso numerosos estudios científicos que avalan el uso de determinados probióticos en niños prematuros, para ayudarlos a prevenir infecciones”, apunta Morelli. Y Clara Belzer, proferosa de microbiología en el Centro de Investigación universitario de Wageningen (Países Bajos), investiga cómo aplicar un probiótico, también Akkermasia muciniphila, en bebés que toman leche de fórmula y no reciben los beneficios de la lactancia materna, que se sabe que es clave para el establecimiento de la microbiota intestinal durante los primeros meses de vida. Intentan dotarlos de la misma protección frente a infecciones que tienen los niños que toman leche materna, explica Belzer.

Una investigación polémica

Para concluir que los probióticos eran ineficaces en las investigaciones publicadas en Cell, los investigadores israelíes se basaron en dos experimentos que habían realizado con un producto que contiene 11 especies de probióticos distintos en diferentes cantidades que no especificaban ni tampoco decían qué cepas en concreto usaban. Tomaban muestras de la microbiota intestinal de los voluntarios del estudio antes y después de tomar el supuesto probiótico y alegaban que carecía de impacto sobre la salud porque las bacterias administradas no permanecían en la microbiota intestinal una vez tomadas.

“Han usado una mezcla de 11 bacterias. ¿Qué sentido tiene? Ninguno de los probióticos probados clínicamente o incluso en el mercado están usando esa mezcla. [..] En mi opinión, esta mezcla no tiene sentido, incluso las bacterias que les han administrado podrían estar compitiendo entre ellas”, dice Cani.

“El estudio emplea una mezcla de cepas de lactobacilos, estreptococos, lactococos y bifidobacterias que no tiene evidencia clínica de eficacia para prevenir los efectos indeseables de los antibióticos, pero en cambio atribuyen los resultados a todos los ‘probióticos’ como clase”, se lamenta Francisco Guarner, investigador del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), experto en microbiota y enfermedades intestinales.

“Sabemos desde hace décadas que los probióticos pueden ser beneficiosos para salud sin necesidad de que para ello tengan que colonizar el intestino. Incluso si las bacterias pasan a través de, colon pueden producir compuestos activos o por un ‘simple’ contacto con la mucosa instigar al sistema inmunitario a producir otros factores antimicrobianos específicos”, añade Cani.

Es más, en uno de los dos estudios publicados, se administraba el probiótico siete días después del tratamiento con antibióticos. Los antibióticos alteran profundamente la microbiota intestinal y producen con frecuencia diarreas, entre otros. “Docenas de estudios en humanos con probióticos específicos han documentado que los probióticos previenen infecciones por patógenos como C. Difficile [que puede ser mortal] y dichas diarreas”, eso sí, siempre que la administración del probiótico se haga junto con la del antibiótico o lo antes posible junto a la primera dosis, señala Guarner.

“El objetivo principal del uso de probióticos junto con los antibióticos es prevenir el sobrecrecimiento de especies patógenas oportunistas resistentes a los antibióticos, como las cándidas, el Clostridium difficile toxigénico. Este estudio ha ignorado completamente este aspecto fundamental, y no ha investigado la presencia de cándidas, Clostridium difficile u otras especies patógenas oportunistas”, destaca este experto del VHIR.

Y añade que “otro aspecto importantísimo y muy preocupante que no se ha investigado en este estudio es la proliferación de genes de resistencia a los antibióticos que se induce durante el tratamiento con antibióticos. Algunos probióticos pueden limitar la difusión de genes de resistencia si se administran a la vez que los antibióticos”.

Falta regulación

Para Cani, el quid de la cuestión es, por un lado, que la falta de regulación en la Unión Europea para estos productos hace que convivan en el supermercado y las farmacias productos científicamente avalados con otros que no han demostrado ningún tipo de eficacia ni han pasado por ningún estudio científico.

Y, por otro lado, el hecho de que la microbiota intestinal se haya convertido en un tema caliente en investigación está propiciando pensar que este conjunto de microorganismos es la llave para la salud. “No podemos caer en la falsa ilusión de que la microbiota puede ser tratada o ser la causa de todas las enfermedades. Tenemos que ser prudentes”, advierte Cani.

Fuente: lavanguardia.com